06:00 hrs. 25 de Julio de 2007

  

Boletín UNAM-DGCS-452

Ciudad Universitaria

 

 


Carlos Bustamante Lemus

 Pie de fotos al final del boletín

 

SIGUE EN AUMENTO EL COMERCIO AMBULANTE EN LA CIUDAD DE MÉXICO

 

·        Señaló Carlos Bustamante Lemus, del Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM

·        En términos de población ocupada, se estima que en la capital de la República hay cerca de 500 mil personas que laboran en la informalidad callejera, indicó

·        Recomendó impulsar una acción coordinada entre los gobiernos Federal y locales, para hacer valer una política económica que provea espacios y facilidades al capital privado

 

El comercio ambulante en la Ciudad de México sigue en aumento y no sólo afecta a los comerciantes establecidos y a los consumidores, sino también al gobierno en lo que respecta a la utilización de espacios, la contaminación en las calles y el pago de impuestos, afirmó Carlos Bustamante Lemus, del Instituto de Investigaciones Económicas (IIEc) de la UNAM.

 

En términos de población ocupada, se estima que en la capital de la República hay cerca de 500 mil personas que laboran en la informalidad callejera, añadió.

 

A los negocios en regla, precisó, los perjudica en cuanto a reducción de ventas, lo que a su vez repercute en las ganancias para los inversionistas y en la retribución tributaria.

 

Aunque con ello pareciera que gana el consumidor al obtener precios más bajos, existen serias desventajas, ya que los productos adquiridos no tienen garantía. Por otra parte, señaló, cuando los informales pagan por la expedición de licencias y permisos, los únicos que se benefician son sus líderes.

 

Si bien es cierto que este problema radica en la necesidad de generar más fuentes de empleo, también lo es en la comparación de ingreso entre la actividad formal e informal; por ejemplo, en las calles trabajando dos o tres horas se gana el doble de lo que se obtendría en cualquier establecimiento, durante la jornada laboral, subrayó.

 

Explicó que la definición de comercio ambulante ha cambiado con el tiempo. Originalmente se entendía como aquel vendedor o comerciante trashumante que andaba por la calle ofreciendo sus mercancías o servicios; sin embargo, en la actualidad es aquella persona que expende en la vía pública.

 

Si bien se consideraba un fenómeno espontáneo, no sujeto a reglamentación –lo que está permitido constitucionalmente en el sentido de que posibilita dedicarse a cualquier actividad económica, siempre y cuando no afecte a terceros–, hoy ya no es así, sostuvo.

 

Cuando este hecho crece adquiere otras dimensiones, que conjugan cuestiones de carácter cultural, económico, político y social, apuntó. Hoy día, donde hay población se encontrarán comerciantes: en estaciones del Metro; terminales de autobuses urbanos, suburbanos y foráneos, o en iglesias y centros culturales, lugares desatendidos por la política de no construir nuevos mercados públicos.

 

Son sitios donde no existe infraestructura suficiente para que la gente se abastezca y entre los más representativos se pueden mencionar la Basílica, San Felipe, el Centro Histórico de la Ciudad de México y el Eje Central; así como algunos sitios en las delegaciones Iztacalco, Iztapalapa y Venustiano Carranza, puntualizó.

 

Entendido así, aseveró, el comercio ambulante es de tipo callejero no regulado, y permite casi todo, desde actividades lícitas que le posibilitan aprovisionarse al consumidor, hasta ilícitas, como vender artículos de contrabando, fomentar la “piratería” o el tráfico de drogas.

Por otra parte, abundó, se encuentra la ocupación ilegal de vía pública y terrenos baldíos, lo cual acarrea conflictos de carácter legal y social; resta espacios de circulación a la ciudadanía; a los residentes no se les permite el acceso libre a sus viviendas, y con los comerciantes establecidos se propicia una competencia desleal, porque mientras a ellos el gobierno sí les cobra impuestos para operar, quienes invaden las calles no pagan nada.

 

El economista consideró que para dar solución a este problema se requiere impulsar una acción coordinada entre los gobiernos Federal y locales, con el fin de hacer valer una política económica realista que provea espacios generales y facilidades al capital privado.

 

En ese sentido, indicó, es necesario dejar atrás medidas como formalizar a los ambulantes dejándolos pagar una cuota mensual a cambio de vender en vía pública, pues con ello se les da un derecho que no les corresponde.

 

A través de la regulación se puede ofrecer una actividad sana en términos económicos, capaz de crear la obligación de rendir cuentas al fisco, lo cual repercutiría en ingresos a los gobiernos para revertirlos en servicios, sentenció.

 

El experto propuso aprovechar espacios públicos que están totalmente desaprovechados; establecer días y horarios para ocuparlos; y que por las concesiones a los comerciantes se les obligue al pago de impuestos, recalcó.

 

A más largo plazo, agregó, los gobiernos deben retomar nuevamente su obligación de construir mercados públicos, porque sin éstos, obviamente la población seguirá buscando los sitios en donde tenga un empleo o pueda adquirir mercancías.

 

Estas medidas son un compromiso que no solamente le competen a la las autoridades sino a la ciudadanía, porque los habitantes del país también se verán beneficiados con su implementación, concluyó.

 

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FOTO 01

 

El comercio ambulante en la Ciudad de México no sólo afecta a los comerciantes establecidos y a los consumidores, sino también al gobierno, afirmó Carlos Bustamante, del IIEc de la UNAM.

 

 

FOTO 02.

 

Se estima que en la capital de la República hay cerca de 500 mil personas que laboran en la informalidad callejera,, indicó el investigador de la UNAM, Carlos Bustamante.