06:00  hrs. 4 de Abril de 2007

  

Boletín UNAM-DGCS-201

Ciudad Universitaria


Hugo Delgado Granados

Pie de fotos al final del boletín

 

PODRÍAN PERDERSE LAS MASAS HELADAS DEL VOLCÁN IZTACCÍHUATL EN DOS DÉCADAS

 

·        Tal y como ocurrió con el Popocatépetl en el año 2000, si continúan los patrones climáticos actuales, advirtió Hugo Delgado Granados, investigador del Instituto de Geofísica de la UNAM

·        Las tasas de acumulación de hielo de los glaciares mexicanos son negativas, por lo que retroceden de manera alarmante, advierten científicos universitarios

·        Para analizar esas formaciones se han instalado estaciones meteorológicas, únicas en el mundo, en el Pico de Orizaba y próximamente en el propio Iztaccíhuatl

 

Científicos de la UNAM advirtieron que, de mantenerse los patrones climáticos actuales, podrían extinguirse las masas heladas del volcán Iztaccíhuatl en las próximas dos décadas, como ocurrió en el año 2000 con las del Popocatépetl, y señalaron que las tasas de acumulación de hielo de los glaciares mexicanos no sólo son bajas, sino negativas, razón por la cual retroceden de manera alarmante.

 

Así lo informó Hugo Delgado Granados, investigador del Instituto de Geofísica (IGF), quien explicó que para analizar el estado que guardan estas formaciones, integrantes de esta entidad han instalado también estaciones meteorológicas en el Pico de Orizaba y próximamente en el propio Iztaccíhuatl.

 

Son las estaciones climatológicas más altas en el continente americano –a más de cinco mil metros– y únicas desde el Polo Norte hasta Bolivia para vigilar el clima de los glaciares mexicanos, que son los únicos en las latitudes 19 y 20 grados norte. Es decir, apuntó, no hay otras masas heladas en el planeta en esa ubicación, de ahí la importancia de estudiarlas y determinar la situación ambiental que las rodea.

 

En el caso mexicano, la desaparición de los glaciares es preocupante porque se relaciona con procesos de desertificación. Además, juegan un papel importante como reguladores de la temperatura local. Si desaparecen, el calor empezaría a subir y se registraría la extinción de especies de flora en las montañas, así  como erosión. Estos efectos deben evaluarse, expresó.

 

De ese modo, las tres estaciones meteorológicas no sólo aportan información a los glaciólogos acerca de las condiciones meteorológicas que afectan a esas cumbres, sino datos que pueden ser utilizados para el entendimiento del cambio climático, refirió.

 

Un glaciar, definió el experto, es aquella masa con un régimen establecido de ganancia y pérdida de hielo. Debe tener movimiento. La caída de nieve o granizo, las heladas o ventiscas, permiten la llegada de agua a la zona de acumulación, en donde la nieve se transforma en hielo de glaciar, un hielo duro y denso de color azul intenso.

 

Avanza o se hace grande cuando la acumulación es mayor que la merma en verano o época de calor. Por el contrario, si tiene un régimen donde el desgaste es mayor que el depósito, retrocede. Este último es el estado de la mayor parte de los glaciares del mundo, y las mexicanas no son la excepción, puntualizó.

 

En el Popocatépetl, aclaró Delgado Granados, aunque aún se ven partes blancas en su zona más alta, ya no se conforma un glaciar. Son remanentes de un par de ellos. "No existen ni tienen movimiento, ni un régimen de acopio y pérdida. Son sólo restos de lo que ahí hubo".

 

En tanto, en el Iztaccíhuatl y el Pico de Orizaba todavía los hay, pero son sumamente vulnerables, pues la tasa de acumulación de hielo es mucho menor que la de merma. "Eso es precisamente lo que se investiga, cuáles son esos índices y las razones por las que se pierden", detalló.

 

El científico abundó que la profundidad de esas estructuras puede llegar a más de mil metros en Groenlandia o la Antártida; a cientos de metros en los Alpes y los Andes, y en México no sobrepasan los 40 metros de espesor, por lo que se consideran pequeños y, por ello, vulnerables.

 

Además, deben tratar de sobrevivir con la poca recarga de nieve estacional. Tal es el caso de los cinco glaciares del Iztaccíhuatl y los cuatro del Pico de Orizaba. En especial, los primeros podrían perderse al encontrarse a una elevación menor que los del Pico de Orizaba. Si las condiciones son favorables, una masa de hielo de esas dimensiones podría regenerarse en dos décadas, pero se necesita un régimen de precipitación suficiente para reconstruirlo. Eso está lejos de ocurrir, consideró.

 

Por otro lado, Hugo Delgado dijo que existen diversas formas de estudiar estos cuerpos. Una de ellas es la observación de su tamaño y su seguimiento en el tiempo. Se recopilan fotos aéreas y se trata de reconstruir el tamaño. Asimismo, se realizan modelos digitales de elevación para saber las diferencias en área y espesor.

 

Para especificar el grosor se usa un radar de penetración terrestre que funciona mediante el envío de señales electromagnéticas, a las cuales responde el medio físico, y se captan con un sensor. Otros estudios son de tipo meteorológico, mediante las estaciones, donde se mide presión, dirección y velocidad del viento, temperatura ambiente y a diferentes alturas sobre la estación y a varias profundidades dentro del hielo. Así se obtiene el balance térmico, expresó.

 

Dicha información se transmite vía satélite a Ciudad Universitaria. Pero se requiere dar mantenimiento continuo a los instrumentos de medición para que no se interrumpa la transmisión de datos. "Es un problema que limita para colocar más estaciones", añadió.

 

En algunos sitios se dejan estacas que se visitan con periodicidad, para precisar su movimiento y una medida absoluta de precipitación del sitio y de la ablación o fusión. Con ayuda de un sistema de posicionamiento global (GPS) o con distanciómetros se determina la posición exacta de cada una, concluyó Hugo Delgado.

 

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FOTO 01

De mantenerse los patrones climáticos actuales, podrían extinguirse las masas heladas del volcán Iztaccíhuatl en las próximas dos décadas, aseguró Hugo Delgado Granados, del IGF de la UNAM.

 

FOTO 02.

Científicos de la UNAM, encabezados por Hugo Delgado, del IGF, instalaron estaciones meteorológicas en el Pico de Orizaba y próximamente en el Iztaccíhuatl, las más altas en el continente americano, para vigilar el clima de los glaciares mexicanos.