06:00  hrs. 16 de Mayo de 2007

  

Boletín UNAM-DGCS-296

Ciudad Universitaria

 


Anastasia Banaszak

Pies de foto al final del boletín

 

DAÑA LA RADIACIÓN ULTRAVIOLETA A LOS CORALES EN TODO SU CICLO DE VIDA

 

·        Señaló Anastazia Banaszak, investigadora del Instituto de Ciencias del Mar y Limnología de la UNAM

·        Intervino en el marco de la reunión académica organizada con motivo del XXV aniversario de esa entidad

·        La científica refirió que se incrementa la mortalidad en los corales arrecifales debido al efecto nocivo de la radiación ultravioleta

 

La radiación ultravioleta (RUV) aumenta la mortalidad de los corales en sus etapas de larva y juveniles, y reduce la reproducción en los adultos, señaló Anastazia Banaszak, de la Unidad Académica Puerto Morelos del Instituto de Ciencias del Mar y Limnología (ICMyL) de la UNAM, con sede en Quintana Roo, quien añadió que según los experimentos realizados por su equipo de investigación no hay etapas más sensibles que otras ante esa exposición, sino que todo el ciclo de vida de esos animales se ve alterado.

 

Por otro lado, se incrementa la mortalidad debido al efecto nocivo de la RUV en presencia de contaminantes, como hidrocarburos aromáticos policíclicos, aseguró en el marco  del XXV aniversario de esa entidad.

 

Al ahondar en el mayor efecto de la RUV en presencia de contaminantes, señaló que en las pruebas, con media hora de exposición a la radiación solar al medio día y con fluoranteno, las larvas de algunas especies son sensibles, y con “16 partes por billón de ese hidrocarburo puede morir 50 por ciento de ellas”.

Los corales, recordó la experta, ayudan a la biodiversidad de los mares. Al construir estructuras geológicas crean  nichos para una gran diversidad de organismos asociados a arrecifes coralinos. Se encuentran en aguas tropicales costeras en el Golfo de México, el Caribe mexicano y el Pacífico, sitios que reciben altas dosis de RUV.

 

La universitaria, quien realiza su investigación en el Caribe mexicano, principalmente cerca de Puerto Morelos, además trabajó con la especie Porites divaricata, que fue expuesta cuatro horas, a la misma sustancia y después de tres a seis días se encontró que 31.4 partes por billón de fluoranteno es suficiente para causar blanqueamiento o pérdida de coloración del coral a 50 por ciento de las colonias expuestas.

 

Favia fragum, especie  fácil de manejar en laboratorio o en acuarios, produce larvas de uno o dos milímetros, las cuales se “asientan” formando juveniles y a partir de éstos se transforman en adultos. “Si se exponen colonias adultas por tres semanas a la luz solar sin RUV antes de su desove, la cantidad de larvas generadas aumenta nueve veces en comparación a colonias expuestas a luz solar con RUV”.

 

Eso significa que los recursos que normalmente se usan para reproducción tienen que ser reasignados para reparar el daño causado por la radiación ultravioleta o bien para protegerse, apuntó.

 

Además, agregó Anastazia  Banaszak, en ausencia de RUV disminuye el tiempo en que se asientan las larvas, de siete a dos días; ello significa que las no expuestas inician antes su etapa juvenil. Para el grupo de esos organismos en etapa juvenil se halló que al estar ante la RUV tienen más mortalidad de acuerdo con datos obtenidos de la tesis de maestría de Braulio Ávila Ramírez.

 

Otro objetivo del grupo de trabajo es cuantificar de forma más precisa el daño, por lo que se inició un proyecto financiado por el DGAPA-PAPIIT para determinar la afectación al ADN de corales, en particular, en la especie Porites astreoides. Se quieren saber los efectos en el material genético del hospedero (coral) y sus simbiontes (microalgas  en simbiosis con él). Se detectó que en el campo, el primero tiene alrededor del ocho por ciento de esa información perturbada, mientras que los segundos presentan alrededor del tres por ciento.

“La buena noticia es que es posible identificar tal daño, tanto en las algas como en el hospedero en condiciones naturales”, subrayó. Por ello la cuantificación del daño del ADN representaría una técnica útil para comparar los efectos negativos entre especies y bajo diferentes condiciones lumínicas.

 

Recordó que los corales tienen habilidades de autoprotección, que incluyen factores físicos, por ejemplo, moco para absorber o reflejar la radiación y proteger los componentes sensibles de la célula.

 

Pero también hay barreras químicas, como micosporinas parecidas a aminoácidos. Son 20 diferentes compuestos, eficientes en absorber RUV y presentes en muchos organismos acuáticos. Otros “escudos” pueden ser los “cromóforos todo proteína”, explicó.

 

Anastazia Banaszak dijo que no se sabe mucho de la reparación del daño en los corales. Hay muchas preguntas y es poco lo que se conoce de la fotobiología en áreas de alta RUV, porque se ha hecho más investigación en la Antártida debido al adelgazamiento de la capa de ozono.

 

Consideró importante seguir con el estudio y ver su impacto en especies con ciclos de vida más complicados, como los corales con desove masivo; el efecto de otros contaminantes sobre corales y organismos arrecifales; el daño al ADN en relación con el ciclo diurno, cambios estacionales y de profundidad, y describir mecanismos de protección.

 

En su oportunidad, el investigador Enrique Lozano abordó la Coexistencia de langostas congenéricas en el hábitat arrecifal coralino, donde señaló que en el Caribe hay dos especies: Panulirus guttatus o pinta, y la Panulirus argus langosta común. La primera está restringida al hábitat coralino toda su vida, mientras que la otra ocupa diversidad de ambientes en el arrecife.

 

P. argus vive de manera solitaria en las macroalgas y por eso se le conoce como juvenil algal. Conforme crece se encuentra en refugios estructurados, en bases de esponjas, corales, hendiduras del sustrato calcáreo y en el arrecife. Es una langosta que se traslada desde la plataforma arenosa y hasta 60 u 80 metros de profundidad.

 

Mientras, P. guattus está solo en el arrecife, al cual usa no sólo de refugio, sino de sustrato alimenticio; ahí lleva a cabo toda su actividad biológica. No hay defensa grupal ante el peligro; su principal estrategia es retraerse. En tanto, P. argus se defiende en grupo dentro y fuera del refugio. A los depredadores los ataca de manera coordinada.

 

La abundancia de la langosta pinta es influida por la de depredadores; no ocurre así para la común. No obstante, la presencia en el estudio en Puerto Morelos es mucho mayor en el primer caso, al ser la dominante en el hábitat arrecifal coralino, finalizó.

 

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FOTO 1.

La radiación ultravioleta aumenta la mortalidad de los corales en sus etapas de larva y juveniles, y reduce la reproducción en los adultos, señaló Anastazia Banaszak, del ICMyL de la UNAM.

 

FOTO 2

El investigador Enrique Lozano dictó la conferencia Coexistencia de langostas congenéricas en el hábitat arrecifal coralino, en el ICMyL de la UNAM.