06:00  hrs. 3 de Abril de 2007

  

Boletín UNAM-DGCS-199

Ciudad Universitaria


Rosa María Hernández Belmont

Pie de fotos al final del boletín

 

EN TOTAL INDEFENSIÓN, LOS ADULTOS MAYORES EN RECLUSIÓN

 

·        Aseguró Rosa María Hernández Belmont, de la Escuela Nacional de Trabajo Social de la UNAM

·        Viven en total hacinamiento, carecen de atención especializada, cuentan con poca asesoría jurídica y deben pagar por todos los servicios que reciben

·        Consideró necesario tener un espacio exclusivo para ese sector dentro de los centros penitenciarios y brindarles los apoyos que requieren

 

En total indefensión se encuentran los adultos mayores que viven en reclusión en nuestro país, debido a la grave situación de hacinamiento que padecen y a la carencia de atención especializada, aseguró Rosa María Hernández Belmont, profesora de la Escuela Nacional de Trabajo Social (ENTS) de la UNAM.

 

A pesar de ello, consideró que no sería viable proponer la construcción de una cárcel exclusiva para ancianos, “no porque no sea posible o necesario, sino por los elevados recursos requeridos para ello y por todo lo que implicaría”.

 

No obstante, dijo que sí es necesario segmentarlos y darles una atención especial dentro de esas instituciones; es decir, que se adecue un espacio exclusivo en donde se les brinden los apoyos necesarios, como una dieta de acuerdo a sus requerimientos, atención médica y psiquiátrica, limpieza, y que vivan de acuerdo con su condición.

 

La académica universitaria realizó un estudio sobre los adultos mayores encarcelados en el Reclusorio Preventivo Varonil Oriente del Distrito Federal, con una población total de 9 mil 100 internos, de los cuales 105 son ancianos.

 

De acuerdo con su investigación, este sector no cuenta con las condiciones médicas propias de su edad; es decir, no tienen un psiquiatra, trabajadores sociales o un psicólogo, ni las medicinas que necesitan, por lo que casi siempre deben ser adquiridas en el exterior por sus familiares

 

Además, están hacinados, no hay una clasificación, duermen junto con los demás prisioneros y no los separan de acuerdo con su edad, ni reciben algún trato especial. En este lugar, abundó Hernández Belmont, tampoco poseen ninguna red de apoyo ni con programas culturales o sociales, reflejo de lo que ocurre afuera, pues se considera que ya van de salida.

 

Aseveró que en el reclusorio es fundamental contar con recursos, pues de lo contrario son víctimas de otros internos o de los mismos custodios; deben pagar por todo: para que les asignen celda, dónde dormir, baño, ropa y platos limpios; y para que se les deje tranquilos.

 

Todo ello tiene implicaciones sociales, culturales y políticas porque es un sector desprotegido, olvidado, vulnerable a cualquier ataque, o que sufre desprecio, lo cual también va en detrimento de la sociedad. No obstante, apuntó, este segmento representa un área de oportunidades para los trabajadores sociales. Ello “permitiría participar en la elaboración de propuestas para llevarlas a cabo, en donde estarían involucrados tanto autoridades como académicos”.

 

Sostuvo que hasta el momento no hay cifras en el país sobre ancianos encarcelados, pues no se han estudiado de manera sistematizada, apenas se incursiona en el área, pero desde esta disciplina.

 

Rosa María Hernández afirmó que si bien es cierto que los adultos en plenitud son sensibles por esa simple condición, “al estar en reclusión son mucho más vulnerables, ya que el ambiente en el que se encuentran carecen de muchos factores. Empero, son parte de la sociedad y no se les puede descuidar”.

 

Por ello, los profesionistas de trabajo social se deben involucrar en este ámbito, con el fin de realizar propuesta institucionales y atender tanto el ocio y estado de salud, como apoyarlos en el ámbito educativo, para que tengan mayores perspectivas de vida, refirió.

 

La académica detalló que, de acuerdo con su trabajo, de los 9 mil 100 internos que conforman el Reclusorio Preventivo Varonil Oriente, 105 son adultos mayores, y la investigación de la académica de la ENTS se centró en el 41 por ciento de este sector.

 

Las causas de su estadía son principalmente por robo, daños a la salud y en propiedad ajena, homicidio, abuso sexual, secuestro, portación de armas y asociación delictuosa. De los entrevistados, 14 por ciento son originarios del Distrito Federal y 38 por ciento tiene entre 60 y 65 años. Manifiestan tener esposa e hijos, y hermanos que los frecuentan.

 

Aún vulnerables y en reclusión consideran que su relación familiar es buena, no manifiestan que su núcleo los rechace o haga a un lado, su nexo con el cónyuge y vástagos es buena. El 31 por ciento dice estar enfermos y no contar con medicamentos. Sus padecimientos son: hipertensión, diabetes, osteoporosis y mala audición.

 

En cuanto al ámbito educativo, 20 por ciento expone no haber terminado la primaria y en la actualidad no les llama la atención estudiar; y al 70 por ciento no les interesa alguna capacitación. En lo laboral, dicen estar dedicados a sus oficios; no hay profesionistas, salvo uno con licenciatura trunca, el resto son plomeros, carpinteros, albañiles u otros. Dentro del Reclusorio deambulan, y su mayor castigo es no contar con nada qué hacer.

 

A pesar de todos sus problemas, tienen un plan de vida para cuando salgan, el cual se reduce a encontrar trabajo. Además, consideran que el mayor apoyo que la sociedad les podría dar una vez cumplida su sentencia, es tener una bolsa laboral a la cual dirigirse, concluyó.

 

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FOTO 01

Los ancianos presos carecen de psiquiatras, trabajadores sociales o psicólogos, y de los medicamentos necesarios, de acuerdo con un trabajo de la profesora de la UNAM Rosa María Hernández.

 

FOTO 02.

Rosa María Hernández, de la ENTS de la UNAM, realizó un estudio sobre adultos mayores encarcelados en el Reclusorio Oriente, con una población de 9 mil 100 internos, de los cuales 105 son ancianos.