12:30 hrs. 14 de Julio de 2007

  

Boletín UNAM-DGCS-431

Ciudad Universitaria

 

 


Patricia Bedolla

 Pie de fotos al final del boletín

 

ES UNA CONSTRUCCIÓN SOCIAL EL INSTINTO MATERNAL

 

·        Señaló Patricia Bedolla, profesora de la Facultad de Psicología de la UNAM

·        Desde hace varios años los conceptos de instinto y naturaleza humana no son suficientes para explicar este fenómeno, recalcó

·        Las mujeres tienen más conciencia y pueden adoptar una actitud egocéntrica en el sentido de pensar en su proyecto de vida como profesionistas y personas sociales, aseveró

 

El instinto maternal es una construcción social, algo aprendido y, por tanto, se puede renunciar a él, afirmó Patricia Bedolla, profesora de la Facultad de Psicología de la UNAM.

 

Incluso hay académicas que han hecho una distinción entre maternidad y maternaje. La primera se refiere a los meses de gestación del bebé y el segundo es todo lo que necesita ese “cachorro humano” para convertirse en una persona psíquica con valores, deseos, actitudes y comportamientos éticos, añadió.

 

En la actualidad, esos términos han adoptado matices diferentes, lo cual lleva a confirmar que es demasiado simple explicarlos por un hecho biológico que, si bien es cierto que atraviesa la cultura, también esta última permea en la naturaleza, señaló.

 

Hoy se puede hablar de que el amor maternal tiene niveles, que puede ir de querer mucho a no amar nada. Si realmente fuera instinto, sería impensable que una madre dejara a su hijo dentro de un bote de basura o que pasaran por duros procesos de fertilidad, como la implantación de óvulos fecundados, con tal de ser madres, indicó.

 

Visto así, precisó, la maternidad sería simbólica o un deseo que se construye en el seno de las sociedades y que cambia con la historia. 

 

La especialista en sexualidad comentó que desde hace varios años los conceptos de instinto y naturaleza humana no son suficientes para explicar este fenómeno; no obstante, cuesta trabajo pensar que el amor de una madre por sus hijos, tan poderoso y generalizado, no sea algo innato.

 

En efecto, recalcó, se sigue interpretando en términos de obligación y a pesar de las intenciones liberales, se experimenta casi siempre como una aberración o un escándalo que una mujer no quiera a sus hijos, y se está dispuesto a explicarlo y justificarlo, antes que admitir el hecho de su brutalidad.

 

Por ello, debe tomarse en cuenta que no por tener una estructura física apta para dar vida se posee toda la construcción psíquica para educar a un hijo, luego entonces es algo que la sociedad indica, agregó.

 

En todo caso, el estereotipo persistente de madre ha quedado vinculado a la subordinación, por lo que a cierta edad se debe elegir entre dar a luz u optar por el desarrollo profesional, apuntó la integrante del Programa de Sexualidad Humana de la FP de la UNAM.

 

Debe quedar claro que no sólo son madres, sino mujeres que ante la maternidad entran en contradicción por una serie de exigencias impuestas por la sociedad. Se trata, abundó, de “máscaras” que se le imponen a esta condición, cuando en realidad implica esfuerzos, renuncias, conflictos, enojos, responsabilidades y frustraciones.

 

La psicóloga refirió que entre las principales razones que llevaron a la mujer a optar o no por tener hijos fueron la posibilidad de llegar a espacios públicos, que pudiera reconocerse en la autonomía e independencia; además del surgimiento de la píldora anticonceptiva.

 

Esa base posibilitó cambiar su destino como madres. Ahora tienen más conciencia y pueden adoptar una actitud egocéntrica en el sentido de que piensan en su proyecto de vida como profesionistas y personas sociales, sentenció.

 

Dentro de este contexto, acotó, muchas veces no entra el cuidado de un hijo, sobre todo porque se sabe que si bien se han ganado espacios sociales, aún es responsabilidad de la mujer el maternaje. 

 

Se dice, detalló, que una forma de cambiar esta situación es modificar los sistemas de parentesco; en ese sentido, el hombre debería involucrarse en la crianza de los hijos, y cambiar la concepción de maternidad con el hombre ausente del hogar y sólo como proveedor económico.

 

Es importante para ello, que se deje de idealizar el papel de madre, verla como un ser humano con limitaciones y aspiraciones. Si se hace notar el compromiso que implica el cuidado de los hijos y se maneja como una responsabilidad compartida entre hombres y mujeres, se tendrán en la sociedad menos seres humanos frustrados o violentos y más empáticos con los otros, concluyó.

 

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FOTO 01

 

Es demasiado simple explicar la maternidad como un hecho biológico, afirmó Patricia Bedolla, académica de la Facultad de Psicología de la UNAM.

 

 

FOTO 02.

 

El instinto maternal es una construcción social, algo aprendido y, por tanto, se puede renunciar a él, aseguró Patricia Bedolla, integrante del Programa de Sexualidad Humana de la UNAM.