12:30 hrs. 22 de Julio de 2007

  

Boletín UNAM-DGCS-447

Ciudad Universitaria

 

 


Víctor Manuel Mendoza

 Pie de fotos al final del boletín

 

NO SE PREPARA MÉXICO ANTE EL INCREMENTO DE LAS PERSONAS DE LA TERCERA EDAD

 

·        Especialistas de la UNAM y el INCMSZ advirtieron que en cuatro décadas se convertirían en la mitad de la población

·        En el país sólo hay 320 geriatras certificados para atender a 3,5 millones de mexicanos mayores de 75 años: Luis Miguel Gutiérrez Robledo, del INCMNSZ

·        Víctor Manuel Mendoza, de la FES Zaragoza, dijo que todavía no se apuntalan aspectos sensibles como los de salud, el social o del desarrollo

·        Para Enrique Soto, de la FA, a las personas adultas mayores no se les considera en el espacio público

·        En México no hay una cultura del cuidado o atención a los ancianos: Rosa María Hernández, de la  ENTS

·        Feggy Ostrosky, de la FP, reveló que la sociedad debe alistarse porque cada vez vivimos más años, y la demencia es una enfermedad asociada a la edad

 

En tres o cuatro décadas nuestro país podría convertirse en una nación de viejos, quienes constituirían casi el 50 por ciento de su población; sin embargo, México no se prepara aún para enfrentar esa situación, coincidieron especialistas de la UNAM y del Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán (INCMNSZ)

 

De acuerdo con Luis Miguel Gutiérrez Robledo, jefe del Departamento de Geriatría del INCMNSZ, en nuestro país sólo hay 320 geriatras certificados por el Consejo Mexicano de la especialidad.

Estos profesionistas resultan insuficientes para atender la demanda presente y futura que habrá en el territorio nacional. Tan sólo en la actualidad “hay en nuestro país alrededor de 3.5 millones de mexicanos mayores de 75 años” que requieren ese tipo de atención, aseveró.

 

Gutiérrez Robledo advirtió que al año sólo egresan nuestro país alrededor de 30 geriatras, debido a que son pocas las instituciones de educación superior que los preparan, entre ellas, las universidades Nacional Autónoma de México, de Guadalajara, Autónoma de Nuevo León y de San Luis Potosí; así como el Instituto Politécnico Nacional.

 

Al respecto, Víctor Manuel Mendoza Núñez, académico de la Facultad de Estudios Superiores (FES) Zaragoza, aseguró que todavía no se apuntalan aspectos sensibles como los de salud, el social y del desarrollo, por lo que uno de los retos “como universitarios es formar recursos humanos con conocimientos en el área biopsicosocial del envejecimiento”.

 

Si bien se precisan algunas estrategias y programas para dar atención adecuada, faltan oportunidades para los ancianos. “A veces se piensa en ellos como si sólo fueran sujetos de atención médica, cuando requieren alternativas en lo psicológico y colectivo”, añadió.

 

A su vez, Enrique Soto Alva, coordinador de la Licenciatura en Urbanismo de la Facultad de Arquitectura, sostuvo que en este rubro México tampoco se alista para el mañana; de hecho, hay zonas de la ciudad donde hay más adultos en plenitud que otros grupos, y las instalaciones no se han adecuado con vías y puentes adaptados.

 

Hoy las condiciones para esas personas son difíciles, porque no se les considera. El panorama no es alentador, afirmó, por lo que en su momento “se tendrán que implementar acciones correctivas más que preventivas.

 

“Hay que atender la parte del mejoramiento del espacio público: construir rampas que sean más asequibles para los ancianos; pero también se debe encontrar la forma de brindarles oportunidades económicas”, sugirió.

Por su parte, Rosa María Hernández Belmont, de la Escuela Nacional de Trabajo Social (ENTS), advirtió que en México no se tiene la cultura del cuidado o la atención a los adultos mayores.

 

A este sector no se le ha dado la importancia que requiere. Pero se está a escasos 30 años de convertirse en un país de viejos, en donde casi la mitad de la población nacional pertenecerá a ese grupo. “Se tiene que dar un paso adelante y prevenir para atender la problemática que se presentará”, agregó.

 

Explicó que dos de sus situaciones actuales son la falta de cariño y el desempleo. Si bien diversas empresas muestran apertura para contratarlos, la mayoría de ellas no tiene esa disposición.

 

Ante esa situación, Feggy Ostrosky Solís, de la Facultad de Psicología (FP), consideró que la sociedad debe estar prevenida porque cada vez vivimos más años y la demencia es una enfermedad asociada a la edad. Por ejemplo, el Alzheimer se presenta sólo en 5 por ciento de la población mayor de 65 años; pero en el 20 por ciento de los de 80.

 

“Tenemos que prepararnos y contar con técnicas que ayuden a diagnosticar, con oportunidad, el deterioro cognoscitivo, para ofrecer tratamiento antes de que se produzca degeneración progresiva en el cerebro. En México hay investigaciones en esa dirección”, apuntó.

 

En el planeta viven más de seis mil millones de habitantes, de los cuales alrededor del 10 por ciento es mayor de 60 años; es decir, son unos 600 millones, y su número cada vez irá en ascenso, informó Víctor Manuel Mendoza.

 

Refirió que un factor importante para que este sector se incremente es el aumento en la esperanza de vida de la población, pues si a principios del siglo pasado era de alrededor de 50 años, en la actualidad es de entre 70 y 80.

 

Admitió que siempre se piensa en los sexagenarios como una carga social en salud, sin tomar en cuenta que pueden conformar un grupo de oportunidades para su propio bienestar, por lo que propuso como alternativa el envejecimiento activo, impulsado en la Unidad de Investigación en Gerontología de la FES Zaragoza.

Lo que se busca con ello es que se apropien de su situación en beneficio de sí mismos y de otras personas de la tercera edad; es decir, ser un actor social y dotarse de calidad de vida. Si ello se logra y se apoyan unos a otros, se prevendrán enfermedades crónico degenerativas incapacitantes. Además, detalló, se evitarán gastos innecesarios, limitaciones físicas, y se propicia, de manera indirecta, una ventaja económica para la familia y los jóvenes.

 

Es necesario pensar no sólo en darles trabajo, sino en organizar actividades que de manera indirecta les generen ahorro y bienestar; es decir, reiteró, desarrollar acciones para auxiliarse ellos mismos como grupo social.

 

Hernández Belmont comentó que si para las personas de 40 ó 45 años es difícil encontrar empleo, con mayor razón para los sectores de edad avanzada, al no ser considerados productivos. Son desperdiciados al tener múltiples capacidades aprovechables.

 

Esta situación ya está en puerta, y no se está lejos de enfrentar un escenario en donde adultos mayores cuiden a ancianos. “Debemos estar prevenidos para abordar esa problemática”, subrayó.

 

La académica especificó que en la actualidad nuestro país cuenta con una población de 8.3 millones de personas mayores de 60 años, de los cuales 3.9 millones son hombres, y 4.4 mujeres.

 

Feggy Ostrosky expuso que no hay definición perfecta del envejecimiento, “pero al igual que el amor y la belleza se sabe lo que es cuando se experimenta o cuando se ve, y el aumento en la duración promedio de vida es uno de los aspectos más sobresalientes del mundo contemporáneo”.

 

Aclaró que gracias a los avances médicos y científicos las expectativas de vida de la gente hoy son mayores, por lo que es indispensable prepararse para existir más años, aunque toda la gente quiere “morir joven lo más tarde posible”.

 

A partir de los 30 años hay una diferencia importante entre la edad biológica y la cronológica; es decir, argumentó, hay personas que cronológicamente tienen 70, pero su sistema inmunológico, físico y psicológico es de 40; mientras que otras de 40 funcionan como de 70.

 

Los individuos buscan qué hacer para un envejecimiento exitoso. Por ello, se ha investigado acerca de la gente longeva funcional, a fin de determinar qué le permite esa posibilidad. Se han determinado cuatro variables: desarrollan actividad física moderada; cuentan con buena capacidad pulmonar, que les posibilita una adecuada oxigenación al cerebro; tienen compromiso con la vida, y una labor intelectual apropiada, abundó.

 

Enrique Soto señaló que se deben analizar con cuidado las condiciones y la calidad de vida de los ancianos. Es decir, estudiar qué se debe hacer con las viviendas ocupadas por ellos en zonas centrales, cómo ofrecerles mecanismos para que no sean desalojadas. “Nos estamos preparando poco para ese tipo de procesos. Incluso, hay partes de la ciudad, como la colonia Roma, donde la proporción de adultos mayores es superior a la de otras edades”.

 

Recordó que la Ley de Accesibilidad para Personas con Capacidades Diferentes se aprobó hace unos cuantos años. Antes no había nada que forzara a seguir ciertos lineamientos en las construcciones, ni criterios mínimos para edificar una rampa. Ahora los hay, pero no son de observancia para todos.

 

Si no se instala un acceso en un negocio nuevo no pasa nada, no hay nadie que obligue a ello, porque no está reglamentado como tal. La disposición es vigente para los edificios nuevos, pero no para los existentes, porque no puede ser retroactiva, indicó.

 

Pero debe considerarse, porque todos vamos a utilizar esas instalaciones, no sólo al llegar a una edad avanzada, sino hoy mismo, si se presenta una discapacidad temporal, expresó. “Lo que sí se puede hacer es que los estudiantes cada vez tengan mejor preparación y capacitación, para que en el desarrollo de sus proyectos incluyan esas temáticas y ofrezcan soluciones no sólo en términos de diseño sino económicamente viables”.

Víctor Manuel Mendoza mencionó que se requiere una cultura gerontológica en donde se entiendan que no es malo seguir trabajando. Serán necesarios ajustes económicos y pensar en insertar a los jóvenes, ya que muchos de ellos esperan que los mayores dejen una plaza. Es una situación compleja. “Se impulsan acciones en el país en pro de ese sector, pero no enmarcadas en un plan nacional gerontológico, que es lo que urgiría”.

 

Rosa María Hernández refrendó que en México se necesita reforzar la cultura del adulto mayor, con el fin de ofrecerles mejor calidad de vida. “Cada vez hay mayor mortalidad por diabetes y diversos cánceres porque no hay prevención ni infraestructura urbana, ni un proyecto para los ancianos”.

 

Opinó que es necesario que no sólo la parte académica se ocupe de atender esta cuestión, sino también los encargados de los sectores de la salud, educación, cultura y política, con lo cual el futuro podría ser más prometedor.

 

Soto Alva observó que en México se realizan obras para apoyar a los adultos en plenitud, pero no son las acciones más importantes, porque todavía no se les considera un fuerte sector poblacional.

 

Enfatizó que en la Facultad se preparan en ese ámbito, para lo cual se crearon dos materias, una obligatoria y otra selectiva. La primera, Urbanismo y multiculturalidad, que tiene que ver con cómo reconocer la pluralidad y las diferencias en el ser humano.

 

Se trata de pensar diferente para intervenir el espacio público, reconocer que la sociedad no sólo se compone de adultos mayores, sino también de niños, bebés y gente diferente; es decir, entender que no sólo tiene que ver con la discapacidad de un grupo, sino con los contrastes en la sociedad.

 

La optativa tiene que ver con Diseño universal, donde se le otorgan al estudiante herramientas técnicas para brindar acceso a esa diversidad: mujeres embarazadas, adultos mayores, débiles visuales; pero desde la perspectiva de cuánto debe medir una rampa, pensar en el pavimento, los señalamientos o como hacer una calle accesible. En eso se trabaja en la UNAM.

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Siempre se piensa en los sexagenarios como una carga social en salud, cuando son grupo de oportunidades para su propio bienestar: Víctor Manuel Mendoza Núñez,  de la FES Zaragoza de la UNAM.

 

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La cultura del adulto mayor en México está debilitada, se necesita reforzarla para ofrecerles mejor calidad de vida, dijo Rosa María Hernández Belmont, de la ENTS de la UNAM.

 

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Feggy Ostrosky Solís, de la FP de la UNAM, reveló que a partir de los 30 años hay una diferencia entre la edad biológica y la cronológica; es decir, personas con 70 con sistema inmunológico, físico y psicológico de 40 años.

 

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Enrique Soto Alva, de la FA de la UNAM, sostuvo que hay zonas de la ciudad donde hay más adultos en plenitud que otros grupos, y las instalaciones no se han adecuado con vías y puentes adaptados.