12:00 hrs. 09 de Junio de 2007

  

Boletín UNAM-DGCS-354

Ciudad Universitaria


Ruy Pérez Tamayo

Pie de fotos al final del boletín

 

SIN CIENCIA Y TECNOLOGÍA SE CONDENA A LA SOCIEDAD A UNA VIDA DE SOMETIMIENTO

 

·        El profesor emérito de la UNAM Ruy Pérez Tamayo dijo que ese atraso significa renunciar a la autonomía que permite el desarrollo personal y colectivo

·        Dictó la conferencia La ciencia en México: hoy y mañana, donde afirmó que esa actividad puede hacer contribuciones fundamentales

·        A finales del siglo XX en México había cinco científicos por cada 10 mil integrantes de la PEA; en Turquía 7, en Francia 59, en Suecia 68 y en Estados Unidos 74, recordó

 

En un mundo que depende cada vez más del dominio de la ciencia y de la tecnología, el rezago del país en incorporarse al desarrollo de ambos sectores condena a la sociedad a decisiones e intereses de los que generan y explotan el conocimiento en el extranjero, así como a las religiones que no toleran la libertad de pensamiento, aseguró Ruy Pérez Tamayo, profesor emérito de la UNAM.

 

Añadió que ese atraso significa renunciar a la autonomía que permite el crecimiento personal y colectivo de las aspiraciones propias de una sociedad plural.

 

En la conferencia La ciencia en México: hoy y mañana, refirió que el avance de esa actividad en la segunda mitad del siglo XX ocurrió a pesar y en contra de malas “influencias”. Por ello, se puede postular que en la  primera mitad de la presente centuria la situación seguirá siendo la misma, continuará creciendo como lo ha hecho hasta ahora, a pesar y en contra de las crisis económicas y el abandono  del gobierno.

 

En el marco del octavo aniversario del ciclo La ciencia más allá del aula, organizado en la Facultad de Química y coordinado por Lena Ruiz, señaló que esa actividad puede hacer contribuciones fundamentales, siempre y cuando tenga el tamaño y los recursos para generar los conocimientos, y así lograr una mejor sociedad.

 

No se trata solamente de su capacidad para encontrar soluciones a lo graves problemas ambientales, que en la situación de emergencia ecológica actual no sería una contribución menor; “se trata, sobre todo, del efecto positivo que tiene en el ser humano el mejor saber científico de sí mismo, de la especie y del resto de la naturaleza, sobre los niveles de tolerancia y de respeto para todo lo que lo rodea”, abundó.

 

Recordó que a finales del siglo pasado, la comunidad científica mexicana estaba conformada por 6 mil 246 integrantes, miembros del Sistema Nacional de Investigadores (SNI), para una población de 99.8 millones de habitantes, es decir, menos de un científico, 0.65, por cada 10 mil personas, mientras que en Chile había 3, en Cuba 4, en España 5.5, en Canadá 11, en EU 35 y en Alemania 42.

 

Otro parámetro revela que en México había cinco científicos por cada 10 mil integrantes de la Población Económicamente Activa, mientras que en Turquía había 7, en Francia 59, en Suecia 68 y en Estados Unidos 74.

 

La matricula de educación superior en esa fecha era de dos millones de alumnos, pero los inscritos en carreras como biología, química, física y matemáticas representaban 1.7 por ciento del total, contra 28 de los inscritos en economía, administración y contaduría.

 

Se recibieron 1 mil 109 doctores en todas las áreas, mientras que en Corea del Sur fueron 5 mil 587; 6 mil 600 en Brasil, y 45 mil 481 en EU. “Las diferencias, por supuesto, no  se deben al tamaño de la población, ya que España tiene menos de la mitad de los habitantes que México, pero graduó a cinco veces más doctores, y EU, con el triple de habitantes, lo hizo 45 veces más”, informó.

 

La pobre producción de doctores y, por lo tanto, de investigadores, era una manifestación más del subdesarrollo de la ciencia y la tecnología en el país, una profesión y actividad poco conocida, sin prestigio social, pésimamente remunerada, sujeta a vaivenes políticos y manejada por administradores que la desconocen.

 

En aquel año, México dedicaba 0.35 del PIB a ciencia y tecnología, contra el 2.52 de Alemania o 4.27 de Suecia, detalló.

 

En un escenario pesimista del futuro de la ciencia en México, dijo Pérez Tamayo, se verá el estancamiento de la economía nacional, que continuará sin modificación o con un descenso aún mayor, reduciendo la inversión del Estado. Al mismo tiempo el discurso oficial retomará los grandes problemas nacionales, al señalar que en tiempos de crisis debe atenderse lo urgente y después lo importante. Se dirá que la ciencia básica es fundamental, pero al mismo tiempo se reducirá el apoyo a la misma.

 

Se frenará el crecimiento de la comunidad, se reducirá la matrícula en campos científicos y seguirá aumentando en áreas de administración y servicios; la comunidad especializada seguirá envejeciendo, hasta que su número disminuya poco a poco, advirtió.

 

El escenario optimista consistiría en que los legisladores aprueben la reforma fiscal. “El Estado por fin contaría con más recursos, aumentarían las exportaciones, mejoraría el gasto en educación”, mencionó.

 

También se promovería el desarrollo de la ciencia y tecnología, se garantizaría el empleo y facilidades de trabajo a estudiantes que concluyen sus doctorados o posdoctorados. Se incrementaría la demanda de carreras científicas y de quienes se dedican a esa actividad.

 

Estuvieron presentes en el acto el director general de Asuntos del Personal Académico, Alipio Calles Martínez; la secretaria general de la FQ, María del Carmen de Teresa, y la investigadora Lena Ruiz.

 

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FOTO 01

Lena Ruiz, Ruy Pérez Tamayo y María del Carmen de Teresa, previo a la conferencia La ciencia en México: hoy y mañana, que dictó el segundo en la Facultad de Química de la UNAM.

 

FOTO 02.

Ruy Pérez Tamayo, profesor emérito de la UNAM, dijo que el rezago del país en incorporarse al desarrollo de ciencia y tecnología condena a la sociedad a decisiones e intereses del extranjero.