06:00  hrs. 8 de Noviembre de 2006

 

 

Boletín UNAM-DGCS-822

Ciudad Universitaria

 


Carlos Valdés

Pie de fotos al final del boletín

 

POSIBLE, REDUCIR LA VULNERABILIDAD ANTE EL RIESGO SÍSMICO

 

·        Afirmó Carlos Valdés González, jefe del Servicio Sismológico Nacional, a cargo de la UNAM

·        El también investigador del IGF señaló que se debe elaborar un plan que incluya el conocimiento y la preparación de la población ante tales fenómenos

·        Donde se han registrado sismos importantes, volverán a ocurrir. Es el caso de  México, con más de 150 temblores moderados y grandes, mayores a 6.5 grados, dijo

 

Aunque no puede detenerse la ocurrencia de temblores en el país, sí se puede estar preparado para enfrentarlos y así reducir la vulnerabilidad frente al riesgo sísmico, afirmó Carlos Valdés González, jefe del Servicio Sismológico Nacional (SSN), a cargo de la UNAM.

 

El también investigador del Instituto de Geofísica (IGF) señaló, en el Seminario ¿Conocemos el riesgo sísmico en México y en la Ciudad de México?, que ello se puede lograr mediante un reforzamiento de las estructuras o edificios, aunque tal opción es costosa y lleva tiempo.

 

Por ello, lo mejor es elaborar un plan que incluya el conocimiento y la preparación de la población ante tales fenómenos, expuso en el auditorio del Jardín Botánico del Instituto de Biología.

 

Explicó que los temblores son producidos en el interior de la Tierra, en su núcleo, donde existe gran cantidad de calor, estimado en más de ocho mil grados centígrados, lo cual genera corrientes convectivas; ello lleva a que la distribución de la sismicidad está en regiones bien identificadas.

 

Hace millones de años todos los continentes estaban unidos pero luego comenzaron a separarse; es decir, las placas tectónicas se han movido y lo seguirán haciendo; es normal, aseguró Carlos Valdés.

 

Expuso que un sismo de magnitud 5 libera energía similar a la de una bomba atómica como la de Hiroshima; “pero como la escala es logarítmica, cada vez que se sube un grado se requiere 32 veces más energía. Por ejemplo, para igualar un temblor como el de 1985, de 8.1 grados, se requieren 32 eventos de magnitud 7”.

 

Su ocurrencia puede devenir en desastres, pero una parte importante es el grado de vulnerabilidad que se tenga, insistió Valdés González. Eso es claro en la Ciudad de México, donde el mismo movimiento tiene diferente afectación, no es igual en Ciudad Universitaria o en el Centro Histórico, donde debido al terreno el movimiento se llega a amplificar hasta 40 veces. De ahí la importancia de saber en qué zona se vive.

 

Se ha observado que se producen mayores deterioros por la asimetría de los edificios; al uso de elementos preconstruidos –lo cual no está permitido en nuestro país desde 1957–; o bien, por la combinación de materiales, como ladrillo, block y concreto. “Eso puede generar daños a  pesar de que la colocación parezca fuerte”, advirtió.

 

Otro problema son los primeros pisos blandos o débiles que se usan como estacionamientos, los cuales deberían tener columnas que no sólo sean de concreto, sino con suficientes refuerzos de acero, ya que de no ser así podrían destruirse, detalló.

 

Además está el “golpeteo” entre estructuras de diferente altura; los edificios más bajos suelen permanecer en buenas condiciones y los más altos reciben daños severos porque al separarse chocan en un punto, el de mayor altura del edificio más bajo.

 

Se debe poner atención en aquellas obras que carecen de castillos o no tienen cimientos bien hechos, todo lo cual debe revisarse para prevenir el colapso de las construcciones. Dentro de ellas, pueden tomarse medidas sencillas, por ejemplo, el uso de ménsulas para fijar muebles y estantes, sugirió.

 

“Donde se han registrado sismos importantes, volverán a ocurrir; el problema es cuándo sucederán”, alertó. Ese es el caso de México, con más de 150 temblores moderados y grandes –mayores a 6.5 grados de magnitud– en los últimos 100 años, es decir, 1.5 por año en promedio.

 

Un desastre sobreviene con viviendas y construcciones hechas con materiales débiles, en zonas sísmicas importantes. Es decir, la fórmula es gran vulnerabilidad más sismicidad importante. De ahí el interés de identificar la interacción entre el suelo, estructuras y efectos del temblor, finalizó.

 

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FOTO 1.

Es necesario elaborar un plan que incluya el conocimiento y la preparación de la población ante los movimientos sísmicos, a fin de mitigar los riesgos, afirmó el investigador de la UNAM Carlos Valdés.

 

FOTO 2

Carlos Valdés González, jefe del Servicio Sismológico Nacional, a cargo de la UNAM, dictó el Seminario ¿Conocemos el riesgo sísmico en México y en la Ciudad de México?