12:30  hrs. 30 de Septiembre de 2006

 

 

Boletín UNAM-DGCS-727

Ciudad Universitaria


Jorge Membrillo

 

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ESTUDIAN EN LA UNAM LENGUAJE DE BACTERIAS PARA EVITAR ENFERMEDADES

 

·        Buscan entender cómo se adhieren a los ductos de petróleo o agua, recipientes, dispensadores, catéteres y dientes, afirmó Jorge Membrillo Hernández, del IIBm

·        Estos análisis son de interés para las industrias alimentaria, farmacéutica y de energía, así como hospitalaria, añadió

·        Dictó la conferencia Tertulias bacterianas. Descifrando el lenguaje de las bacterias, en el auditorio del CCADET

 

Científicos del Instituto de Investigaciones Biomédicas (IIBm) de la UNAM estudian el “lenguaje” por señales moleculares de las bacterias, para evitar enfermedades, señaló Jorge Membrillo Hernández, integrante del Laboratorio de Microbiología y Genética Molecular de esa entidad.

 

Buscan entender cómo forman los microorganismos las biocapas o biofilmes en superficies como ductos petroleros o de agua, dispensadores de refrescos, recipientes para fermentación, catéteres –principal causa de infección nosocomial– o, incluso, en los dientes, como la placa dentobacteriana, indicó.

 

Al respecto, Membrillo Hernández subrayó la importancia de estos análisis para las industrias alimentaria, farmacéutica y de energía, así como en el ámbito hospitalario.

 

Esta investigación básica intenta comprender el mecanismo que utilizan las bacterias para comunicarse y adherirse a una superficie. Si se determina tendrá muchas aplicaciones, como la disminución drástica de las infecciones dentro de los hospitales. “A los primeros síntomas se podría evitar la formación de biocapas”, dijo.

 

Al dictar la conferencia Tertulias bacterianas. Descifrando el lenguaje de las bacterias, refirió que la sensibilidad de los microorganismos cambia cuando están solos o al formar conjuntos, tanto que al crear un biofilm son más resistentes y requieren mil veces más concentración de antibiótico; también les permite enfrentar ambientes hostiles.

 

Algunos integran comunidades; otros deciden no hacerlo y unos más –ya en un “grupo”– llegan a separarse. Cuando se comunican entre ellos y se escuchan, tal interacción hace que decidan pegarse en una superficie, ya sea de acero, plástico o algún otro material. Una vez establecido el vínculo celular químico y que las microcolonias se adhieren, entonces desarrollan corpúsculos llenos de polisacáridos; a esa estructura se le llama “biofilm maduro”, explicó.

 

Dentro de éste, por alguna razón desconocida, se indican entre ellos y con una “palabra” que “oyen” deciden disgregarse y volver a la vida libre. Si se llega a entender cuáles con las señales moleculares de fijarse o no se podría controlar cuándo lo hacen o dejan la superficie. Ese es el gran reto del Laboratorio en el IIBm, enfatizó.

 

Las tertulias bacterianas existen; las bacterias se hablan y viven en conjunto porque de ese modo ciertas funciones les resultan más fáciles. Para lograr tales fenómenos, se requiere un “lenguaje”. “Hoy se sabe que se comunican con moléculas, compuestos químicos autoinductores; mediante una compleja detección pueden activar la expresión genética requerida”, refirió.

 

No viven aisladas ni en una sola especie, sino en comunidades. Entender cómo se forman esas “colectividades” y resisten diferentes condiciones ambientales ha resultado de gran interés desde la década pasada. Los microbiólogos se dieron cuenta que estudiarlas solas no los llevaría a comprender cómo viven en la ecología natural, señaló.

 

Además, detalló Jorge Membrillo en el auditorio del Centro de Ciencias Aplicadas y Desarrollo Tecnológico (CCADET), son por lo menos  “bilingües”, ya que crean un idioma que sólo entienden las propias de su grupo, y otro, que capta el resto.

 

El destacado científico expuso que la población mexicana ha desarrollado una gran resistencia a los antibióticos, provocada por la automedicación. Por eso, “si logramos determinar cuál es el lenguaje de las bacterias podríamos hacer que lo escucharan y que se despegaran de cierta superficie. Eso sería sensacional”.

 

El universitario y su equipo han usado como modelo de estudio a Escherichia coli (E. Coli).  “Nuestra primera aportación fue observar que las de esta especie se adhieren un máximo en 24 horas y después se empiezan a despegar”, apuntó. Descubrieron que los biofilmes son dinámicos, que por alguna razón se juntan y disgregan.

 

Cuando crecen en ausencia de oxígeno (anaeróbicamente) se desapegan. Ese gas parece ser importante, ya que incluso al disminuir su concentración atmosférica hasta el 10 e incluso uno por ciento, se sigue formando la biocapa, reveló.

 

Se investigó si en la E. Coli que hubieran vivido en ambientes diferentes podía existir alguna capaz de formar biofilmes en condiciones anaeróbicas. Se encontró que una de ratón, otra de humano y una más de tapir sí podían. Esas tienen, mantienen o han adquirido tal capacidad, expresó.

 

“Estudiarlas podría dar una información valiosa de por qué en condiciones anaeróbicas otras no pueden hacerlo”. Eso tiene que ver, una vez más, con su lenguaje. “Analizamos qué puede hacer posible la producción de unidades bacterianas”, concluyó Membrillo Hernández.

 

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FOTO 01.

Jorge Membrillo Hernández, del IIBm de la UNAM, informó sobre los estudios sobre el “lenguaje” por señales moleculares de las bacterias, para evitar enfermedades.

 

FOTO 02

El investigador de la UNAM, Jorge Membrillo Hernández, subrayó la importancia de analizar a las bacterias para las industrias alimentaria, farmacéutica y de energía, así como en el ámbito hospitalario.