Boletín
UNAM-DGCS-010
Ciudad Universitaria
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final del boletín
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Señaló Sobeida Sánchez Nieto, profesora de la
Facultad de Química
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Los universitarios estudian el movimiento de carbono,
a fin de generar cambios que fortalezcan genéticamente a esta planta y hacerla
más resistente, explicó
En el Departamento de Bioquímica de la
Facultad de Química (FQ) de la UNAM se analiza la germinación del maíz,
particularmente el movimiento de carbono, con el fin de generar cambios que
fortalezcan genéticamente a esta planta y hacerla más vigorosa, señaló Sobeida
Sánchez Nieto, profesora de esa entidad.
Además, se busca aumentar la
concentración de algunos compuestos como proteínas o
carbohidratos, o utilizar algunos de los que posee como marcadores de que
ocurre bien dicho proceso, añadió.
Estos estudios cobran mayor importancia
dado que nuestro país es un alto consumidor de este grano, aunque 80 por ciento
de ese volumen viene del extranjero, pues no se tiene un abasto adecuado. La
investigación pudiera ayudar en un futuro, “pues al tratar de regular el aporte
de carbohidratos sería posible tener mejores plantas”, argumentó.
México está entre las seis naciones del
mundo con mayor producción de maíz, sólo después de Estados Unidos, China y
Brasil, y le siguen Francia y Argentina. Es el cultivo más importante y cerca
de 90 por ciento de lo cosechado es de tipo blanco, destinado al consumo
humano.
En nuestro territorio se producen
alrededor de 18.2 millones de toneladas en una superficie de 8.5 millones de
hectáreas; y de los cuatro millones de productores agrícolas existentes representa
al mayor número: 3.2 millones.
Hay dos tipos de productores. El primer
grupo, donde se encuentra la mayoría (92 por ciento), posee predios hasta cinco
hectáreas, y aporta 56.4 por ciento del total. En general, más de la mitad de
su cosecha se dedica al autoconsumo (52 por ciento) y sus rendimientos fluctúan
entre 1.3 y 1.8 toneladas por hectárea.
Dentro del segundo grupo está el
7.9 por ciento restante, con predios por arriba de cinco hectáreas por
productor, que aportan el 43.6 por ciento de la producción. Sus rendimientos
van de 1.8 a 3.2 toneladas por hectárea. Únicamente destinan 13.55 por ciento
para autoconsumo.
A partir de la entrada en vigor del
Tratado de Libre Comercio con América del Norte las importaciones provenientes
de Norteamérica han aumentado, hasta llegar a los seis millones de toneladas.
Explicó que la germinación permite el
establecimiento de las plantas, pues una vez que lo consiguen tienen la
capacidad de completar el proceso, como formar hojas y ramas, para ello es
necesario el movimiento del carbono.
No obstante, agregó, hay pocos avances en
el estudio del movimiento de carbono en plantas adultas, debido a diversas
complicaciones, técnicas en su mayoría. En ocasiones, porque el tejido
involucrado es difícil de trabajar; además, obtener las cantidades necesarias
de proteína implica mucho tiempo.
Generalmente, expuso, se hace este tipo
de investigaciones en plántulas o plantas adultas, pero “resulta inconveniente
trabajar con ellas porque ya hay muchos más tejidos involucrados”. Durante la
germinación de la semilla de maíz interviene menos material y esto nos ayuda
a comprender “qué pasa entre los que
donan los carbohidratos y de los que requieren utilizarlos”.
Aún faltan pruebas adicionales para determinar que la
producción maicera se pueda optimizar. Lo que se hace, dijo, “es ciencia básica,
más adelante se podrá llevar a la práctica”.
Este trabajo tiene mucho que dar, afirmó
la especialista. Está realizado in vivo, cuando muchos de los análisis que se
hacen en el mundo son in vitro. La actividad del transporte de carbohidratos,
en general, se analiza en células de rana o levadura. En la FQ se hacen “con lo
que la planta tiene, lo cual es más complicado, pero es una herramienta para
tener información a buen nivel sobre este proceso”.
Sánchez Nieto refirió que para realizar
esta labor se ha apoyado en la utilización de diferentes técnicas: de
inmunohistoquímica, bioquímica y biología molecular, entre otras.
Particularmente, analizan el movimiento
de carbohidratos, entendiéndolo como su transporte y metabolismo. Mide el
tránsito de sacarosa y hexosas (glucosa, por ejemplo). Se observa “el papel que
juegan esos compuestos”. En cuanto a germinación no hay ningún otro grupo en
México que aborde este proceso, confirmó.
La movilización de los carbohidratos se
tiene que dar para que crezcan las partes de la semilla. Si no hay suficiente
concentración de los mismos, entonces empieza a haber una disminución en su
desarrollo, precisó.
La semilla “almacena mucho almidón
durante el proceso en que se formó y, para germinar, es decir, para pasar al
siguiente estadio, debe degradarlo y formar glucosa; pero también tiene
sacarosa, y de ella, también se forma glucosa”, especificó.
Además está la regulación. En las
plantas, los propios carbohidratos hacen que se induzca más de la actividad de
los transportadores o las enzimas.
Respecto al grado
de avance en su investigación, concluyó que está a la mitad tanto en lo que
refiere a las enzimas hexocinasa e invertasa –“de observar cuál es la involucrada
en respuesta a glucosa”– y a la regulación –se sabe qué transportadores están
involucrados, al menos uno de sacarosa, y de las enzimas a la hexocinasa y a la
invertasa; debe haber otros más, pero éstas son importantes–.
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Hay pocos avances en el estudio de la germinación del maíz debido a diversas complicaciones, técnicas en su mayoría, dijo Sobeida Sánchez Nieto, profesora de la Facultad de Química de la UNAM,