Boletín
UNAM-DGCS-014
Ciudad Universitaria
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final del boletín
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Indicó Julia del Carmen Chávez Carapia,
coordinadora del Centro de Estudios de la Mujer de la Escuela Nacional de
Trabajo Social de la UNAM
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Hoy día sólo 12 por ciento de quienes participan
activamente en política son mujeres, afirmó
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Las que viven en zonas marginadas no tienen las
mismas oportunidades que las de las urbes, además de que viven más lento los
cambios en todos los aspectos, dijo
El liderazgo
femenino y su desarrollo profesional están determinados por factores como la
incorporación a los procesos económicos y la oportunidad de acceder a
diferentes niveles educativos, señaló Julia del Carmen Chávez Carapia,
coordinadora del Centro de Estudios de la Mujer de la Escuela Nacional de
Trabajo Social (ENTS) de la UNAM.
La especialista
reveló que hoy día sólo 12 por ciento de quienes participan activamente en
política pertenecen a este sexo. Empero, cuando se haga patente que este sector
tiene capacidad para jugar un papel relevante como gobernadoras, diputadas o
senadoras, será un camino más sencillo y voluntario.
Por ello propuso
que las mujeres fortalezcan su imagen pública y se hagan “visibles” para
obtener el reconocimiento colectivo, pues al ubicar sus derechos y
obligaciones, podrá tener acceso a otros ámbitos como el poder.
Según la
investigadora, las que viven en las zonas marginadas del país no tienen las
mismas oportunidades que las de las urbes, además las primeras viven más lento
los cambios en todos los aspectos.
En las entidades
con rezagos, los hombres “se ven obligados a emigrar a las grandes ciudades o a
Estados Unidos, por lo que las mujeres deben asumir el papel de padre y madre,
con lo que se convierten en líderes en sus hogares y hasta de comunidades; sin
embargo, es necesario destacar que esta situación es consecuencia de la falta
de representantes masculinos, no por voluntad o convicción”, apuntó.
Refirió que la
democracia, como proceso de participación político-social, le ha otorgado un
marco particular, pues desde el siglo XVIII, en que nacen los derechos humanos,
la mujer queda excluida entre otros del derecho al voto, hasta que en 1953 en
México les es concedido intervenir en las elecciones.
Así, dijo,
comienzan a involucrarse en el sector público para defender y exigir sus
derechos y cumplir sus obligaciones. Entre ellas está la demanda por la
ciudadanía, además del liderazgo femenino.
De este modo, la
democracia participativa trata de impulsar el que hombres y mujeres por igual
tengan un desarrollo y aportación más amplios más allá de los partidos
políticos, al conjugar formas de contribución de la sociedad civil con
características particulares, en las cuales existe una demanda de evaluación de
las entidades del Estado, aclaró.
En este tipo de
régimen se plantea que las mujeres pueden llegar a tener un papel del liderazgo
importante además en el ámbito internacional, en rubros sobre equidad de género
y “empoderamiento”, aseveró.
Explicó que el hombre
asume esa posición de forma autocrática, mientras que su contraparte de manera
democrática u horizontal, donde toma en cuenta la opinión de los demás; sin
embargo, ese carisma sólo lo expresa al interior de la organización social a la
que pertenezca, pues cuando recurre al espacio público y demanda o gestiona
ante el Estado o instituciones de gobierno, quien toma el poder es el varón.
Chávez Carapia
concluyó que el liderazgo femenino tiene importancia al interior de la vida
cotidiana de esas organizaciones, pero incipiente en la dimensión de lo
colectivo, sobre todo en política, donde se toman las decisiones. Ejercer ahí
sus potencialidades tendría un resultado trascendente con avances para este
sector.
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FOTO 01.
Las mujeres que
viven en las zonas marginadas del país no tienen las mismas oportunidades que
las de las urbes, señaló la investigadora de la UNAM Julia el Carmen Chávez.
FOTO 02
Sólo 12 por
ciento de quienes participan activamente en política pertenecen al sexo
femenino, afirmó Julia del Carmen Chávez Carapia, de la ENTS de la UNAM.