Boletín
UNAM-DGCS-568
Ciudad Universitaria
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El uso excesivo
del flúor durante la dentición primaria y secundaria, que altera el proceso de
mineralización del esmalte dental (o fluorosis), se ha convertido en un
problema de salud pública cuya incidencia va en aumento, aseguraron integrantes
del Laboratorio de Inmunología de la División de Estudios de Posgrado e
Investigación de la Facultad de Odontología de la UNAM.
En el adulto,
su consumo en altas concentraciones es capaz de provocar fluorosis esqueletal,
alteraciones en el ritmo cardíaco, afecciones renales y trastornos
inmunitarios. Incluso, agregaron, algunos reportes científicos en animales lo
han asociado con neoplasia maligna del hueso u osteosarcoma.
Juan Carlos
Hernández Guerrero expuso que en México son escasos los estudios de factores de
riesgo para su desarrollo en los dientes. Sin embargo, las investigaciones
realizadas en su Laboratorio han identificado fuentes de flúor en diferentes
productos de consumo humano, tales como pastas dentales y enjuagues bucales,
jugos, néctares y refrescos, que "deberían estar regulados por normas
oficiales".
Sin embargo,
añadió, en el caso de la sal de mesa, el agua envasada y potable, que sí
cuentan con normatividad, no existe un adecuado monitoreo, tal y como lo
muestran los resultados de los análisis realizados ahí mismo. Estas
conclusiones se apoyan con el incremento en los casos de fluorosis, que no se
acompañan con reducción en los índices de caries, como debiera esperarse.
María Dolores
Jiménez Farfán refirió que el flúor había sido considerado como la solución para
reducir la caries. Sin embargo, su uso indiscriminado provoca otras
alteraciones que inicialmente son estéticas: opacidades y cambios de coloración
llamadas “manchas fluoróticas”; pero de acuerdo con su severidad pueden crear
poros en la estructura dentaria, al establecer zonas susceptibles de ser
atacadas por microorganismos, y se crea así una contradicción.
Lilia Adriana Juárez López
explicó que en la actualidad, en ese Laboratorio se desarrolla un proyecto de
investigación sobre excreción urinaria de flúor en preescolares, para
"conocer el metabolismo de ese ion en los pequeños, porque es cuando
sucede la odontogénesis".
Cuando se cepilla los dientes,
el niño se come la pasta. De lo que se ingiere se reabsorbe la mayor parte a
nivel intestinal, desde donde pasa a los tejidos duros: dientes y huesos. Los
menores excretan alrededor del 30 por ciento y retienen el 70, precisó.
Por eso es tan importante el
trabajo de los investigadores universitarios en cuanto a establecer las dosis
exactas para prevenir la caries, sin el riesgo de desarrollar otras
alteraciones, subrayó.
La prevalencia de fluorosis
dental es variable en cada entidad; en la Ciudad de México, según estudio del
propio Laboratorio, dijo, es de 60 a 70 por ciento, donde el grado de afectación
observado es leve. Aunque ya se reportan algunos casos de moderado a severo.
Ese, aseveró Dolores Jiménez,
es un indicador de que se ingieren dosis inadecuadas, aún en la capital, que no
es considerada como zona endémica de fluorosis, basados en la cantidad
existente en el agua potable. Las zonas así detectadas son San Luis Potosí,
Zacatecas, Hidalgo, Guanajuato, Baja California Sur y algunas partes del Estado
de México.
Son múltiples los factores que
influyen en el desarrollo de la fluorosis dental, aclaró Juan Carlos Hernández.
Uno de ellos es la altitud, que en el caso de la Ciudad de México es de 2 mil
200 metros sobre el nivel del mar. Este factor altera el metabolismo del ión en
el humano, dado que a mayor altura, menor es su excreción urinaria.
Además, apuntó, se encuentra
en una zona volcánica, donde el agua potable que se extrae proviene de
yacimientos cada vez más profundos, en los cuales hay mayores concentraciones
de flúor.
México, sostuvo, tiene un
programa de fluoración de la sal de mesa desde la década pasada, el cual se
instrumentó para combatir la caries en forma masiva; sin embargo, no se
hicieron estudios previos ni diagnósticos, por lo que las concentraciones
establecidas fueron tomadas de los resultados en otros países.
"La gente desconoce que
debe dosificar la cantidad de pasta, sobre todo cuando se trata de niños; que
cinco miligramos, equivalentes al tamaño de un chícharo, son suficientes para
el aseo bucal", destacó Lilia Adriana Juárez.
Entre las acciones que se
pueden tomar para corregir esta situación, consideró Dolores Jiménez, se
encuentra difundir los resultados de estas investigaciones entre la comunidad
odontológica; también estar en contacto con pediatras, odontopediátras y
profesionales de la salud.
Lo principal es enseñar cómo
debe realizarse el cuidado bucal, incluyendo la correcta utilización de una
técnica de cepillado y la adecuada selección de los productos orales de acuerdo
a sus necesidades particulares. Esto sería un gran avance, coincidieron.
Lo más importante es que
los resultados del Laboratorio se difundan, “para que los profesionales de la
salud y la población en general puedan utilizar los fluoruros de forma
controlada en beneficio de su salud”, finalizó Hernández Guerrero.
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PIES DE FOTO
FOTO 01
Juan Carlos Hernández, de la Facultad de Odontología
de la UNAM, expuso que se han identificado fuentes de flúor en pastas dentales
y enjuagues bucales, jugos, néctares y refrescos.
FOTO 02.
El flúor había sido considerado como solución para
reducir la caries, pero su uso indiscriminado provoca otras alteraciones,
afirmó María Dolores Jiménez Farfán, de la FO de la UNAM.