Boletín
UNAM-DGCS-302
Ciudad Universitaria
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El sistema climático
produce una serie de registros que han hecho posible la interpretación del
clima del pasado, así como la realización de predicciones, aseguró
Al dictar
Éstos pueden ser
episódicos o continuos, y son de alta resolución, es decir, de los cuales se
puede obtener información anual, de decenas de años e, incluso, milenaria,
abundó en el auditorio Carlos Graef de la Facultad de Ciencias.
Tales registros son las
capas de hielo polares, los anillos de crecimiento de los árboles, los corales
y los sedimentos marinos y lacustres, detalló.
Con ellos se ha podido
determinar que la época actual, el Holoceno, última etapa del periodo geológico
llamado Cuaternario, no ha sido un estadio interglacial templado sin cambios
radicales en el clima, enfatizó. Su variabilidad, si bien no ha sido drástica,
sí se considera fuerte, y se han podido precisar fenómenos fríos y cálidos de
modo relativamente abrupto.
En el hielo se ha
asentado la historia del clima año tras año. Gracias a la obtención de
“núcleos” a profundidades que pueden alcanzar más de dos mil metros, se han
podido analizar las burbujas de bióxido de carbono ahí contenidas, para
determinar cómo ha cambiado la temperatura, aseveró.
Es el más importante de los llamados “de efecto invernadero” y, junto
con el metano, es causa del calentamiento global, pues producen un aumento del
gradiente. Es decir, precisó la experta, gracias al análisis de gases
contenidos en las capas de hielo se ha determinado cómo ha fluctuado la
temperatura en los últimos 150 mil años.
Otro indicador de alta
resolución es el que conforman los anillos de crecimiento de los árboles, ya
que en los años de sequía ellos se estrechan, es decir, son más delgados, y
viceversa, aclaró.
Un registro más son los
corales, que crecen en bandas de carbonato de calcio. Con El Niño hay un
aumento de la temperatura superficial que genera mayor desarrollo de esos
ecosistemas, hecho que se evidencia en dichas marcas. Así, refirió, con un
análisis de isótopos estables, se pueden reconstruir las paleotemperaturas.
Los sedimentos de
cuerpos de agua continentales y marinos se suman a las “evidencias”
naturales. En este caso, resaltó, la
longitud de los núcleos obtenidos también es extensa y de resolución. Ahí se
encuentran microfósiles, como organismos planctónicos, esporas de polen,
diatomeas marinas o lacustres y radiolarios. “Son importantes porque tienen
afinidades ecológicas marcadas, que ayudan a hacer interpretaciones de cómo
fueron las condiciones en que vivieron”.
Los radiolarios, expuso,
son protozoarios que viven en toda la columna de agua, hasta miles de metros de
profundidad; hay especies directamente relacionadas con esas masas y variables
como temperatura, profundidad y disponibilidad de nutrientes. Aparecieron en el
Cámbrico y se caracterizan porque tienen esqueletos de sílice con formas
espectaculares.
Relató que se realizó
una investigación en el sur del Golfo de California, en Bahía de La Paz –con
Ahí se encontró que las
diferentes masas de agua son: subtropical, del Golfo de California y
superficial, caracterizadas por sus diferentes temperaturas y salinidad. La más
profunda es densa, salada y fría. No obstante, ahí hay poco contenido de
oxígeno disuelto, especificó.
Ese sitio es
extraordinario. De hecho, se trata de la cuenca oceánica más joven del planeta,
con sólo cuatro millones de años; ahí, se usaron como “paleosensores” a los
radiolarios, además de otros, geoquímicos y magnéticos, indicó.
Estos organismos se
analizaron centímetro a centímetro. Se encontraron 136 especies asociadas a
diferentes temperaturas. Asimismo, no sólo se registraron ocho eventos
importantes de cambio de clima, sino que cinco de ellos resultaron ser de
carácter global, es decir, también han sido observados en otras partes del
mundo.
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Los registros naturales para
investigar el clima del pasado lo constituyen las capas de hielo polares,
anillos de crecimiento de árboles, corales y sedimentos, dijo la experta de