13:40 hrs.  04 de Agosto de 2006

 

 

Boletín UNAM-DGCS-581

Ciudad Universitaria

 


Benjamín Ruiz Loyola

 

Pie de fotos al final del boletín  

 

 

FALTA PREPARACIÓN EN MÉXICO PARA ENFRENTAR EVENTOS BIOTERRORISTAS

 

·        Señaló Benjamín Ruiz Loyola, profesor de la Facultad de Química de la UNAM

·        Las armas químicas contienen agentes biológicos, microorganismos vivos o toxinas, detalló

·        Ethel Palacios, de la Secretaría de Salud, dijo que con los avances tecnológicos, se exalta la importancia de los agentes biológicos como armas terroristas

·        Participaron en la mesa redonda Bioterrorismo, dentro del VI Congreso Mexicano de Toxicología

 

En México falta preparación para enfrentar cualquier evento terrorista, y aún más si implica sustancias biológicas. Los diferentes sectores involucrados se aíslan y no cooperan entre sí. Cada uno elabora sus planes pero no se comunica, afirmó Benjamín Ruiz Loyola, profesor de la Facultad de Química de la UNAM.

 

Al participar en la mesa redonda Bioterrorismo, dentro del VI Congreso Mexicano de Toxicología, añadió que cada dependencia tiene su propio ámbito de acción y no hay vinculación; cada cual cuenta con su plan maestro, pero no lo compaginan en uno solo, además de que a veces resultan simplistas.

 

Ruiz Loyola expuso que si se registrara un atentado bioterrorista, el sistema de vigilancia sería importantísimo. Para ello se necesita una buena interrelación entre los sectores salud, gobernación y defensa para controlar los efectos. “Un diagnóstico rápido y confiable es necesario, de tal suerte que el papel de los profesionales médicos es de vital importancia”.

 

Las armas químicas, precisó, contienen agentes biológicos, microorganismos vivos o toxinas producidas por las mismas, con las cuales se pretende alcanzar fines hostiles, ya sea en conflictos armados o no declarados, en cuyo caso se hablaría de terrorismo.

 

Están destinadas a causar enfermedades que lleven a la muerte o generen incapacidad en los seres humanos, animales o plantas. Hay una buena cantidad de agentes que pueden ser usados con este objetivo, abundó.

 

Tal es el caso de los causantes de ántrax, cólera, viruela, peste, tularemia, botulismo y gran gama de fiebres hemorrágicas virales, como el ébola, aunque puede servir hasta la salmonela, explicó.

 

Los ataques del 11 de septiembre tienen mucho que ver con lo que se puede esperar en el futuro, adelantó. Los conflictos internacionales amenazan con exportar las agresiones incluso a nuestro país; las tensiones entre diversos países, y el empleo de la gripe aviar, que con ciertas mutaciones se puede transmitir de humano a humano, son algunos de los escenarios mundiales.

 

Las perspectivas bioterroristas pueden usar trastornos comunes o más complicados, de acuerdo con su capacidad tecnológica y recursos disponibles; la modificación de microorganismos mediante ingeniería genética para diseñar uno que sólo afecte a cierto grupo de personas; su empleo para ganado aprovechable, con el fin de disminuir la capacidad alimenticia, y el empleo de otros en contra de cultivos, en lo que se conoce como agroterrorismo, refirió.

 

De manera contraria a lo expuesto, Ethel Palacios, de la Dirección General de Epidemiología de la Secretaría de Salud (SSa), recordó que desde hace una década existe un Comité Nacional para la Seguridad en Salud, el cual conjunta los esfuerzos de diferentes sectores, y promueve planes conjuntos, que si bien no forman uno solo, sí tienen puntos donde se entrelazan y permiten una respuesta uniforme.

 

En tanto, el Plan de Protección de la Salud ante el Riesgo de Bioterrorismo de la SSa, informó, tiene el objetivo de detectar de manera oportuna y adecuada los daños al bienestar de la población, ocasionados por el uso intencionado de agentes biológicos.

 

Las líneas de acción de este plan son: vigilancia epidemiológica, capacidad diagnóstica, atención a la población, reserva de medicamentos, colaboración con otras instituciones y la información a la población, agregó.

 

Por otro lado, Ethel Palacios coincidió que el bioterrorismo se define como el uso intencionado de agentes biológicos, ya sea toxinas, bacterias, virus o cualquier tipo de material con fines de intimidación a la población, sea civil o no.

 

Son armas no convencionales fabricadas para producir enfermedades; y la guerra bacteriológica es el uso de elementos biológicos o toxinas en conflictos, particularmente contra tropas y otros objetivos militares.

 

Con la crisis del ántrax en EU, en octubre de 2001, con 17 casos confirmados de ántrax pulmonar y siete cutáneos, se marcó una importante diferencia en la manera en cómo se ve al bioterrorismo, opinó la experta.

 

Hoy, con los avances tecnológicos, se exalta la importancia de los agentes biológicos como armas terroristas “y el mundo toma conciencia de que eso le puede afectar a cualquiera”, dijo. Para que se logre un ataque debe haber una intención, capacidad y un objetivo vulnerable, como pueden ser los conjuntos poblacionales; pero al mismo tiempo debe existir capacidad de respuesta conjunta de la sociedad para protegerse.

 

Según la Organización del Tratado del Atlántico Norte hay 39 agentes de potencial uso intencionado “y eso es importante, porque cualquier microorganismo que se manipule en el laboratorio se puede utilizar en un ataque bioterrorista”. Tienen capacidad de causar daño, producir una enfermedad grave, ser estables –o mantenerse en el medio–, contagiosos y tóxicos.

 

Esta amenaza se ha traducido en un aspecto de seguridad nacional, es decir, debe existir un conjunto de acciones políticas, económicas, psicosociales y militares realizadas por las instituciones que conforman un Estado, para proteger a la población.

 

El objetivo es obtener y conservar las circunstancias propicias para salvaguardar los objetivos y proyectos nacionales ante cualquier amenaza.

 

Por último, Magda Carvajal, investigadora del Instituto de Biología, al hablar del tema de la guerra biológica con micotoxinas, se refirió a los casos de aleucia tóxica alimentaria como problema de salud en Rusia y a las guerras de Indochina y Vietnam, donde se hizo uso del llamado agente naranja (mezcla de dos herbicidas), que aún siguen causando discapacidades.

 

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FOTO 01.

 

Benjamín Ruiz Loyola, de la Facultad de Química de la UNAM, dijo que en nuestro país falta preparación para enfrentar cualquier evento terrorista, y aún más si implica sustancias biológicas.

 

 

 

FOTO 02

 

Las especialistas Magda Carvajal y Ethel Palacios durante la mesa redonda Bioterrorismo, dentro del VI Congreso Mexicano de Toxicología, efectuada en la UNAM.