Boletín
UNAM-DGCS-205
Ciudad Universitaria
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TRANSFORMA ABASTO
Y CONSUMO ALIMENTARIO EN MÉXICO, EXPANSIÓN DE SUPERMERCADOS
·
Señaló
·
Dijo que 70 por ciento del arroz, 53 del
trigo y entre 25 y 30 por ciento del maíz que consume el país, son importados,
principalmente de Estados Unidos
·
Planteó impulsar una política integral de
recuperación del espacio urbano, donde los mercados públicos sean uno de los
ejes del abasto y nuevamente puntos de encuentro y socialización
La expansión de las grandes cadenas de supermercados y el cambio de
giro de los mercados públicos han transformado no sólo el abasto alimentario,
sino las formas de consumo en la Ciudad de México y las principales urbes del
país, aseguró
“Esto ha ocurrido en la medida en que los mayoristas han perdido
importancia, las tiendas de barrio dejaron de jugar el papel que desempeñaban,
y los lugares públicos disminuyeron sus visitantes y compradores”, añadió.
Subrayó que es a partir de la década de los años 90, sobre todo con la
firma del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, cuando las grandes
cadenas empezaron a expandirse, si bien habían llegado a la capital desde los
40 y 50.
El especialista dijo que la actual situación del abasto alimentario se
debe, en gran medida, al olvido del sistema productivo nacional; ello ha
provocado que hoy día 70 por ciento del arroz para consumirse en el país se
importe principalmente de Estados Unidos, como sucede con 53 por ciento del
trigo, y entre 25 y 30 del maíz.
Ante ello, es indispensable una reestructuración de la producción, y
regular la instalación de los grandes supermercados y tiendas departamentales
en nuestro territorio bajo un esquema de asociación entre productores y
distribuidores, que atenúen graves problemas, como pérdida del empleo familiar,
exceso de tráfico, contaminación e inseguridad. La gente ha sustituido los
espacios públicos, como parques, por centros comerciales.
Torres Salcido propuso impulsar una política
integral de reestructuración y recuperar los canales tradicionales de
abastecimiento con un esquema de asociación privada, gubernamental y social, no
sólo desde un punto de vista económico, sino también como incentivo para
recobrar la ciudad y nuestras formas de consumo.
Además, detalló, es fundamental reintegrar la educación alimenticia:
que la gente sepa lo que debe ingerir; para ello, hay que fomentar campañas de
educación alimentaria desde la primaria, porque
México se está convirtiendo en un país de obesos.
Prueba de ello, acotó
Como parte de ese proceso, también pierden importancia los tianguis y
mercados sobre ruedas. Es evidente que hay un nicho de consumidores cada vez
más amplio que acude a las tiendas de autoservicio. Además, admitió, este tipo
de establecimientos se adaptan de inmediato a las necesidades del mexicano.
En 2004 se estimaba en
alrededor de mil seis tianguis (fluctuando de un mínimo de sesenta puestos en
la calle ocupada durante un día, hasta
un máximo de 500 puestos), 57 mercados sobre ruedas y alrededor de 207
concentraciones de comerciantes con puestos fijos en áreas determinadas de la
ciudad, informó.
De esa forma, el especialista comentó que uno de los lugares
fundamentales para el abasto de alimentos en nuestro país durante el siglo XX
fueron los mercados públicos. Sin embargo, padecen un serio proceso de
deterioro.
Hoy día hay 314 mercados, y el último que se construyó fue hace más de
25 años. Se estima que alrededor de 50 mil comerciantes en la capital dependen
de esos espacios; es decir, se sostienen de esa actividad unas 200 mil
personas, especificó.
El principal problema de estos sitios es que no ha habido políticas de
apoyo y muchos empezaron a cambiar de giro, cuando el alimentario ya no fue
importante. De esa forma, advirtió, algunos se fueron convirtiendo en
videoclubes, vendedores de discos piratas, de artículos para el sector femenino
o de productos para la limpieza.
Estos expendios enfrentan obsolescencia en el manejo de artículos, lo
que provoca malas condiciones de higiene y calidad, e inseguridad, ya que
algunos se han vuelto refugio de alcohólicos o drogadictos, por lo que la gente
se ha ausentado de ellos.
Además, enfrentan la reducción de su clientela, ya que quienes acuden a
los mercados públicos es gente que no tiene automóvil, y por algún otro motivo
no se puede movilizar más allá de 5 ó 6 cuadras, menos de un kilómetro, agregó.
Pese a ello, los mercados en la Ciudad de México no han disminuido en
número porque están en comodato, antes pertenecían al Gobierno del Distrito
Federal y ahora están a cargo de las delegaciones, y los locatarios pagan de renta
una cantidad simbólica.
Sostuvo que
De esa manera, planteó impulsar una política integral de recuperación
del espacio urbano, dentro del cual estos lugares sean nuevamente puntos de
encuentro y socialización recuperando la economía de proximidad. Es difícil,
sobre todo porque las superficies comerciales han avanzado de manera
exponencial y sin regulación alguna.
En Europa, ejemplificó, la manera de conservar el llamado comercio de
proximidad fue normar que los grandes almacenes no podían establecerse en las
áreas centrales de las ciudades, sino en las periferias, porque no hay
capacidad para absorber el tráfico y, en especial, porque se ha defendido a los
pequeños comerciantes.
No obstante, ahí los negocios han avanzado al grado de existir
asociaciones entre empresas de supermercados y los mercados municipales, bajo
los auspicios de los gobiernos, con un esquema de complementariedad que permite
avizorar la recuperación de esos mercados como espacios centrales en la trama
urbana, además de intensificar las relaciones con los productores y los
distribuidores.
En este caso, el comercio de proximidad, con la asociación de cadenas
importantes de supermercados, políticas de apoyo y la preferencia de los
consumidores, impulsa nichos de mercado para productos específicos demandados
por consumidores, que valoran los
productos tradicionales de calidad.
Existen otras vías para establecer programas de recuperación del
mercado público como un rescate de los espacios urbanos. Una de las formas de
hacerlo es a través del turismo, porque son patrimonio arquitectónico, y porque
hay un sector de la población que siempre busca la gastronomía tradicional.
La
participación de estos mercados en la distribución de alimentos, en especial de
frutas y verduras en la Ciudad de México, es fundamental. Pese a la
problemática existente, estos lugares siguen siendo una de las fuentes de
satisfacción cotidiana de la demanda del Distrito Federal, concluyó el
especialista.
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Desde hace más de
una década, la dieta tradicional ha sido desplazada por productos de baja
calidad proteínica, ricos en grasas y carbohidratos, advirtió el experto de