06:00  hrs. 2 de Mayo de 2007

  

Boletín UNAM-DGCS-264

Ciudad Universitaria

 

Pie de fotos al final del boletín

 

DISEÑAN EN LA UNAM PRUEBA DE OLORES PARA EL DIAGNÓSTICO TEMPRANO DEL ALZHEIMER

 

·        A cargo de Rosalinda Guevara Guzmán, coordinadora de Investigación de la Facultad de Medicina, y sus colaboradores

·        Se desarrolla a partir del hecho de que los pacientes  presentan pérdida de la sensibilidad olfatoria cuando manifiestan este mal

·        Hasta hoy no existe, en ninguna parte del mundo, un fármaco capaz de detener el deterioro mental que supone esta neuropatía

 

Rosalinda Guevara Guzmán, coordinadora de Investigación de la Facultad de Medicina de la UNAM, y sus colaboradores diseñan una prueba de olores nacionales para el diagnóstico temprano de la enfermedad de Alzheimer.

 

El objetivo es que, una vez obtenida, se aplique en cualquier consultorio geriátrico a personas de uno y otro sexo mayores de 60 años con un alto riesgo de sufrir dicho trastorno, sin importar su nivel socioeconómico ni a qué región del país, urbana o rural, pertenecen.

 

Ello porque hasta hoy no existe, en ninguna parte del mundo, un fármaco capaz de detener, siquiera un poco, el deterioro mental que lleva a una persona a adentrarse en ese laberinto sin recuerdos, propio de la neuropatía.

 

 

La enfermedad de Alzheimer comienza por atacar el hipocampo –una sección del hemisferio derecho del cerebro, localizada debajo de la amígdala, que forma parte del sistema límbico y desempeña un papel importante en la memoria–, lo cual explica por qué los olvidos constituyen la primera señal de alarma.

 

Afecta en mayor medida a las mujeres, porque al llegar a la menopausia éstas pierden los estrógenos neuroprotectores y porque viven, en promedio, más que los hombres.

 

Las cifras revelan que el 10 por ciento de los casos tiene un origen genético, hereditario; 90 por ciento presenta una etiología desconocida; un uno por ciento de la población en México la padece (dentro de 20 años, cuando 15 por ciento de aquella rebase los 65 años de edad, dicho porcentaje se podría incrementar a cinco por ciento), y 40 mil dólares cuesta al año la manutención y los cuidados de un paciente con esta enfermedad en Estados Unidos.

 

Aunque la prueba de olores que se diseña en la Facultad de Medicina es similar a la desarrollada en 1984 en la Universidad de Pennsylvania, Estados Unidos, para la población sajona, los investigadores universitarios partieron de cero, ya que los olores con los que están familiarizados los ancianos sajones y los mexicanos no son los mismos.

 

“En efecto, con la prueba de la Universidad de Pennsylvania pudieron detectarse 10 olores asociados a la enfermedad de Alzheimer. Así, según evidencias, se estableció que los enfermos sajones no perciben mentol, limón, clavo, piel curtida, humo de cigarro, gas doméstico, fresa, lilas, piña y jabón. Para nosotros, los mexicanos, los más allegados son otros. Esto lo demostró una muestra de familiaridad que realizamos como un primer paso necesario para estandarizar la prueba olfativa que estamos desarrollando en la UNAM”, explicó Guevara Guzmán.

 

Los más familiares

 

La mencionada indagatoria de familiaridad de olores se aplicó a mil 300 personas (hombres y mujeres de distintas edades y diferentes estatus socioeconómicos), del norte, centro y sur del país.

 

Los resultados indicaron que los olores más familiares son, entre los cítricos: naranja, limón y guayaba; de los frutales: manzana y plátano; de los herbales: cilantro y hierbabuena; de los florales: manzanilla y rosas, y de las especies: ajo y canela. También se probaron otros como café, cebolla, chile y chocolate.

 

Con esa información, Guevara Guzmán y sus colaboradores conformaron una lista de 20 olores nacionales, de los cuales se seleccionaron 10: naranja, limón, ajo, canela, cilantro, hierbabuena, manzanilla, rosas, plátano y café.

 

“El siguiente paso –señaló la investigadora universitaria– fue determinar a qué concentraciones eran percibidos estos 10 olores por un grupo de jueces, integrado por  jóvenes de 18 a 20 años, con una sensibilidad olfatoria en plenitud.”

 

A continuación, la prueba de los 10 olores se aplicó a personas de 60 a 94 años de edad, sin síntomas de deterioro en su memoria ni problemas en la vía olfatoria por gripe o cirugía. El propósito era descubrir con cuáles de aquellos estaban más familiarizados y establecer a qué concentraciones son percibidos y reconocidos por la población de la tercera edad.

 

Aún falta establecer a qué concentraciones son percibidos un par de olores antes de fijar la estandarización de la prueba, que se aplicará en población abierta.

 

Si se detecta que alguno de los sujetos de más de 60 años ya no percibe ni reconoce cierto olor a la concentración estandarizada o que ésta debe aumentarse para que pueda identificarlo, se le dará seguimiento para ver si en dos o tres años padece la enfermedad de Alzheimer.

 

De este modo podremos ver qué tan correlacionado está el catálogo de olores y sus concentraciones con las personas que tienen dicha enfermedad, apuntó Guevara Guzmán.

 

 

Aminoácidos neurotransmisores

 

La prueba de olores nacionales, en cuyo diseño participan también investigadores de la Facultad de Química, se complementará con trazadores de diagnóstico molecular para determinar niveles de aminoácidos y neuroesteroides (hormonas implicadas en los procesos de memoria, neuroprotección y envejecimiento del sistema nervioso central).

 

Se sabe que hay una estrecha relación entre cambios cerebrales y plasmáticos de ciertos neuroesteroides (en tanto moduladores de la neurotransmisión), así como alteraciones cognitivas y emocionales propias de los procesos del envejecimiento normal y patológico.

 

Además, investigadores estadounidenses han descubierto que algunos aminoácidos neurotransmisores cambian sus perfiles de liberación en sujetos con la enfermedad de Alzheimer.

 

Por eso, Guevara Guzmán y sus colaboradores trabajan con técnicas de cromatografía para medir en plasma de sangre los niveles de liberación de dichos aminoácidos y ver si tienen alguna relación con la pérdida de la percepción de olores en personas de más de 60 años. De tenerla, estarían contribuyendo con trazadores o marcadores de la enfermedad como otra estrategia para su diagnóstico temprano.

 

Test minimental

 

La prueba de olores nacionales se complementará con un test minimental que se elabora en la Escuela Nacional de Enfermería y Obstetricia, y que servirá para determinar qué tantos recuerdos posee un individuo con la enfermedad de Alzheimer, y así descartar o confirmar problemas cognitivos; por ejemplo, si puede o no dibujar objetos familiares como un reloj.

 

“En otros lugares se han hecho estudios sensoriales que indican pérdida de la sensibilidad olfatoria en los pacientes con la enfermedad de Alzheimer, pero en ningún lado ha habido un tratamiento multidisciplinario como éste que se da en la UNAM para detectar y retardar la aparición de sus síntomas”, concluyó Guevara Guzmán.

-oOo-

FOTO 1.

Rosalinda Guevara Guzmán, de la Facultad de Medicina de la UNAM, y sus colaboradores diseñan una prueba de olores nacionales para el diagnóstico temprano de la enfermedad de Alzheimer. 

FOTO 2

Científicos de la UNAM preparan una prueba de detección temprana de Alzheimer basada en los olores. Se desarrolla a partir de que los pacientes presentan pérdida de la sensibilidad olfatoria con este mal.