06:00 hrs.  13 de Agosto de 2006

 

 

Boletín UNAM-DGCS-603

Ciudad Universitaria


Roberto Salas

Pies de foto al final de l boletín

 

TIENEN LOS OCÉANOS ESTRECHA RELACIÓN CON LA VIDA COTIDIANA

 

·        Señaló Roberto Salas, integrante del Instituto de Ciencias del Mar y Limnología de la UNAM

·        Permiten la existencia de la vida sobre la Tierra: son los reguladores del clima, diversifican la alimentación y son fuente de riqueza proteínica

·        Dictó la conferencia El mar en la vida diaria, en la Casa de las Humanidades

 

Los océanos tienen una estrecha relación con la vida cotidiana; su importancia es tal que permiten la existencia de la vida sobre la Tierra: son los reguladores del clima, diversifican la alimentación y son fuente de riqueza proteínica, afirmó Roberto Salas, integrante del Instituto de Ciencias del Mar y Limnología de la UNAM.

 

Al dictar la conferencia El mar en la vida diaria en la Casa de las Humanidades, el especialista añadió que el mar establece las condiciones meteorológicas y determina si un año es más seco o más caliente, por lo que en consecuencia rige a la agricultura.

 

Asimismo, dijo, modula los tiempos de construcción de las grandes obras y, en México, incluso a gran parte de la economía, pues 80 por ciento del petróleo para exportación se extrae del fondo marino, el que incluso aporta materiales para nuevas medicinas.

 

Explicó que el planeta está cubierto en 70 por ciento de agua y la profundidad oceánica promedio es de cuatro mil metros; empero, la producción de líquido con respecto a la tierra es de 0.6 por ciento, es decir, forma un “cascarón” pequeño y fino sobre la superficie terrestre. Pero ese porcentaje “hace una diferencia enorme en las características del planeta, en  su clima”.

 

Además, subrayó, tiene biodiversidad: se calcula que hay más de 50 millones de organismos diferentes, aunque se conoce menos del uno por ciento de ellos. Es parecido al territorio continental: tiene zonas de “desiertos” y “selvas”, pobres o abundantes en peces. Las ricas permitirían alimentar a toda la población, pero no se explotan o se hace “de manera irracional”.

 

Roberto Salas señaló que las especies marinas no se distribuyen de manera aleatoria, sino por movimientos de agua y las características termodinámicas de un lugar. Por ejemplo, los atunes sólo habitan aguas de 10 o 12 grados, por eso es necesario comprender que cuando hay un fenómeno como El Niño aumenta la temperatura del Océano Pacífico en uno o dos grados, y con La Niña sucede lo contrario, disminuye.

 

Los océanos también contienen energía. Si aumentase un grado centígrado en una capa de 200 metros de profundidad, equivaldría a encender 4 mil millones de millones de focos, electricidad suficiente para varias generaciones, reveló. Sin embargo están conectados con la atmósfera, y si uno se calienta el otro también, pues se expande.

 

Por ello ya se registra el deshielo de los polos. En la actualidad ya se ha perdido 18 por ciento de los hielos del Polo Norte, y cuando ello ocurre el nivel del mar se eleva y puede amenazar con desaparecer a las islas del Pacífico, por ejemplo, y a ciudades portuarias. En el caso de México la península de Yucatán tendría problemas serios debido a su elevación, alertó.

 

Las costas se reconfigurarían y los mantos acuíferos en los litorales tendrían más sal, como también ya se observa en el sureste mexicano. Cambiaría el régimen de vientos y el patrón de lluvias, por lo que se tendrían precipitaciones donde normalmente no las hay y épocas de secas donde antes no llovía, adelantó.

Al referirse a los huracanes, David Salas sostuvo que pueden tener efectos intensos. Para que se formen se necesita un océano con una temperatura superficial igual o mayor a 26 grados. De 1950 a 1985 su tendencia fue a la baja, sin embargo desde ese último año comenzaron a incrementarse.

 

Estos fenómenos incluso pueden ser benéficos para algunas zonas de la nación, porque buena parte del territorio nacional, el altiplano, está por arriba de los mil metros sobre el nivel del mar, y los vientos que proceden de éste último normalmente no alcanzan a subir, explicó.

 

El agua de la superficie del mar es arrastrada por los vientos y así se producen las olas; empero, cuando hay terremotos en el fondo del océano con movimientos verticales se producen los tsunamis, que no es oleaje en sí, pues su mecanismo y forma son diferentes, sino “paredes” de agua, aclaró.

 

El de Sumatra en 2004 tuvo este proceso y alzó “olas” de entre 15 y 30 metros de altura. Durante la explosión del volcán Krakatoa en 1883 se registró una pared de 40 metros según datos físicos en las montañas, y se calcula que el meteorito que cayó en Chicxulub, Yucatán, provocó uno de mil metros, concluyó.

 

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FOTO 01

Roberto Salas, del Instituto de Ciencias del Mar y Limnología de la UNAM, dijo que los océanos tienen una estrecha relación con la vida cotidiana; pues permiten la existencia de la vida sobre la Tierra.

 

FOTO 02.

El investigador de la UNAM Roberto Salas dictó la conferencia El mar en la vida diaria en la Casa de las Humanidades, donde habló de las diferentes implicaciones de los océanos en el clima.