12:00  hrs. 1 de Abril de 2007

  

Boletín UNAM-DGCS-196

Ciudad Universitaria


Ana Rosa Moreno Sánchez

Pie de fotos al final del boletín

 

EN LA INFANCIA Y LA ADOLESCENCIA, EL MAYOR DAÑO POR EXPOSICIÓN AL SOL

 

·        Señaló Ana Rosa Moreno Sánchez, profesora de la Facultad de Medicina de la UNAM

·        Cualquier cambio en el color natural de la piel indica una afectación provocada por los rayos ultravioleta, advirtió

·        Recomendó no tomar sol entre las 12 y las 16 horas, cuando cae directamente, ya que después de ese tiempo los rayos no son tan agresivos

 

La infancia y la adolescencia son los momentos en que ocurre la mayor parte de la exposición al sol en la vida de una persona, y es precisamente ahí cuando las células sufren hasta 80 por ciento de daño debido a la radiación solar, advirtió Ana Rosa Moreno Sánchez, profesora de la Facultad de Medicina de la UNAM.

 

Añadió que cualquier cambio en el color natural de la piel de un pequeño después de haber estado al aire libre, indica una afectación provocada por los rayos ultravioleta provenientes del astro rey.

 

En los últimos 30 años se ha considerado que estar sano es sinónimo de tener un color bronceado. Eso ha llevado a la gente a exponerse al sol de manera irresponsable, ya que en el proceso pueden presentarse quemaduras graves, refirió.

 

Tales repercusiones se han visto con el paso de los años, mediante el incremento en la incidencia de cáncer de piel y de melanoma, señaló la especialista.

 

Al respecto aclaró que los melanocitos o células de pigmentación, producen melanina, una sustancia que resguarda de la radiación solar. De ese modo, la gente de raza negra tiene grandes cantidades, no así las personas blancas, quienes, en contraste, presentan quemaduras más agresivas y mucho más rápidas.

 

Ana Rosa Moreno explicó que existen tres tipos de radiación: la ultravioleta (RUV) A y la B, así como los rayos infrarrojos, cada uno de los cuales tiene diferentes consecuencias.

 

La primera produce una pigmentación directa inmediata, eritema o inflamación superficial de la piel, caracterizada por manchas rojas y envejecimiento cutáneo a largo plazo, expuso.

 

La segunda propicia una coloración directa enzimática y puede formar tumores por fotocarcinogénesis epitelial, o alteraciones en las células del epitelio que pueden llevar al cáncer, y la tercera crea vasodilatación, sudoración y deshidratación, y en casos graves afectación al ADN, detalló.

 

El daño a los ojos también es un hecho. La exposición excesiva a los RUV puede causar daño, incluyendo cataratas. También es importante considerar que el sol genera arrugas, manchas y pecas. “Cuando jóvenes no se nota, pero con los años se empiezan a ‘cosechar’ las exposiciones excesivas. La piel se daña”, alertó.

 

La académica recordó que en ciertas zonas del planeta la radiación es aún mayor. Tal es el caso del sur del continente, la Antártida, debido al agujero en la capa de ozono. En el sur de Chile se ha encontrado mayor incidencia de cáncer y un gran número de ovejas ciegas.

 

A raíz de que investigadores, como el Premio Nobel Mario Molina, descubrieron la química atmosférica por la cual se destruye esa capa, el Protocolo de Montreal estableció una normatividad para que los clorofluorocarbonos, que son las sustancias que afectan el ozono, se dejen de emitir. No obstante, reconoció, resarcir el daño es un proceso largo.

 

La experta aseguró que el cuidado de la salud es una inversión de largo plazo. La manera en que se trata a nuestro cuerpo desde niños, repercutirá cuando seamos mayores; tanto los hábitos positivos como los negativos tendrán reflejo.

 

No obstante, argumentó, hay que tomar sol con cuidado, responsablemente. Es recomendable no hacerlo entre las 12 y las 16 horas, cuando cae directamente. Antes y después de ese tiempo los rayos vienen de forma oblicua y no son tan agresivos.

 

También recomendó usar protector solar con un factor mayor de 30 y estar pendientes si ese producto químico es a prueba de agua, ya que mucha gente se mete a nadar y queda sin defensa. Si la persona va a estar en exteriores hay que ponerlo cada 20 minutos aproximadamente. En especial hay que cuidar a los pequeños.

 

Además, agregó, usar ropa de algodón, fresca, y de ser posible de manga larga, y camiseta incluso dentro de la alberca o el mar; además deben usarse buenos anteojos de sol, que filtren la radiación UV.

 

Hay que buscar la sombra, aconsejó la universitaria; cuando se suda demasiado, se tiene taquicardia o mareo, puede tratarse de insolación. Por ello, otra sugerencia es hidratarse, tomar agua de forma constante. También se debe usar gorra o sombrero.

 

El bronceado debe hacerse poco a poco: un día exponerse 10 minutos, al siguiente 15, luego 20, y siempre con protector solar. Eso permite que la piel adquiera pigmentación sin agresión, dijo.

 

Concluyó que hay que tener cuidado con las lámparas cosméticas. Mucha gente usa camas de bronceado y “se trata de radiaciones que producen una pigmentación excesiva en la piel”.

 

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Ana Rosa Moreno Sánchez, profesora de la Facultad de Medicina de la UNAM, indicó que hay que tener cuidado con las lámparas cosméticas, pues son radiaciones que producen una pigmentación excesiva en la piel.

 

FOTO 02.

El bronceado debe hacerse poco a poco: un día exponerse 10 minutos, al siguiente 15, luego 20, y siempre con protector solar, recomendó Ana Rosa Moreno, de la Facultad de Medicina.