12:30 hrs. 21 de Julio de 2007

  

Boletín UNAM-DGCS-446

Ciudad Universitaria

 

 


Octavio Reyes Salas

 Pie de fotos al final del boletín

 

FORMULAN EN LA UNAM TÉCNICAS PARA CONOCER CALIDAD Y CONTENIDO REAL DE COLORANTES

 

·        Informó Octavio Reyes Salas, profesor de la Facultad de Química, responsable de este proyecto

·        Son procesos electroquímicos que analizan el rojo de cochinilla y el índigo, explicó

·        Ello permitirá que los productores sepan las características de su cosecha y fijen los precios del mercado, dijo

 

Científicos de la Facultad de Química (FQ) de la UNAM desarrollaron métodos electroquímicos para establecer la calidad y el contenido real del colorante existente en el animal y la planta de los cuales se extrae el rojo de cochinilla y el índigo naturales, respectivamente. De esta forma, los productores de dichas mercancías podrán tener elementos para saber las características de su cosecha y fijar los precios del mercado.

 

Los especialistas buscaron “criterios sencillos y rápidos de evaluación que se ligaran con la calidad del color”, destacó Octavio Reyes Salas, profesor de esta entidad y quien está a cargo de este trabajo, que da una base científica para el control de calidad de esos compuestos desde el punto de vista químico.

 

“Es necesario impulsar a los industriales mexicanos que se preocupan por producir colorantes naturales”, pues hoy las transnacionales dominan, por ejemplo, los utilizados en alimentos. El apoyo que puede dar la UNAM es justamente en este sentido, para volver a desarrollar esta industria que fue tan floreciente en la época colonial, argumentó.

“Es posible hacerlo: se tienen zonas semidesérticas que son ideales para el cultivo del nopal, donde la cochinilla puede crecer”. Del índigo, sostuvo que el proceso natural para teñir con él lleva más de cinco semanas; “se proponen métodos que permitirían en un día hacer las tinciones de lana o algodón, incluso sedas”.

 

Reyes Salas añadió que las técnicas tradicionales para conocer la calidad de los colorantes son, sobre todo, espectroscópicas, que no son tan específicas y, normalmente, requieren de equipos más complejos.

 

Primeramente se han interesado en los más conocidos. Uno de ellos es el índigo, que proviene de las plantas de añil, es originario de oriente y se ha utilizado miles de años antes que los sintéticos, los cuales fueron desarrollados a finales del siglo XIX, detalló.

 

También han incursionado en el estudio de un elemento ligado a la historia de México: el rojo de cochinilla, el cual se conocía desde antes de la llegada de los españoles y que se convirtió en la tercera fuente de ingresos para la Nueva España; aunque su uso decayó en el siglo XIX, por las guerras. En el XX se retomó su cultivo, pero sobre todo en las Islas Canarias y en Sudamérica, en países como Perú y Bolivia, explicó.

 

El investigador de la FQ agregó que con este tipo de proyectos han querido proseguir la teoría de los colores de Johann Wolfgang Goethe  –quien además de ser un gran literato tuvo un papel destacado en la ciencia–, “sin la cual no se podría entender el efecto de la coloración sobre la salud”.

 

Las tonalidades, dijo, tienen incidencia en la vida. Se sabe, por ejemplo, que el negro tiende a deprimir; hay clínicas donde problemas psicológicos, como neurastenia, histerias o manías, se pueden atender si el paciente pasa media o una hora al día en un ambiente con un tono determinado, “y si provienen de productos naturales el efecto es todavía mayor”. Esto ya se hace en diversas partes del mundo, aunque en México se muestra un retraso.

 

Se quiere incidir en la población, “en el sentido de que reflexionen sobre las diferencias entre un color sintético y otro natural en alimentos y fármacos, pero también en textiles, y promover que haya mayor interés por los ecológicos”, consideró.

 

Todavía está en proceso esta investigación, en la que han trabajado alrededor de cinco años. En el caso del índigo la primera etapa ya está terminada, “es decir, ya se sabe que se puede con relativa facilidad determinar su contenido”. En el caso de la cochinilla –animal del que más de 20 por ciento de su cuerpo seco es colorante– ya se pueden hacer cuantificaciones, “pero ahora se quiere trabajar en sus derivados metálicos del carmínico, donde en la literatura científica hay tantas divergencias”, refirió.

 

Cabe señalar que en México la producción del índigo “es mínima, prácticamente no existe, es local”; hay zonas en Chiapas y Oaxaca donde es cultivado, aunque poco. En el mundo comienza a repuntar, Suiza es uno de los países interesados en ello. El asunto es que es un excelente material; la mayor parte de las pinturas prehispánicas que tienen azules lo utilizaron, afirmó.

 

En el caso de la cochinilla –que no es la única forma natural para obtener rojo, pero es la más sencilla de cultivar y obtener– quienes tomaron la delantera son Perú, que ocupa el primer lugar en su producción, con cerca de cien mil toneladas al año, y en segundo término las Islas Canarias, con unas 20 mil anuales, informó.

 

México no participa ni con el dos por ciento de este comercio mundial, pero tiene el potencial. “Con apoyos técnico-científicos seguramente se podrá avanzar en cuestión de tres a cuatro años”, adelantó.

 

Reyes Salas concluyó que en esta misma línea de trabajo, tienen en puerta el análisis de otros colorantes: palo de Campeche y caléndula (de la que se obtienen amarillos), entre otros.

 

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FOTO 01

 

En la FQ de la UNAM se establecen métodos para determinar la cantidad y contenido de colorante en el índigo y el rojo de cochinilla, afirmó el investigador Octavio Reyes.

 

 

FOTO 02.

 

Octavio Reyes Salas, de la Facultad de Química de la UNAM, es responsable del proyecto por el cual se desarrollan técnicas electroquímicas para análisis de calidad y cantidad de colorante.