06:00 hrs. 20 de Julio de 2007

  

Boletín UNAM-DGCS-443

Ciudad Universitaria

 

 

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DISEÑAN EN LA UNAM MODELO DE ESTRÉS SOCIAL PARA ESTUDIAR LA DEPRESIÓN

 

  • En la Facultad de Medicina ya es probado en el estudio de la neurobiología de ese mal; podría aprovecharse en el desarrollo de nuevos antidepresivos
  • Sus creadores son los investigadores José Alfredo Saldívar González y Astrid Posadas Andrews
  • En México la padecen entre cinco y seis millones de personas. Sus síntomas: descenso del ánimo, baja autoestima, abatimiento, apatía, desaliento o tristeza

 

José Alfredo Saldívar González y Astrid Posadas Andrews, de la Facultad de Medicina de la UNAM, diseñaron un modelo animal de estrés social que ya se prueba en el estudio de la neurobiología de la depresión, y que podría aprovecharse en el futuro para el desarrollo de nuevos antidepresivos.

 

Conocida en siglos anteriores como acedía y melancolía, ahora se le llama depresión, y en México la padecen de cinco a seis millones de personas. Los síntomas más característicos de esta enfermedad psíquica son descenso del ánimo, baja autoestima, abatimiento, apatía, desdicha, desaliento o tristeza abismal. Muchos casos, de no tratarse a tiempo, pueden terminar en suicidio.

 

El modelo de los universitarios reproduce sus aspectos en humanos, como retraimiento, retardo psicomotriz, ausencia de conducta de juego y socialización, dificultades en ingesta de alimentos y agua, miedo o irritación.

 

En él, José Alfredo Saldívar y Astrid Posadas han estudiado el efecto que tiene la imipramina –un antidepresivo tricíclico que inhibe la recaptación de los neurotransmisores noradrenalina y serotonina– en la organización jerárquica entre ratones de laboratorio.

 

“Se usó la imipramina porque representa un patrón de referencia farmacológica confiable (estándar de oro) para el desarrollo de nuevos compuestos antidepresivos y porque, desde que se descubrió como antidepresivo, precisamente, a finales de los años 50, ha permitido diseñar modelos animales para el estudio de la etiopatogénesis de la depresión”, explicaron los investigadores.

 

De cuatro a seis por ciento de la población abierta en el país sufre una depresión mayor; 12.5 por ciento de los habitantes de la Ciudad de México padece algún tipo de este mal; de 25 a 30 por ciento de los pacientes en hospitales y centros de salud también; 60 por ciento del total de los casos atendidos en asistencia psiquiátrica son por esta causa. Empero, de cinco a 10 minutos de ejercicio producen una mejoría notable en estos casos, y 30 minutos, tres veces a la semana, son aconsejables para prevenir la enfermedad.

 

Se sabe a que algunas variables como la ingesta de alimentos, la actividad ambulatoria, la agresividad y el nado forzado pueden ser modificadas en un ratón con la administración de imipramina y que esto permite disponer de pautas de comportamiento útiles para el desarrollo de nuevos antidepresivos.

 

José Alfredo Saldívar y Astrid Posadas colocaron tres ratones machos en un mismo ambiente. A lo largo de 24 horas se establecieron jerarquías entre ellos: dominante, intermedio y subordinado. Después de ese lapso se le administró imipramina al subordinado; y al dominante y el intermedio se les dieron soluciones salinas.

 

Se esperaba que el subordinado, considerado un sujeto que presenta un perfil conductual extraordinariamente parecido al de un humano con depresión, se convirtiera en dominante pero no ocurrió así.

 

“Con todo –dijo José Alfredo Saldívar–, sí hubo una reorganización en la estructura social jerárquica: el dominante reorientó su conducta agresiva del subordinado al intermedio, y éste bajó a subordinado. Sin embargo, es importante señalar que el dominante redujo el total de las agresiones observadas.

 

“El cambio de papeles –agregó Astrid Posadas– se debió probablemente a que la administración del antidepresivo modificó el metabolismo del subordinado y éste dejó de enviar mensajes que facilitaban que el dominante lo agrediera o envió otras señales conductuales u odoríferas que reorientaron la conducta agresiva de aquél.”

 

Cabe aclarar que la conducta agresiva es una característica en muchos modelos animales, pero no es un síntoma de la depresión sino de la psicosis. En los de territorialidad y agresividad, en donde un ratón es intruso y otro residente, éste arremete contra aquél; aunque cuando se le administra imipramina al intruso, éste vence al residente. Sin el tratamiento, lo que se observa es que el residente domina al intruso.

 

En este modelo animal de estrés social para el estudio de la depresión, que es de reclusividad (se parece a una cárcel, un convento, un cuartel), no se indujeron conductas agresivas en el animal subordinado, y la agresión y las actitudes de sumisión, temor y evitación se redujeron dentro del grupo; por otro lado, las conductas de interacción social aumentaron.

 

La ventaja de este modelo –en el que trabajan y Astrid Posadas Saldívar desde 1994– es que reproduce las características de la depresión en el individuo y el impacto que ésta tiene en su entorno.

 

Se le administró imipramina al animal subordinado (considerado deprimido), y la relación entre todos los individuos mejoró. Esto se observa con frecuencia en el ámbito clínico en humanos. Cuando una persona deprimida se somete a tratamiento terapéutico o farmacológico, la calidad de la vida su familia mejora notablemente.

 

“Ése es un punto a favor de nuestro modelo –señaló Saldívar–, pues al reproducir aspectos de la depresión en humanos, arroja la información necesaria para probar fármacos con menos riesgos y detectar, antes de lanzarlos al mercado, si tienen propiedades indeseables.”

 

La industria farmacéutica podría interesarse en este modelo animal de estrés social para el estudio de la depresión. De hecho, ya ha habido contacto con una compañía de EU para que Saldívar y Posadas colaboren en una fase del desarrollo de nuevos antidepresivos.

 

Obviamente ellos no diseñarían los fármacos, ni se encargarían de las pruebas toxicológicas y teratogénicas (para descartar que no propician malformaciones congénitas), pero sí evaluarían el efecto que tienen en la conducta.

 

Su labor será clave, porque la viabilidad de los nuevos antidepresivos depende del desarrollo de modelos vanguardistas como el suyo, que sean capaces de reproducir la extraordinaria complejidad del fenómeno de la depresión en humanos.

 

Ciertos casos de depresión son causados por un procesoneurodegenerativo que puede ser revertido mediante un tratamiento farmacológico y cambios en el estilo de vida.

 

En roedores deprimidos, las neuronas presentan reducción en su tamaño, casi hasta desaparecer, así como en el número de dendritas (ramificaciones o brazos que permiten sinapsis o comunicación entre aquéllas). Algunos antidepresivos favorecen la neurogénesis, es decir, que las células de soporte metabólico, llamadas células gliales, den origen a neuronas funcionales, sobre todo en ciertas zonas del sistema límbico, en particular en el hipocampo, que participa en procesos de aprendizaje y memoria.

 

La actividad sexual y el ejercicio también detonan ese florecimiento de neuronas, no se sabe aún si por causas físicas u hormonales. Algunos casos de depresión pueden mejorar, asimismo, mediante hábitos alimenticios (poco alcohol, poca nicotina, poca carne roja), o  trotar, hacer calistenia, pedalear en una bicicleta estática.

 

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FOTO 01.

 

En la Facultad de Medicina de la UNAM se diseñó un modelo animal de estrés social que ya se prueba en el estudio de la neurobiología de la depresión, y que podría generar nuevos antidepresivos.

 

 

FOTO 02

 

José Alfredo Saldívar González, de la Facultad de Medicina de la UNAM, colaboró en el diseño de un modelo animal de estrés social para el estudio de la neurobiología de la depresión.

 

 

FOTO 03

 

Astrid Posadas Andrews, de la FM de la UNAM, fue una de las autoras del modelo animal para analizar la depresión, que podría aprovecharse para el desarrollo de nuevos antidepresivos.