Boletín
UNAM-DGCS-112
Ciudad Universitaria
Pie de fotos al
final del boletín
NO SE HA HALLADO
RELACIÓN ENTRE INCIDENCIA DE CÁNCER Y USO DE TELÉFONOS MÓVILES
A pesar de que hasta ahora ha
sido imposible encontrar una relación entre la exposición a ondas
electromagnéticas no ionizantes, como las de los teléfonos celulares, y la
incidencia de enfermedades como el cáncer no se puede afirmar categóricamente
que esa conexión no exista, señalaron científicos de la UNAM.
Al respecto, Arturo Menchaca,
director del Instituto de Física (IF), y Leticia Verdugo, profesora de la
Facultad de Medicina (FM), coincidieron en que se vive en la frontera en donde
se han hecho las mediciones permitidas por la física y la ingeniería, sin haber
podido hallar tal efecto; es decir, es tan pequeño que no se ha podido medir y
no se puede negar, sobre todo en el largo plazo.
Por ello, afirmó Arturo
Menchaca, la actitud científica correcta es recomendar a la gente preocupada la
menor exposición posible a estos aparatos, para no correr riesgos.
A su vez,
Leticia Verdugo sugirió como medida preventiva –al no existir en México una
normatividad donde se establezcan límites en el uso de estos artilugios– evitar
su empleo entre mujeres embarazadas y menores de 16 años, ya que en esas etapas
los tejidos están en desarrollo "y de existir un daño, podría ser mayor
para esos casos".
Ionizar o no ionizar…
Los físicos entienden la
naturaleza como hecha de partículas que interactúan entre sí a través de
fuerzas, como la gravitacional; la fuerte y la débil en el núcleo de los
átomos, y la electromagnética, origen de la radiación del mismo nombre, de la
cual existe un amplio espectro que va desde las microondas, ondas de radio, luz
visible y ultravioleta hasta los rayos gamma en su extremo, explicó Arturo
Menchaca.
Están en todas partes gracias
a que los seres humanos se sirven de ellas para múltiples usos. Por ejemplo, en
el inicio de las comunicaciones se manipularon para el telégrafo; luego, para
transmitir ondas de radio y de televisión, y hoy para las computadoras,
Internet y, por supuesto, la telefonía celular, agregó.
Se pueden caracterizar ya sea
por su longitud de onda o por su frecuencia, siendo una inversamente
proporcional a la otra. De ese modo, se habla de longitudes de onda grandes con
frecuencias pequeñas y viceversa, algunas de las cuales tienen capacidad de
ionizar a la materia, apuntó.
A partir de cómo afectan al
ser humano, las radiaciones se pueden dividir en ionizantes o no ionizantes.
Cualquier organismo, expuso el físico, está hecho de átomos y moléculas
neutros, con cargas equilibradas. "Si se aplica radiación se puede
arrancar un electrón y producir un ion, los cuales son químicamente activos y
pueden generar cambios celulares o moleculares".
Éste es el efecto más
importante de la radiación electromagnética y el que preocupa en el ámbito de
los entes biológicos. Las ondas que emiten los teléfonos celulares son no
ionizantes, lo mismo que las de un radio u horno de microondas. "Calientan
dependiendo de qué tanta exposición se tenga con ellas", refirió.
Se transmiten a grandes
distancias, pero hasta ahora, a pesar de múltiples estudios, no se les ha
podido correlacionar con algún daño biológico. “No existe evidencia de que haya
mayor incidencia de cáncer en el cerebro, a pesar de los millones de usuarios
de los teléfonos móviles. Si sus efectos fueran terribles, como se ha dicho, el
número de personas con tumores habría aumentado significativamente, pero eso no
ha ocurrido”, dijo.
Leticia Verdugo reiteró que
hasta hoy ninguna deducción es concluyente. "Varios de los experimentos
para determinar efectos se han repetido en diferentes laboratorios del mundo,
en condiciones iguales, y algunos de los resultados son, incluso,
contradictorios".
La también integrante de la
Sociedad Internacional de Bioelectromagnetismo detalló que algunos estudios se
han realizado a escala celular o molecular y en modelos animales, diferentes a
los epidemiológicos. Por ello, no se puede inferir que los cambios en el genoma
de una célula aislada son transportables a todo el organismo.
Los campos electromagnéticos
de baja frecuencia, como los de aparatos electrodomésticos y las computadoras,
o un poco más alta, como teléfonos móviles, podrían producir cambios celulares
y en diferentes funciones fisiológicas, pero ninguno sería inductor de cáncer.
Más bien, en presencia de otros factores de riesgo podrían acelerar la
aparición del mal, expresó la especialista.
La telefonía móvil existe
desde hace relativamente poco tiempo. Se ha demostrado que en este lapso no ha
habido efectos, aunque, reconoció, quizá se necesita una exposición más
prolongada para detectarlos.
De Graham Bell al reconocimiento de huella digital
El teléfono celular puede ser
extremadamente sofisticado, pero a fin de cuentas, es un radio. La comunicación
inalámbrica tiene sus raíces en la invención del radio por Nikolai Tesla en la
década de 1880 (formalmente presentado en 1894 por el italiano Guglielmo
Marconi).
Ambas tecnologías fueran
combinadas en un mismo aparato que hoy permite comunicar sin importar en qué
lugar del mundo se encuentren, incluso en un desierto o en algún Polo.
Martín Cooper fue su pionero;
a él se le considera "el padre de la telefonía celular" al introducir
el primer radioteléfono, en 1973, en Estados Unidos, mientras trabajaba para
Motorola; pero no fue sino hasta 1979 cuando aparecieron los primeros sistemas
comerciales en Tokio, Japón, por la compañía NTT.
En varios países se diseminó
esta telefonía como alternativa a la convencional inalámbrica. Tuvo gran
aceptación, por lo que a los pocos años de implantarse se empezó a saturar el
servicio. Por ello, se necesitó desarrollar otras formas de acceso múltiple al
canal y transformar los sistemas analógicos a digitales, a fin de darle cabida
a más usuarios. Para separar una etapa de la otra se cuenta con diferentes
generaciones.
Hoy, incluye aparatos capaces
de hacer mucho más que llamadas, enviar mensajes de texto o tomar fotografías.
Ha avanzado al grado de contar con pantallas táctiles, acceso a Internet,
correo electrónico, envío de datos, audio o reconocimiento de huella digital.
El mercado va a la alza en el mundo entero.
El posible daño que produce la
radiación electromagnética ha sido de interés mundial, sobre todo en las
últimas décadas, porque en 1986 se publicó un estudio acerca del efecto que
podían tener las líneas de alta tensión para la salud y, en concreto, su
relación con la generación de cáncer en niños de países nórdicos, recordó
Leticia Verdugo.
Hoy, la Organización Mundial
de la Salud, incluso tiene un programa internacional para verificar esas
derivaciones, en el cual participan investigadores y organismos de todo el
planeta, añadió.
El problema, precisó Arturo
Menchaca, es que una exposición a largo plazo pueda inducir enfermedad. “Si me expongo a la luz solar (que no es
ionizante) durante periodos prolongados y sin protección, aumenta la posibilidad
de que se produzca cáncer de piel; si meto la mano al microondas encendido, con
seguridad me quemaré”.
La radiación electromagnética
en dosis mayúsculas puede causar algún tipo de daño. Sin embargo, la que emite
un teléfono es mínima y hoy en día no sabemos si tiene esa capacidad, sostuvo.
No obstante, abundó Leticia
Verdugo, existe la posibilidad de que los nuevos aparatos, con mayor alcance,
tengan también mayor potencia y emitan más radiaciones. Pero eso no se ha
medido.
Día con día la tecnología
avanza y no es posible desechar sus adelantos, pero sí usarla con medida.
Haciendo frente a la preocupación pública, en el mundo se han adoptado
políticas precautorias para manejar los posibles riesgos asociados a la
incertidumbre científica. Una de ellas, ALARA (As low as reasonable achievable,
es decir, “tan bajo como sea posible”), ha provocado establecer normas y
lineamientos, aclaró el director del IF.
Los criterios actuales cumplen
más un propósito psicológico que como medida cuantitativa de prevención, pues
no se ha establecido el nivel de correlación, si lo hay, entre exposición y
efecto biológico, mencionó.
En cuanto a estándares,
informó Leticia Verdugo, en toda América Latina sólo Brasil cuenta con una
reglamentación que establece, por ejemplo, los tiempos de exposición máxima o la
distancia que debe haber entre antenas de transmisión y las casas de sus
alrededores.
En este sentido, la Secretaría
de Comunicaciones y Transportes elabora el proyecto de Norma Oficial Mexicana
para regular las emisiones no ionizantes, donde se describen los niveles
máximos recomendados para los campos eléctricos y magnéticos medios, adelantó.
Pese a lo expuesto, un hecho
demostrado, aunque indirecto a la salud, es que el uso del teléfono móvil
mientras se conduce un auto, sí incrementa el índice de accidentes. Incluso el
uso de “manos libres” provoca que la concentración y reflejos no sean los
mismos, concluyeron los especialistas; pero la gente asume el riesgo y los
utiliza.
—o0o—
FOTO 01.
No existe
evidencia de que haya mayor incidencia de cáncer en el cerebro, a pesar de los
millones de usuarios de los teléfonos móviles, afirmó Arturo Menchaca, director
del Instituto de Física de la UNAM.
FOTO 02
Hasta ahora ha
sido imposible encontrar una relación entre la exposición a las ondas de los
teléfonos celulares, y la incidencia de cáncer, señalaron científicos de la
UNAM.
FOTO 03
Leticia Verdugo, profesora de la Facultad de Medicina de la UNAM, sugirió como medida preventiva, evitar el empleo de teléfonos celulares entre mujeres embarazadas y menores de 16 años.