06:00 hrs.  06 de Agosto de 2006

 

 

Boletín UNAM-DGCS-586

Ciudad Universitaria

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ELABORAN EN LA UNAM MAPAS DE ZONAS SUSCEPTIBLES DE INUNDACIONES

 

§         En el Instituto de Geografía se realizan a partir de estudios e informes regionales y locales, imágenes de percepción remota, cartografía temática y bases de datos

§         La investigadora Oralia Oropeza Orozco conforma dichos planos, los cuales formarán parte de la cartografía con que se actualizará el Nuevo Atlas Nacional de México

§        Las zonas más vulnerables son la costa de Chiapas, y la costa y los valles centrales de Oaxaca, Guerrero, Puebla, Veracruz, Campeche y Tabasco, informó

 

En el Instituto de Geografía de la Universidad Nacional Autónoma de México se elaboran mapas de las zonas susceptibles de inundaciones, los cuales formarán parte de la cartografía con que se actualizará el Nuevo Atlas Nacional de México.

 

Su importancia radica en que cada año, durante la temporada de lluvias y ciclones, grandes extensiones del país donde abundan asentamientos humanos enfrentan inundaciones, en ocasiones devastadoras.

 

Por ello, la investigadora Oralia Oropeza Orozco realiza dichos mapas a partir de estudios e informes regionales y locales, imágenes de percepción remota, cartografía temática y bases de datos de diversas fuentes, incluyendo la hemerográfica del Centro Nacional de Prevención de Desastres.

 

Sobre este asunto, dijo que las zonas más vulnerables de México son la costa de Chiapas, y la costa y los valles centrales de Oaxaca, Guerrero, Puebla, Veracruz, Campeche y Tabasco (aquí, muchos lugares están permanentemente inundados como parte de los sistemas naturales).

 

En el norte también hay áreas susceptibles a estas contingencias. En Sonora, por ejemplo, llega a llover fuerte, por lo cual se desbordan algunos ríos que anegan ciudades ubicadas en el pie de monte como Hermosillo, Nogales, Caborca y Cananea, o en la zona costera como Guaymas, Empalme, Huatabampo y Echojoa, añadió.

 

La cartografía sobre inundaciones indica que en los últimos 20 años la frecuencia e intensidad de éstas se han incrementado en el país. Casi todas las ciudades grandes las padecen (Distrito Federal, Monterrey, Puebla, Morelia, Tuxtla Gutiérrez, Chetumal y Acapulco, entre otros) como consecuencia de precipitaciones pluviales y de un mal funcionamiento del drenaje.

 

Entre 1970 y 2001 –señaló Oropeza Orozco–, la entidad con más inundaciones fue Veracruz, con 141; la segunda, el Estado de México, con 133;  la tercera, el Distrito Federal, con 96; y la cuarta, Chiapas, con 63. Los demás estados estuvieron por debajo de las 50.

 

En casi todo el país, estas manifestaciones ocurren principalmente durante el segundo semestre del año, es decir, en verano y otoño, en temporada de lluvias y de ciclones, sobre todo en el océano Pacífico, más que en el Golfo de México. La excepción es Tijuana, donde suceden en invierno, explicó.

 

En 1999, recordó, por citar sólo un año, lluvias torrenciales e inundaciones en la sierra norte de Puebla, así como en Oaxaca y Veracruz, causaron 387 muertos y daños por 915.4 millones de dólares.

 

Precisamente, los mapas que elabora la investigadora universitaria permitirán prevenir y mitigar muertes y daños por esas causas.

 

Esta cartografía, ya con 80 por ciento de avance, se refiere sobre todo a las inundaciones recientes. Contiene una clasificación por tipos, la distribución espacial donde ocurren, su temporalidad y sus periodos de retorno y frecuencia, con base en estudios que incluyen identificación de cuenca, cubierta vegetal, variedad de roca y pendientes, entre otros aspectos. Sin embargo, aún falta afinarla, especialmente para el norte del país.

 

Asimismo, con información hemerográfica de la base de datos DesInventar, proporcionada por Virginia García Acosta, directora del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS), se elaboran planos actuales e históricos.

 

“Éstos se refieren al fenómeno hidrometeorológico. Son mapas generales de peligro, no de riesgo, porque no involucran a la población ni al tipo de vulnerabilidad física a que está expuesta”, aclaró Oropeza Orozco.

 

Un ejemplo de la cartografía que se hace para todo el país es el mapa de Oaxaca, que incluye una leyenda con diversos datos: tipos de inundación, localidades que las han presentado entre 1990 y 2000, estimación de su frecuencia en un lapso de 50 años (dos anuales) y número de localidades afectadas. Se identifican también las cuencas, cuerpos de agua y ríos perennes.

 

Una vez incorporada al Nuevo Atlas Nacional de México, que se espera terminar a fines del presente año, la cartografía de inundaciones permitirá ver cuáles son las zonas o regiones prioritarias que requieren atención; idear soluciones de tipo ingenieril para la prevención y mitigación de daños (diques, muros de contención y presas de derivación de agua); y diseñar medidas no estructurales referidas a educación y cambios en la legislación y en la regulación del uso del suelo.

 

Precisamente, indicó Oropeza Orozco, los mapas de zonas susceptibles a inundaciones son parte de las medidas no estructurales para la planificación urbana y el reordenamiento territorial.

 

 

 

Ahora bien, su utilidad depende de su escala: si ésta es a detalle, se puede definir en qué áreas de una ciudad se debe construir; en cuáles no, por peligro de inundación; y en cuáles, por riesgo moderado, es posible vivir con ciertas precauciones (la escala de los que se elaboran en el Instituto de Geografía es 1:4 000 000).

 

“Esta cartografía también podría servir para presupuestar mejor los recursos destinados a la protección civil o para negociar los fondos para enfrentar posibles desastres, a partir de la evidencia de que determinadas zonas necesitarán esa ayuda”, finalizó la experta.

 

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FOTO 01.

Oralia Oropeza Orozco, del Instituto de Geografía de la UNAM, realiza mapas de zonas susceptibles de inundaciones, que formarán parte de la cartografía del Nuevo Atlas Nacional de México.

 

FOTO 02

Las zonas más vulnerables a inundaciones en México son la costa de Chiapas, y la costa y los valles centrales de Oaxaca, Guerrero, Puebla, Veracruz, Campeche y Tabasco, revelan investigaciones de la UNAM.