Boletín
UNAM-DGCS-351
Ciudad Universitaria
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Mejor conocido como lipofobia, uno de los
criterios diagnósticos de la anorexia y bulimia, explicó Gilda Gómez
Peresmitré, de la Facultad de Psicología de la UNAM
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Es un temor exagerado, enfermizo e
irracional a subir de peso, que lleva a las personas a evitar su propio cuerpo,
a no verse en el espejo y a autovalorarse negativamente, dijo
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De acuerdo con sus investigaciones, existen
niños desde los 6 años insatisfechos con su imagen corporal y con una actitud
negativa hacia la obesidad
El miedo exagerado, enfermizo e irracional a engordar, mejor conocido como lipofobia, es uno de los criterios diagnósticos de la anorexia y la bulimia, y se manifiesta como insatisfacción y distorsión de la imagen corporal, afirmó Gilda Gómez Peresmitré, de la Facultad de Psicología de la UNAM.
La experta explicó que tal incomodidad consiste en decir “no estoy a gusto, no me gusta la forma o el tamaño de mi cuerpo”, sin importar que sea delgada, y la deformación a percibirse y sentirse gorda aunque, incluso, esté por debajo de su peso saludable.
Ese temor lleva a las personas a evitar su propia corporeidad, a no
verse en el espejo y a autovalorarse negativamente con adjetivos como “estoy
fea, cerda” y otros términos que hacen al organismo producir estímulos de
ansiedad, detalló.
La experta señaló que la anorexia y bulimia presentan una serie de síntomas para consolidarse, además de factores de riesgo que pueden llevar a su desarrollo. Entre ellos se encuentra la preocupación por el peso y la realización de dietas.
Según el estudio Factores de riesgo en trastornos de la conducta
alimentaria, realizado por Gómez Peresmitré y su equipo de trabajo, existen
niños desde los 6 años insatisfechos con su imagen corporal, a quienes no les
gusta su cuerpo y con una actitud negativa hacia la obesidad.
En una muestra de 8 mil 673 hombres y mujeres de tres diferentes
grupos: de
La investigación refiere que el factor de riesgo “preocupación por el
peso” es uno de los más frecuentes como antecedente de trastornos de conducta
alimentaria. Más del 60 por ciento de los niños y niñas más pequeños ya se
preocupan por este indicador.
Se halló que el seguimiento de dietas para su control
es uno de los elementos de mayor riesgo. Entre las niñas, en cada uno de los
tres grupos de edad, la mitad dijo privarse de comida para controlar su talla.
Además, se señala que la gran mayoría de los
investigados (63 por ciento) presentan una actitud negativa hacia la obesidad,
calificando a una niña gorda como “fea, tonta, prieta y asquerosa”. El resto le
da atributos positivos (“simpática, alegre”) y respuestas neutrales (“grande,
pesada”).
Estos resultados muestran que el término “obesidad” es altamente
peyorativo. Además, se produce el “efecto del halo”, es decir, aquel en donde
se generaliza una característica positiva o negativa a todas las actividades o
conductas de una persona. Por ejemplo, se suele pensar que una chica rubia es
“tonta, hueca y superficial”.
La lipofobia se inicia, generalmente, con una autovaloración negativa
del cuerpo, influidos por los criterios impuestos, llamados de la “delgadez”,
que en su expresión patológica es, literalmente, la de piel pegada al hueso, y
en su expresión normal, un culto a la apariencia física en donde se olvidan
otras cualidades y valores para enfocarse al “cómo nos vemos”, añadió la
experta.
Dicha ansiedad tiende a agudizarse durante el desarrollo de
Así sucede que se inician e incrementan conductas de “evitación”, es
decir, se rehuye el consumo de comida, y se hacen dietas o ayunos extremos.
En el corto plazo, explicó Gilda Gómez Perezmitré, esa conducta reduce
el apetito, se pierde peso y se mantiene un tono vital alto, lo que refuerza el
sentimiento de autocontrol. No obstante, en el largo plazo, cuando la falta de
ingesta se prolonga, se reduce el ritmo metabólico basal y se detiene la
pérdida de peso –a menos que disminuya más la ingesta–, y se incrementa la
probabilidad de ganar peso y ansiedad.
Es por ello que en la anorexia, el paciente no puede escapar de la
situación aversiva, ni siquiera cuando ya tiene una talla baja. Siempre estará
presente la ansiedad que conlleva el riesgo de engordar. Si no se detiene ese
círculo vicioso, inexorablemente el deterioro físico y mental será cada vez más
grave y dará lugar a otras enfermedades, e incluso, a la muerte, finalizó.
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FOTO 01
Gilda Gómez
Peresmitré, de la FP de la UNAM, señaló que el miedo exagerado a engordar,
mejor conocido como lipofobia, se manifiesta como insatisfacción y distorsión
de la imagen corporal.
FOTO 02.
El término
“obesidad” entre menores de edad es peyorativo, quienes dan una característica
positiva o negativa a todas las actividades o conductas de una persona, dijo
Gilda Gómez, de la FP de la UNAM.