Boletín
UNAM-DGCS-605
Ciudad Universitaria
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final de l boletín
RESURGE LA
ASTROMETRÍA EN LAS ÚLTIMAS DÉCADAS
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Ello gracias a la mejora en la capacidad de
medición, subrayó Luis Felipe Rodríguez, del Centro de Radioastronomía y
Astrofísica de la UNAM
·
Los instrumentos han desarrollado la capacidad de
apreciar la posición de los astros con precisión superior a la que se obtenía
décadas atrás, refirió
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Participó en el Coloquio Midiendo el Movimiento
de los Astros, en el Instituto de Ciencias Nucleares
La ubicación precisa de la posición y movimiento de los
astros en el plano del cielo, ciencia conocida como astrometría, registra desde
los últimos 20 años un “renacimiento” gracias a la mejora en la capacidad de
medición, explicó Luis Felipe Rodríguez, integrante del Centro de
Radioastronomía y Astrofísica de la UNAM, con sede en Morelia, Michoacán.
El científico señaló que esta disciplina antiquísima
había caído en decadencia en la segunda mitad del siglo XX, debido a que no se
podían hacer cálculos nuevos.
“No hay que despreciar ninguna técnica, porque mientras
se dominen mejor, mayor posibilidad habrá de entender el universo. Si alguna se
estanca puede volver a surgir cuando aparezca un desarrollo tecnológico que
permita más resolución angular o sensibilidad, por ejemplo”, añadió.
Al participar en el Coloquio Midiendo el Movimiento de
los Astros, realizado en el auditorio Marcos Moshinsky del Instituto de
Ciencias Nucleares, Luis Felipe Rodríguez abundó que, en la actualidad, los
instrumentos han generado la capacidad de apreciar la posición de esos cuerpos
con precisión miles a millones de veces superior a la que se obtenía décadas
atrás, lo cual ha llevado a la posibilidad de registrar movimientos pequeños o
cuerpos lejanos.
Expuso que el
desplazamiento total de un astro se puede descomponer en las velocidades radial
y tangencial, es decir, “un objeto que se mueve tiene un componente a lo largo
de la línea de visión y otra en el plano del cielo”.
A pesar de tratarse de
parámetros básicos, su medición e interpretación ha llevado a algunos de los
resultados más importantes de la astronomía. Por ejemplo, con la primera se
descubrió en los años 20 la expansión del universo por parte de Edwin Hubble,
quien encontró que las galaxias se alejan unas de otras, apuntó.
Luis Felipe Rodríguez
mencionó que los movimientos en el plano del cielo requieren por lo menos de
dos medidas, “porque una fuente se observa en un punto determinado y al año
siguiente se verá en otro; por lo que se deduce así que cambió”.
La velocidad radial se
puede medir instantáneamente: se hace una observación y se ve el Efecto Doppler
o variación de la longitud de onda. En contraste, dijo, la tangencial es
generalmente difícil porque se obtiene de comparar dos imágenes de épocas
diferentes.
Establecer este último
indicador, también llamado movimiento propio, tiene varias motivaciones. Es
necesario, por ejemplo, para tener el vector tridimensional de celeridad. A
veces, el astro no emite radiación de línea que permita determinar el Efecto
Doppler y lo único que se puede medir es la velocidad. En ese caso el paso del
tiempo se convierte en una ventaja; se precisa mejor conforme se tengan datos
más viejos, afirmó.
En las primeras décadas
del siglo XX los telescopios tenían capacidad de distinguir detalles a la
escala del segundo de arco, o sea, podían medir con una precisión de una
millonésima de circunferencia, refirió.
Al mismo tiempo se
desarrollaba la astrofísica con la espectroscopia como nueva herramienta,
recordó Luis Felipe Rodríguez. Hoy, se utiliza la radioastronomía e
interferometría de radio, en la que se emplean dos o más radiotelescopios que
observan al mismo tiempo un mismo punto en el cielo, para obtener imágenes cuya
resolución es del orden de milésimas o millonésimas de un segundo.
Una primera utilidad ha
sido la determinación de uno de los parámetros más importantes en la
astronomía: la masa de las estrellas. Para eso se utilizan sistemas binarios o
en pareja, y la Tercera Ley de Kepler. “Esto se ha utilizado para estudiar a
los cuerpos que apenas se están formando dentro de grandes nubes de gas y polvo
y que no pueden detectarse mediante la luz visible o en ondas infrarrojas, sino
de radio”, resaltó.
El científico indicó que
un conjunto de radiotelescopios, 27 en total, distribuidos en 30 kilómetros en
Nuevo México, EU, llamado el Very Large Array, permite medir objetos a una
décima de segundo de arco, es decir, facilita determinar posiciones cien veces
mejores que lo que se hacía hace unas décadas.
La capacidad de ver
detalles depende de la separación entre antenas; entre más grande es, se puede
establecer dónde está un cuerpo celeste con mayor precisión. Por ello se usa el
denominado Interferómetro de Base Muy Larga, es decir, 10 radiotelescopios
distribuidos en toda la Unión Americana, Hawai y las Islas Vírgenes, expresó.
Entre los resultados más
importantes se encuentra el estudio de grupos estelares alrededor de lo que se
cree es un hoyo negro súper masivo en el centro de la Vía Láctea. El agujero no
se observa, “pero se ve cómo las estrellas evolucionan a su alrededor y hacen
órbitas”. Otro es la presencia de la energía obscura en el universo. Tal
cuestión depende de las mediciones de distancia, enfatizó.
Por su importancia,
finalizó Luis Felipe Rodríguez, en el Centro de Radioastronomía y Astrofísica,
“uno de los temas que se trabajan es la astrometría, aprovechando que se tienen
observaciones que se remontan a la década de los 70”.
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Luis Felipe Rodríguez, integrante del Centro de
Radioastronomía y Astrofísica de la UNAM, habló sobre el “renacimiento” en los
últimos 20 años de la astrometría.
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El investigador de la UNAM Luis Felipe Rodríguez dijo que con la astrometría se estudian los grupos estelares alrededor de un hoyo negro en la Vía Láctea, y la energía obscura en el universo.