Boletín
UNAM-DGCS-226
Ciudad Universitaria
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final del boletín
OCUPA MÉXICO EL PRIMER LUGAR EN CACTÁCEAS AMENAZADAS
• Advirtió
María del Carmen Mandujano Sánchez, investigadora del
Instituto de Ecología de la UNAM
• En toda
América se calculan alrededor de 125 géneros y unas dos mil variedades; en
México son alrededor de 670 especies y cerca de 245 subespecies, informó
• Sugirió
trabajar en la producción de ejemplares de interés comercial; usufructuarlos,
mediante turismo ecológico, propagarlos y venderlos, y hacer senderos para
observación y colecta
México ocupa el primer
lugar mundial en diversidad de cactáceas, pero también en el número de estas
plantas que se encuentran amenazadas, indicó María del Carmen Mandujano Sánchez, investigadora del Instituto de Ecología
de la UNAM.
En el registro de
especies en riesgo del país, consignado en la NOM-059-2001, este grupo es el
primero en peligro de extinción, lo cual “se repite en la lista de
Mandujano Sánchez explicó que México es un territorio
rico en variedades; incluso en los últimos cinco años se ha descrito un nuevo
género Digitostigma, con una única especie, caput-medusae. Otro ejemplo es la
Mammillaria luethyi, que
fue descrita hace 10 años; esta planta tiene un color verde tan oscuro que
pareciera negra.
No se han dado a conocer
los lugares donde se encuentran para que no sean destruidas, “aunque algunos
ejemplares circulan ya en
Ello porque cada que se
halla una nueva especie “hay presión sobre las poblaciones, las saquean y
venden”. Incluso, dijo, hay visitas guiadas que se organizan desde el
extranjero para sustraerlas de sus localidades naturales.
El comercio ilegal es la
causa principal de la desaparición de varias especies de cactus. Por ejemplo,
la Ariocarpus scaphirostris
ha reducido su población en 80 por ciento en 20 años y Ariocarpus
bravoanus, llamado chaute o
cactus piedra, sólo existía en una localidad pequeña, y en el momento en que se
descubrió fue totalmente arrasada.
“Se está por visitar el
lugar y hacer un recorrido minucioso, y ver si efectivamente fue de esa forma,
o si con el tiempo ha habido regeneración”, aseguró.
Para otras, abundó, el
problema ha sido el cambio de uso de suelo. Es el caso de Ariocarpus
kotschoubeyanus, por la agricultura; para Echinocereus schmollii –un cactus
raro, prácticamente extinto, pues sólo crece en el desierto queretano–
la amenaza ha sido por extracción de materiales, como arena, grava, roca o
cantera.
La investigadora
universitaria tiene a su cargo un proyecto de investigación de cactáceas
amenazadas por colecta y comercio ilegal. En los dos años que tiene con este
trabajo, ha visto la pérdida de cuatro poblaciones de Astrophytum
asterias y una de Aztekium ritterii.
Dicho estudio, precisó,
incluye los objetivos de conocer la viabilidad de las poblaciones desde el
punto de vista demográfico, evaluar cuáles son las amenazas actuales para cada
especie, aumentar las colecciones vivas, los especímenes
de herbario y entrar en proyectos de propagación y comercio, porque se quiere
tener la posibilidad de que los cactófilos tengan
acceso a estas plantas sin necesidad de saquear poblaciones.
Sobre lo que se podría
hacer para protegerlas, destacó que la primera acción sería concientizar
respecto al valor de la flora, en particular las cactáceas. Luego, trabajar en
la producción de ejemplares cotizados. Lo anterior, porque las comunidades
deben beneficiarse con las cactáceas nativas y de interés comercial, pues los
países primermundistas, que tienen una trayectoria en
su reproducción –siendo Holanda uno de los más importantes–,
dominan
También, establecer un
ordenamiento territorial, es decir, “dar a conocer los recursos y a los propietarios
informarles que ahí los tienen, que es su responsabilidad cuidarlos,
mantenerlos y usufructuarlos mediante el turismo ecológico, para propagarlos y
venderlos, y hasta hacer senderos”. Con ello, afirmó la investigadora,
cualquier extranjero cactólogo estaría fascinado, y
no le importaría pagar por ellas.
Las cactáceas son una
familia de plantas originarias de América –aunque ahora ya hay en todos los continentes– con dos características principales: tallos
suculentos, esto es, pueden almacenar agua, y la presencia de areolas, que es
donde se encuentra todo el tejido meristemático, el
cual puede dar origen a cualquier estructura, generar frutos, tallos, raíces o
espinas, expuso.
De la última revisión
hecha en las cactáceas, Mandujano Sánchez resaltó que
se divide en cuatro subfamilias: Opuntioideae –donde
destacan los nopales–, Cactoideae
–de las que el grupo más importante en México son las del género Mammillaria, conocidas comúnmente como bisnagas,
de las que hay más de 200 especies–, Mainhuenioideae –ésta no existe en nuestro país, es
netamente sudamericana– y Pereskioideae.
Respecto a su número,
comentó que es una cuestión polémica, porque ha habido muchos aficionados
dedicados a describirlas, “por lo que una misma especie llega a tener muchos
nombres”; sin embargo, para toda América se calculan alrededor de dos mil. En
el caso de México, el último informe habla de más de 900 taxones, es decir,
alrededor de 670 especies y cerca de 245 subespecies; de ese total,
aproximadamente 85 por ciento son endémicas.
En cuanto a las regiones
donde se encuentran, sostuvo que todas las entidades federativas tienen alguna
representación. Los tres lugares más relevantes son, en orden de importancia,
el desierto de Chihuahua, en particular Cuatro Ciénegas; Hidalgo, y el desierto
de Tehuacán-Cuicatlán. Los
de poca representatividad son Tabasco y Veracruz, por ser húmedos.
Las cactáceas, concluyó,
se usan como plantas de ornato; para producir alimentos, como la tuna, y grana
cochinilla (insecto que se establece en el nopal, el cual se utiliza para
obtener un pigmento natural que da como resultado el color carmín), entre otros
usos.
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FOTO 01.
El comercio ilegal es la causa
principal causa de la desaparición de cactáceas, seguida por el cambio de uso
de suelo, indicó María del Carmen Mandujano Sánchez,
del Instituto de Ecología de la UNAM.
FOTO 02
María del Carmen Mandujano
Sánchez, investigadora de la UNAM, dijo que se calcula que en nuestro país hay
913 taxones de cactáceas: alrededor de 670 especies y cerca de 245 subespecies.