06:00 hrs. 18 de Mayo de 2007

  

Boletín UNAM-DGCS-302

Ciudad Universitaria

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PRODUCE SISTEMA CLIMÁTICO REGISTROS  QUE HACEN POSIBLES LAS PREDICCIONES

 

  • Aseguró Ligia Pérez Cruz, investigadora del Instituto de Geofísica de la UNAM
  • El estudio de la temperatura del pasado requiere indicadores naturales, como capas de hielo, anillos de crecimiento en árboles, corales y sedimentos, dijo
  • Dictó la conferencia Paleoclimatología y paleoceanografía  en registros naturales de alta resolución, en el marco de la III Semana de Paleobiología

 

El sistema climático produce una serie de registros que han hecho posible la interpretación del clima del pasado, así como la realización de predicciones, aseguró Ligia Pérez Cruz, investigadora del Instituto de Geofísica (IGf) de la UNAM

 

Al dictar la conferencia Paleoclimatología y paleoceanografía en registros naturales de alta resolución, en el marco de la III Semana de Paleobiología, explicó que el estudio climático de épocas remotas requiere no de indicadores instrumentales como los que se usan para medir las condiciones promedio referentes a varias décadas –como estaciones meteorológicas, instrumentos, boyas, satélites y telemetría, que determinan humedad, precipitación, temperatura o velocidad del viento–, sino de los llamados naturales.

 

Éstos pueden ser episódicos o continuos, y son de alta resolución, es decir, de los cuales se puede obtener información anual, de decenas de años e, incluso, milenaria, abundó en el auditorio Carlos Graef de la Facultad de Ciencias.

Tales registros son las capas de hielo polares, los anillos de crecimiento de los árboles, los corales y los sedimentos marinos y lacustres, detalló.

 

Con ellos se ha podido determinar que la época actual, el Holoceno, última etapa del periodo geológico llamado Cuaternario, no ha sido un estadio interglacial templado sin cambios radicales en el clima, enfatizó. Su variabilidad, si bien no ha sido drástica, sí se considera fuerte, y se han podido precisar fenómenos fríos y cálidos de modo relativamente abrupto.

 

En el hielo se ha asentado la historia del clima año tras año. Gracias a la obtención de “núcleos” a profundidades que pueden alcanzar más de dos mil metros, se han podido analizar las burbujas de bióxido de carbono ahí contenidas, para determinar cómo ha cambiado la temperatura, aseveró.

 

Es el más importante de los llamados “de efecto invernadero” y, junto con el metano, es causa del calentamiento global, pues producen un aumento del gradiente. Es decir, precisó la experta, gracias al análisis de gases contenidos en las capas de hielo se ha determinado cómo ha fluctuado la temperatura en los últimos 150 mil años.

 

Otro indicador de alta resolución es el que conforman los anillos de crecimiento de los árboles, ya que en los años de sequía ellos se estrechan, es decir, son más delgados, y viceversa, aclaró.

 

Un registro más son los corales, que crecen en bandas de carbonato de calcio. Con El Niño hay un aumento de la temperatura superficial que genera mayor desarrollo de esos ecosistemas, hecho que se evidencia en dichas marcas. Así, refirió, con un análisis de isótopos estables, se pueden reconstruir las paleotemperaturas.

 

Los sedimentos de cuerpos de agua continentales y marinos se suman a las “evidencias” naturales.  En este caso, resaltó, la longitud de los núcleos obtenidos también es extensa y de resolución. Ahí se encuentran microfósiles, como organismos planctónicos, esporas de polen, diatomeas marinas o lacustres y radiolarios. “Son importantes porque tienen afinidades ecológicas marcadas, que ayudan a hacer interpretaciones de cómo fueron las condiciones en que vivieron”.

 

Los radiolarios, expuso, son protozoarios que viven en toda la columna de agua, hasta miles de metros de profundidad; hay especies directamente relacionadas con esas masas y variables como temperatura, profundidad y disponibilidad de nutrientes. Aparecieron en el Cámbrico y se caracterizan porque tienen esqueletos de sílice con formas espectaculares.

 

Ligia Pérez Cruz puntualizó que una de las bondades de la micropalentología es que en una pequeña cantidad de sedimento se puede encontrar gran abundancia de reactivos y especies o taxa.

 

Relató que se realizó una investigación en el sur del Golfo de California, en Bahía de La Paz –con 420 metros de profundidad– y, dentro de ella, en la cuenca Alfonso, con el Buque Oceanográfico El Puma.

 

Ahí se encontró que las diferentes masas de agua son: subtropical, del Golfo de California y superficial, caracterizadas por sus diferentes temperaturas y salinidad. La más profunda es densa, salada y fría. No obstante, ahí hay poco contenido de oxígeno disuelto, especificó.

 

Ese sitio es extraordinario. De hecho, se trata de la cuenca oceánica más joven del planeta, con sólo cuatro millones de años; ahí, se usaron como “paleosensores” a los radiolarios, además de otros, geoquímicos y magnéticos, indicó.

 

Estos organismos se analizaron centímetro a centímetro. Se encontraron 136 especies asociadas a diferentes temperaturas. Asimismo, no sólo se registraron ocho eventos importantes de cambio de clima, sino que cinco de ellos resultaron ser de carácter global, es decir, también han sido observados en otras partes del mundo.

 

Ligia Pérez Cruz concluyó que, desde la perspectiva del paleobiólogo, el cambio de clima es una cuestión normal; forma parte de la variabilidad natural del planeta.

 

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FOTO 01.

Ligia Pérez Cruz, del Instituto de Geofísica de la UNAM, dictó la conferencia Paleoclimatología y paleoceanografía  en registros naturales de alta resolución, en la III Semana de Paleobiología.

 

FOTO 02

Los registros naturales para investigar el clima del pasado lo constituyen las capas de hielo polares, anillos de crecimiento de árboles, corales y sedimentos, dijo la experta de la UNAM Ligia Pérez.