Boletín
UNAM-DGCS-201
Ciudad Universitaria
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Tal y como ocurrió con el Popocatépetl en el año 2000, si continúan los patrones
climáticos actuales, advirtió
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Las tasas de acumulación de hielo de los
glaciares mexicanos son negativas, por lo que retroceden de manera alarmante,
advierten científicos universitarios
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Para analizar esas formaciones se han instalado
estaciones meteorológicas, únicas en el mundo, en el Pico de Orizaba y
próximamente en el propio Iztaccíhuatl
Científicos de la UNAM
advirtieron que, de mantenerse los patrones climáticos actuales, podrían
extinguirse las masas heladas del volcán Iztaccíhuatl
en las próximas dos décadas, como ocurrió en el año 2000 con las del Popocatépetl, y señalaron que las tasas de acumulación de
hielo de los glaciares mexicanos no sólo son bajas, sino negativas, razón por
la cual retroceden de manera alarmante.
Así lo informó
Son las estaciones
climatológicas más altas en el continente americano –a más de cinco mil metros– y únicas desde el Polo Norte hasta Bolivia para
vigilar el clima de los glaciares mexicanos, que son los únicos en las
latitudes 19 y 20 grados norte. Es decir, apuntó, no hay otras masas heladas en
el planeta en esa ubicación, de ahí la importancia de estudiarlas y determinar
la situación ambiental que las rodea.
En el caso
mexicano, la desaparición de los glaciares es preocupante porque se relaciona
con procesos de desertificación. Además, juegan un papel importante como
reguladores de la temperatura local. Si desaparecen, el calor empezaría a subir
y se registraría la extinción de especies de flora en las montañas, así como erosión. Estos efectos deben evaluarse,
expresó.
De ese modo, las
tres estaciones meteorológicas no sólo aportan información a los glaciólogos
acerca de las condiciones meteorológicas que afectan a esas cumbres, sino datos
que pueden ser utilizados para el entendimiento del cambio climático, refirió.
Un glaciar,
definió el experto, es aquella masa con un régimen establecido de ganancia y
pérdida de hielo. Debe tener movimiento. La caída de nieve o granizo, las
heladas o ventiscas, permiten la llegada de agua a la zona de acumulación, en
donde la nieve se transforma en hielo de glaciar, un hielo duro y denso de
color azul intenso.
Avanza o se hace
grande cuando la acumulación es mayor que la merma en verano o época de calor.
Por el contrario, si tiene un régimen donde el desgaste es mayor que el
depósito, retrocede. Este último es el estado de la mayor parte de los
glaciares del mundo, y las mexicanas no son la excepción, puntualizó.
En el Popocatépetl, aclaró Delgado Granados, aunque aún se ven
partes blancas en su zona más alta, ya no se conforma un glaciar. Son
remanentes de un par de ellos. "No existen ni tienen movimiento, ni un
régimen de acopio y pérdida. Son sólo restos de lo que ahí hubo".
En tanto, en el Iztaccíhuatl y el Pico de Orizaba todavía los hay, pero son
sumamente vulnerables, pues la tasa de acumulación de hielo es mucho menor que
la de merma. "Eso es precisamente lo que se investiga, cuáles son esos
índices y las razones por las que se pierden", detalló.
El científico abundó
que la profundidad de esas estructuras puede llegar a más de mil metros en Groenlandia o la Antártida; a
cientos de metros en los Alpes y los Andes, y en
México no sobrepasan los
Además, deben
tratar de sobrevivir con la poca recarga de nieve estacional. Tal es el caso de
los cinco glaciares del Iztaccíhuatl y los cuatro del
Pico de Orizaba. En especial, los primeros podrían perderse al encontrarse a
una elevación menor que los del Pico de Orizaba. Si las condiciones son
favorables, una masa de hielo de esas dimensiones podría regenerarse en dos
décadas, pero se necesita un régimen de precipitación suficiente para
reconstruirlo. Eso está lejos de ocurrir, consideró.
Por otro lado,
Para especificar
el grosor se usa un radar de penetración terrestre que funciona mediante el
envío de señales electromagnéticas, a las cuales responde el medio físico, y se
captan con un sensor. Otros estudios son de tipo meteorológico, mediante las
estaciones, donde se mide presión, dirección y velocidad del viento,
temperatura ambiente y a diferentes alturas sobre la estación y a varias
profundidades dentro del hielo. Así se obtiene el balance térmico, expresó.
Dicha información
se transmite vía satélite a Ciudad Universitaria. Pero se requiere dar
mantenimiento continuo a los instrumentos de medición para que no se interrumpa
la transmisión de datos. "Es un problema que limita para colocar más
estaciones", añadió.
En algunos sitios
se dejan estacas que se visitan con periodicidad, para precisar su movimiento y
una medida absoluta de precipitación del sitio y de la ablación o fusión. Con
ayuda de un sistema de posicionamiento global (GPS) o con distanciómetros
se determina la posición exacta de cada una, concluyó Hugo Delgado.
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FOTO 01
De mantenerse los
patrones climáticos actuales, podrían extinguirse las masas heladas del volcán Iztaccíhuatl en las próximas dos décadas, aseguró
FOTO 02.
Científicos de la UNAM, encabezados
por