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UNAM-DGCS-878
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MÁS DE LA MITAD
DE LAS MUJERES DE AMÉRICA LATINA HA SUFRIDO AGRESIONES EN SUS HOGARES
Más de la mitad de
todas las mujeres de América Latina ha sufrido agresiones en sus hogares en
algún momento de su vida; 33 por ciento fue víctima de abusos sexuales entre
los 16 y 49 años de edad, mientras que 45 por ciento recibió amenazas, insultos
y la destrucción de objetos personales, señaló Lucy María Reidl Martínez,
directora de la Facultad de Psicología (FP) de la UNAM.
Durante la
inauguración de los actos que se realizan en esta entidad con motivo del Día
Internacional de la No Violencia contra las Mujeres, detalló que la brutalidad
contra este género ha existido desde hace siglos y se podría asegurar “que en
todas las sociedades del mundo”. Los motivos han sido tan diferentes y
contradictorios que hasta se ha argumentado llegar a matar “por amor”.
Si bien hay
investigaciones y esfuerzos en torno a este tema, consideró, no han sido suficientes
para la transformación del problema, el cual compete a la superestructura de la
población. Se necesitan modelos educativos formales e informales diferentes, en
donde la equidad de género sea uno de los ejes y otro, sin duda, el abatimiento
a la pobreza y, con ellos, a la desigualdad social.
De ahí que Reidl
Martínez haya planteado que la atención a la violencia debe ser desde los
círculos políticos, empresariales y académicos, ya que sus repercusiones hacia
las mujeres han rebasado las fronteras de lo doméstico y familiar, pues han
impactado a los ámbitos educativo, laboral, y de la salud.
Por su parte, María
Eugenia Romero Contreras, directora de Equidad de Género, Ciudadanía, Trabajo y
Familia de la FP, dijo que la intimidación contra las mujeres es un problema
recurrente y extendido, sobre el cual se debe discutir para encontrar formas de
lograr su erradicación.
En el auditorio Dr.
Luis Lara Tapia de esa misma entidad, agregó que los actos más recurrentes son
el incesto, pornografía, esclavitud y turismo sexual, y otros más –que no
conllevan golpes– son la discriminación laboral y los despidos por embarazo.
A su vez, Zoraida
Meléndez, del Programa de Sexualidad Humana de la FP, se refirió en la mesa
redonda La Violencia vs la no Violencia, al abuso sexual de niños y niñas. Poco
se ha hecho para que quienes los agreden dejen de infligirlo. La sociedad se ha
enfocado a generar leyes y no se ha hecho prácticamente nada en el sentido de
tratamientos o acciones, que permitan hacer conciencia de no llevar a cabo ese
tipo de conductas. En este sentido, hay “mucho trabajo”.
Para incidir en
contra de ese problema, añadió, se debe ver la forma como se coloca a los
menores en la colectividad. Generalmente, se les ve a partir de las necesidades
de los adultos.
También se observa
que el maltrato tiene una justificación. Se dice que se les corrige o enseña.
Por ello se debe dejar de tolerar la violencia y el agravio en las relaciones.
A cambio, se precisa pugnar por el respeto y buen trato.
Otra situación tiene
que ver con la relación que prevalece en la sociedad entre poder y sexualidad,
ya que ésta, lejos de ser concebida como una forma de conocimiento y
vinculación afectiva gozosa y placentera, es vista como un instrumento de
control y dominio del otro.
Al respecto, Thelma
Vilchis, del Instituto de las Mujeres del Distrito Federal, habló sobre
violencia en el noviazgo. Dijo que en la práctica cotidiana hay una serie de
conductas en donde el principal cómplice es el amor, o lo que se cree que es.
Fundamentalmente se da de los hombres a las mujeres.
Al comentar algunas
manifestaciones, agrupadas en el rubro de lastimar o dañar, enlistó la crítica
o comparación negativa, descalificar en público, exagerar defectos, culparla de
anticuada o frígida si no cede a propuestas sexuales, amenazar o incluso tener
otras mujeres, así como con abandonarla, dejarla plantada y desaparecer por
días.
En el rubro de
imponer resaltó: establecer reglas según su conveniencia (cuándo vernos, con
qué frecuencia, en dónde), obligar a tener relaciones sexuales con prácticas no
convenidas ni deseadas, que causan dolor y sin protección, y ser impulsivo e
intolerante.
Respecto al abuso
de poder: creer que las mujeres son inferiores, que deben de obedecer a los
hombres; mostrarse condescendiente y magnánimo poniéndose como ser superior,
asegurar saber más y tener más experiencia en todo, tener estallidos de
violencia y luego actuar como si no hubiera pasado nada, aclaró.
Acerca del control
exige explicaciones de todo (a dónde va, con quién, cuánto tiempo), llamadas
frecuentes, la forma de vestir o comportarse. En cuanto a la violencia física,
se observa si, aunque sea sólo una vez, la empujó, le puso el pie, le torció el
brazo, la apretó fuerte, le jaló los cabellos, la aventó o le tiró cosas,
especificó.
En su turno,
Rosalinda Ávila Selvas, de Mujeres Trabajadoras Unidas-Mujeres en Acción
Sindical, abordó la violencia familiar. Aseveró que no es natural, por ello hay
que desnaturalizarla, visibilizarla y denunciarla, pues hasta 90 por ciento de
sus receptores son mujeres, niños y niñas, adultos mayores y personas con
discapacidad o enfermas.
Es un grave
problema de salud pública, que repercute en la autoestima de las personas, así
como en la economía del país, pues provoca ausencias en los trabajos,
ejemplificó. Sólo por esta última razón se debería de destinar lo suficiente
para atender y prevenirlo.
La cuestión es que
hay una reproducción intergeneracional de la violencia. Por ello, hizo un
llamado a no perpetuarla, a desarticular este paradigma de agresión, a romper
los esquemas que permiten su persistencia.
Más tarde, Isabel
Martínez Torres, del Programa de Sexualidad Humana de la FP, tocó la resolución
no violenta de conflictos. En el ámbito cultural, precisó, comúnmente se definen
las querellas a través de golpes, opresión, anulación y destrucción. En
consecuencia, las emociones que se experimentan son desagradables y
desgastantes.
No se educa para
afrontar y resolver las diferencias positivamente, mediante negociación, lo cual
se logra al fomentar en el grupo un ambiente de aprecio y confianza, así como
al favorecer tanto la comunicación como la toma de decisiones.
Para lograrlo,
propuso resignificar la masculinidad y la feminidad, para que se construyan de
tal manera que promuevan posturas más respetuosas de los otros, al promover el
buen trato en lo social y consigo mismos, y fomentar actividades que permitan
aprender a resolver conflictos, entre otras cuestiones.
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FOTO 1.
María Eugenia Romero Contreras y
Lucy María Reidl Martínez, previo a los actos que se realizaron en la Facultad
de Psicología de la UNAM, con motivo del Día Internacional de la No Violencia
contra las Mujeres.
FOTO 2
Thelma Vilchis, Zoraida Meléndez, Noemí Díaz,
Rosalinda Ávila Selvas e Isabel Martínez Torres, durante las actividades por el
Día Internacional de la No Violencia contra las Mujeres, en la UNAM.