Boletín
UNAM-DGCS-900
Ciudad Universitaria
DESARROLLAN EN LA UNAM FÁRMACO Y VACUNA CONTRA LA AMIBIASIS
·
Científicos del IIBm buscan inmunizar a los
humanos contra el protozoario capaz de destruir no sólo el intestino y el
hígado, sino tejido y hueso
·
Es la tercera causa de mortalidad por
parásitos en el mundo, con más de 50 mil fallecimientos anuales por absceso
hepático y disentería
Científicos del Instituto de
Investigaciones Biomédicas (IIBm) de la UNAM trabajan en el diseño de una vacuna
oral y/o nasal que dote de inmunidad a los humanos contra la amiba Entamoeba
histolytica, protozoario capaz de destruir no sólo el intestino y el
hígado, sino también todo tipo de tejido, incluso hueso.
En esta entidad se libra
–desde hace 12 años– una guerra contra este parásito intestinal que no respeta
edad, sexo ni clase social, y que constituye un problema de salud pública
asociado con la pobreza.
Cabe resaltar que la amibiasis
es la tercera causa de mortalidad por parásitos en el mundo, con más de 50 mil
fallecimientos anuales por absceso hepático y disentería; también ocasiona 40
millones de casos de diarrea.
En México, 25 por ciento de la
población está infectada con ella y más de ocho por ciento de ese porcentaje ha
padecido, por lo menos, un episodio de amibiasis invasora.
Las batallas para impedir que la amiba
invada el intestino grueso y cause disentería y absceso hepático son sostenidas
en varios frentes por Julio César Carrero Sánchez, Claudia Cervantes Rebolledo,
Dulce María Meneses Ruiz, Hugo Aguilar Díaz, Patricia de la Torre y Andrea
Cruz, bajo la coordinación de Juan Pedro Laclette, director de dicho Instituto
y presidente de la Academia Mexicana de Ciencias.
“Para la vacuna oral se ensaya
con anticuerpos que impidan la adherencia de la amiba a la superficie o
epitelio del intestino, porque así no sería capaz de replicarse y se eliminaría
junto con la materia fecal, vía procesos de remoción natural”, dijo al respecto
Julio César Carrero Sánchez.
Estas pruebas se hacen con
anticuerpos secretados por las mucosas estomacales, del tracto respiratorio y
del genital, llamados IgA, los cuales son importantes en la defensa contra
agentes infecciosos que penetran por esas vías.
Los IgA –aseguró Carrero
Sánchez– tienen un amplio espectro de acción contra virus, hongos, bacterias y
algunos protozoarios, y dos formas de acción: se pegan a la superficie del
patógeno para que las células protectoras del cuerpo puedan identificarlo como
extraño y destruirlo (opsonización); y, ya adheridos a la amiba, bloquean las
moléculas que ésta utiliza para fijarse al epitelio intestinal (impedimento
estérico).
Los investigadores
universitarios han establecido las primeras bases del proyecto de vacuna contra
la amibiasis, al demostrar en laboratorio que los anticuerpos IgA bloquean la
adherencia de la amiba, al impedir que ésta se active y libere las enzimas que
destruyen el tejido.
Identificaron también las
moléculas de la superficie del protozoario que participan en el proceso de
fijación y que pueden ser blanco de los anticuerpos IgA (entre ellas, un par de
proteínas ricas en los aminoácidos cisteína y serina, y la lectina, principal
mediadora de tal unión).
De igual modo clonaron, en una
bacteria Escherichia coli modificada genéticamente, los genes que codifican
para las proteínas de la amiba; reprodujeron el proceso de infección intestinal
por amiba en un ratón gris especial (C3H/HeJ), el cual es similar al que se da
en un humano, y administraron, vía oral y nasal, los antígenos (las tres
proteínas) para inducir la respuesta inmune secretora en el animal. Con el fin
de aumentar dicha respuesta utilizaron como adyuvante la toxina de la bacteria
del cólera (Vibrio cholerae).
Se observó –dijo Carrero Sánchez– que las
tres proteínas protegen: la lectina, en 90 por ciento; la que contiene
cisteina, en 80 por ciento; y la serina, en 50 por ciento.
Sin embargo, para utilizarlas
como inmunógenos, es decir, con capacidad de inducir respuestas inmunes –y
debido a que, por su naturaleza tóxica, no se puede aprovechar la bacteria del
cólera como adyuvante–, se evalúa la posibilidad de usar el baculovirus
recombinante Autographa californica como sistema de expresión y
exposición en la superficie de proteínas de la amiba.
Este método ha sido implementado en
nuestro país por Luis Vaca, del Instituto de Fisiología Celular de la UNAM. Se
trata de un virus con capacidad de infectar y destruir células de insectos,
pero inocuo para los humanos, ya que no se replica.
La idea es clonar dentro del
ADN del baculovirus los genes que codifican para las mencionadas proteínas de
la amiba y utilizar el mismo baculovirus para transportar en la superficie de
aquellos las proteínas que induzcan respuesta en sistemas inmunes. “Nadie,
hasta la fecha, ha realizado estudios para saber si es capaz de inducir
respuesta a nivel del intestino.”
El siguiente paso es
administrar, por vía oral, el baculovirus con las proteínas a ratones para
obtener una respuesta específica contra la amiba. Luego se observará si es
capaz de proteger y a qué nivel. Se espera que funcione mejor que la
administración con la toxina de la bacteria del cólera.
En otro frente, el equipo del
Instituto de Investigaciones Biomédicas estudia el proceso de enquistamiento de
la amiba. Entender cómo, cuándo y qué
detona la formación del quiste de Entamoeba histolytica permitirá
establecer las bases para desarrollar un fármaco que interrumpa su ciclo de
vida.
Cabe recordar que, debido a
que es sensible a cambios de temperatura, pH y otros elementos del ambiente, el
trofozoíto (estadio de la amiba que invade el intestino) muere si no se
transforma en quiste antes de salir con la materia fecal.
De ahí que en laboratorio se
haya inducido la formación de una estructura con una cubierta parecida a la del
quiste: como ésta, contiene quitina, sustancia que forma el exoesqueleto
(parecido al de los insectos) que le confiere resistencia.
En la actualidad los
investigadores universitarios estudian la primera enzima que da inicio a este
proceso: glucosamina 6-fosfato isomerasa.
“Si sabemos qué la activa y en
qué condiciones comienza el enquistamiento, podría desarrollarse un fármaco o
molécula que se pegue a dicha enzima e interrumpa la transformación de
trofozoíto a quiste”, señaló Carrero Sánchez.
Como se sabe, la eficacia del
tratamiento con metronidazol para el control de la amibiasis es cada vez más
limitada debido a que, además de generar resistencia esta droga tiene efectos
secundarios, tanto gastrointestinales como genotóxicos.
“Hay que dejar bien claro que
todavía no se tiene la vacuna ni el fármaco contra la amiba, pero en un futuro
no lejano se podría contribuir al conocimiento de las metodologías o las
tecnologías mediante las cuales ambos puedan desarrollarse finalmente”,
concluyó el investigador.
-oOo-