12:30  hrs. 30 de Diciembre de 2006

 

 

Boletín UNAM-DGCS-934

Ciudad Universitaria

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PLAGA DEL SIGLO XXI, EL DESGASTE OCUPACIONAL

 

·        Resaltó Jesús Felipe Uribe Prado, profesor de la Facultad de Psicología de la UNAM

·        Las estadísticas de muerte revelan que el estrés por trabajo provoca ataques cardiacos, afecciones cerebrovasculares o infecciones en las vías respiratorias, refirió

·        En Estados Unidos se gastan entre 20 mil y 50 mil millones de dólares anuales en este tipo de problemas, señaló

 

El desgaste ocupacional puede considerarse como la plaga del siglo XXI, pues las estadísticas de muerte revelan que el estrés por trabajo provoca ataques cardiacos, afecciones cerebrovasculares o infecciones en las vías respiratorias, afirmó Jesús Felipe Uribe Prado, profesor de la Facultad de Psicología (FP) de la UNAM.

 

En ese sentido, apuntó, el reto de los psicólogos no sólo es diagnosticar sino identificar a tiempo los factores laborales que originan esta sobrecarga emocional y tratar de prevenirlos. Tan sólo en Estados Unidos se gastan entre 20 mil y 50 mil millones de dólares anuales en este tipo de problemas.

 

Por ello, es importante que en el ambiente de trabajo la salud se entienda como bienestar y calidad de vida, y no como la ausencia de enfermedades, destacó.

 

Las empresas a su vez, deben entender que evitar situaciones de burnout o síndrome de agotamiento emocional, despersonalización y baja realización personal en los empleados, les genera más que un costo un beneficio, refirió.

 

En términos médicos se manifiesta en trastornos de sueño, malestares gastrointestinales, afecciones de tipo sexual, dolores de cabeza o espalda, sudoración, nerviosismo, gripas frecuentes, incluso una baja considerable en el sistema inmunológico. También se muestra en problemas de tipo psicológico como fobias u obsesiones, señaló.

 

Es necesario entender que burnout y estrés laboral no son lo mismo. El primero es un proceso de adaptación a ciertos estímulos que se perciben como amenazantes, y la respuesta a estos estresores origina cierta tensión y resistencia en el organismo, pero al final hay un acomodo, precisó el especialista en salud ocupacional.

 

Si es bueno o malo depende del mecanismo de cada persona y, en ese sentido, es lo más normal que les sucede a los seres humanos, subrayó. Así, el estrés en el trabajo es benéfico cuando ayuda a tomar decisiones, a prever accidentes o a evitar cometer errores en la ejecución de alguna tarea operativa.

 

Es nocivo cuando paraliza al empleado ante una situación de riesgo, le impide decidir adecuadamente o le provoca percances en la realización de sus funciones, abundó. En este caso, el burnout es una reacción al estrés, en donde independientemente de que desaparezca el estresor que lo origina, permanece el desgaste ocupacional.

 

Se presenta deterioro emocional, una sensación de estar cansado, ir a trabajar contra la voluntad, cuesta trabajo levantarse y suele sentirse agotado, aunque no físicamente. Otra es la despersonalización o insatisfacción del logro, lo cual implica sentir que no hay desarrollo completo ni realización personal, mejoras o ascensos, agregó.

 

Otro más, dijo, es lo que los norteamericanos denominan cinismo, o actitudes negativas, el cual consiste en la deshumanización, pues se trata a la gente como un número u objeto. Esto se ha estudiado en el área de servicios, donde los médicos ni siquiera miran a los pacientes a los ojos.

En el desgaste ocupacional se han encontrado variables de corte extra organizacional –familiares, sociales, económicas o políticas–, como el desempleo. “Este concepto puede generar una situación similar, donde no hacer nada puede estresar a una persona y éste es el caso de muchos jubilados”, explicó.

 

También, abundó, influye lo que hacen las organizaciones, porque no sólo es importante dar a los empleados buenas condiciones de trabajo. Se ha visto que quienes tienen mayor responsabilidad pero no pueden tomar decisiones también presentan burnout.

 

Otro aspecto es el cambio de horario, como con las enfermeras o agentes de seguridad; asimismo, se ha presentado este estado de tensión en quienes optan por una profesión idealizándola y al entrar al mercado laboral no es lo que imaginaban, dijo Uribe Pardo.

 

Es tal la repercusión que tiene el desgaste ocupacional que, por ejemplo, en la Unión Europea ya se ha comenzado a considerar como accidente de trabajo, expuso. Si bien estos padecimientos tienen una etiología de enfermedad laboral, todavía los médicos no ven su origen en el ambiente de desempeño.

 

Aclaró que una forma de detectarlo es a través de instrumentos como cuestionarios o pruebas psicológicas. Con este tipo de mediciones se puede constatar “que se presiona a los trabajadores, que no se les está dando control sobre sus decisiones, que la gente está rebasando sus horas de trabajo o que se le exige de manera inhumana para elevar la productividad”.

 

Una forma de prevenir el burnout, aseguró, sería informar a la gente sobre lo que éste genera en su salud física y mental, e instarla a tomar precauciones.

 

También, se han logrado buenos resultados a través de la implementación de programas deportivos, de esparcimiento o de hábitos y valores dentro de la empresa; así como mediante la rotación de puestos o dándole periodos de descanso al personal, concluyó.

 

 

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FOTO 01.

 

El desgaste ocupacional es la plaga del siglo XXI, porque las estadísticas de mortalidad revelan que muchas enfermedades tienen origen en el estrés, afirmó Jesús Felipe Uribe, profesor de la UNAM.

 

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En Estados Unidos se gastan entre 20 mil y 50 mil millones de dólares anuales en problemas por sobrecarga emocional laboral, refirió Felipe Uribe, profesor de la FP de la UNAM.