Boletín UNAM-DGCS-717
Ciudad
Universitaria
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En pocos ámbitos como en el de la bioética, los derechos
humanos muestran con tal fuerza su función de constituir el paradigma ético de
nuestro tiempo, afirmó en la UNAM José Luis Soberanes, presidente de la
Comisión Nacional de Derechos Humanos.
Esas garantías, explicó el ombudsman, se vinculan
íntimamente con los desafíos planteados por la biotecnología. Esta relación se
hace aún más apremiante si se toma en cuenta que lo que está en juego no sólo
son las estructuras sociales y las relaciones de poder entre los individuos,
sino, incluso, la transformación y manipulación de la constitución biológica
del ser humano.
Tomando como referente la Declaración
Universal sobre Bioética y Derechos Humanos, aprobada el 19 de octubre de 2005
por la Conferencia General de la UNESCO, y la manera concreta en que en ella se
integra el concepto de dignidad humana, dijo que su función es servir como
referente ético para médicos, legisladores, jueces, funcionarios públicos o, en
general, para los comités de bioética conformados en los distintos países, para
permitir o rechazar ciertos tipos de prácticas o técnicas relacionadas con la
ciencia de la vida.
Sin embargo, a pesar de la
aparente claridad de ese texto, surgen muchas preguntas, entre ellas, qué tipo
de prácticas y técnicas quedarían prohibidas bajo la defensa de ese concepto y
cuándo se le vulnera, advirtió en el ciclo de conferencias La bioética
pregunta…, llevado a cabo en el Seminario Interdisciplinario de Bioética de la
Facultad de Filosofía y Letras (FFyL).
Añadió que el problema central
que se genera al hablar de dignidad, consiste en que en el fondo se aborda el
problema fundamental del ser humano. Más aún, al recurrir a ese concepto no
sólo se reflexiona sobre lo que el hombre es, sino que además se está diciendo
algo sobre él.
José Luis Soberanes –quien fue presentado por Juliana
González, profesora emérita de la FFyL– comentó que de la dignidad se derivan
cuatro exigencias éticas, que permiten establecer de una manera más precisa las
fronteras y los límites que ninguna práctica biotecnológica debiera rebasar, si
es que pretende respetar ese principio.
“Ninguna puede
entenderse en forma aislada y autónoma, más bien se encuentran relacionadas
entre sí, de tal manera que una práctica concreta puede poner en riesgo varias
de ellas a la vez”, arguyó al dictar la conferencia Reflexiones sobre el
Concepto de Dignidad Humana y su Proyección en el Campo de la Bioética.
La primera, la inalienabilidad. Cuando la vida, la
libertad y el honor de la persona son susceptibles de traducirse en pesos y
centavos se vulnera irremediablemente su dignidad, pues a partir de ese momento
la medida para juzgarla será la ley de la oferta y la demanda y no su valor
intrínseco. El resultado de este proceso es la cosificación de la persona,
reduciéndola, por tanto, a la voluntad y poder adquisitivo de los más
poderosos, añadió.
En el campo de la bioética, recalcó, dicha exigencia
cobra sentido en tanto impide de manera general que se comercie con las
personas, así como con sus órganos, tejidos y células, entre otros.
Segunda, la ininstrumentalidad, pues reclama la
irreductibilidad de la persona, es decir, que su valor no puede ser reducido o
supeditado a otra instancia bajo ningún concepto. Al conllevar todos los
hombres la misma dignidad, comparten también igual valor.
Es una de las exigencias que mayor relevancia cobra en el
campo de la bioética, pues en términos generales prohíbe instrumentalizar o
sacrificar a cualquier individuo de la especie humana para obtener cualquier
fin que le sea ajeno a éste, por muy nobles o rentables que éstos puedan ser,
detalló.
La tercera, la inviolabilidad, que sostiene que cada ser
debe ser tomado en cuenta en aquellas decisiones que le puedan afectar de
manera directa o indirecta. Como resulta evidente, en el campo de la bioética
sirve para fundamentar la figura del consentimiento libre, expreso e informado
de la persona para ser sometida a cualquier intervención médica o para ser
utilizada en cualquier investigación científica; un problema mayor surge en el
caso de aquellas carentes de la capacidad de darlo.
Por último, resaltó el ombudsman, la insustituibilidad de
la persona humana, ya que la dignidad finalmente exige la comprensión
fundamental de que cada hombre, por más pequeño e insignificante que éste pueda
parecernos, es único e irrepetible. En bioética puede tener varias manifestaciones,
desde el respeto a la privacidad y confidencialidad de la información genética
que cada persona tiene, la prohibición tajante de discriminar a alguien por sus
características, hasta la prohibición de la clonación con humanos.
En el Aula Magna del Instituto de Investigaciones
Filológicas, finalmente, comentó que uno de los problemas más debatidos en el
campo de la bioética se refiere al estatuto de embrión humano.
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FOTO 01.
José Luis
Soberanes, Juliana González y Rolando Cordera previo a la conferencia que el
primero, presidente de la Comisión Nacional de Derechos Humanos, dictó en el
IIFL de la UNAM.
FOTO 02
El ombudsman
nacional, José Luis Soberanes, dijo en la UNAM que la dignidad humana es
referente ético para médicos, legisladores, funcionarios o comités de bioética.
FOTO 03
Asistentes al ciclo de conferencias La bioética pregunta…, en donde se concluyó que al hablar de dignidad, en el fondo se aborda el problema fundamental del ser humano.