Boletín
UNAM-DGCS-567
Ciudad Universitaria
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María Sitges, del Instituto de
Investigaciones Biomédicas de la UNAM, y Vladimir Nekrassov, del Instituto
Nacional de Rehabilitación, hicieron este hallazgo
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El
medicamento inicialmente se utilizó contra disfunciones cerebrovasculares leves
·
También parece que neutraliza la pérdida de
la memoria que puede provocar esa enfermedad
Científicos de la UNAM y
del Instituto Nacional de Rehabilitación descubrieron que un medicamento
inicialmente utilizado contra disfunciones cerebrovasculares leves, además de
ser un potente antiepiléptico,
contrarresta el deterioro en la audición que producen tanto la epilepsia
como su tratamiento.
María Sitges, del
Instituto de Investigaciones Biomédicas de la Universidad Nacional –quien
colaboró con Vladimir Nekrassov, del Instituto perteneciente a la Secretaría de
Salud (SSa)–, explicó que la epilepsia es una de las enfermedades neurológicas
más problemáticas.
Su atención con los
fármacos suministrados a fin de disminuir las convulsiones, que generalmente
distinguen a este padecimiento, se ve
acompañada por diversos efectos secundarios adversos, entre los que se encuentra
la pérdida de la sensibilidad auditiva, misma que se agrava por la propia
enfermedad, añadió.
“Encontramos –aseveró la investigadora– que dicho
fármaco, al que nombró VPC, además de prevenir las convulsiones con altísima
potencia, es decir, a dosis bajas, inhibía la actividad epiléptica cortical en
los modelos animales de epilepsia experimental, y evitaba la pérdida del oído
que, en trabajos anteriores de su laboratorio, había demostrado que se presenta
al inducir las convulsiones en animales no medicamentados”.
Esto resultaba interesante, dijo, porque dentro de la
literatura científica existen varios trabajos que indican que también los
fármacos antiepilépticos más comúnmente utilizados en la clínica, además de
inducir deterioro en la cognición, entre otras secuelas, alteran los parámetros
de los potenciales auditivos, lo que es sugerente de deterioro en dicha
sensibilidad.
El posible efecto de dichos fármacos antiepilépticos
sobre la audición, sin embargo, no ha recibido mucha atención en la clínica. El
problema, explicó, es que tanto la propia enfermedad, sobre todo en casos
severos, como su tratamiento con esos medicamentos actualmente disponibles para
el control de las convulsiones, parecen deteriorar la audición, lo que hace
difícil saber cuál es la contribución relativa de cada uno.
“Sucede que cuando llega
un paciente con una alta frecuencia de convulsiones, lo que menos le importa al
médico, al enfermo o a sus familiares es si el tratamiento va a producir una
disminución en la sensibilidad auditiva u otro tipo de efecto secundario, lo
único que importa es controlar esos efectos”, aseveró.
Para comparar los
resultados de varios fármacos antiepilépticos con los de la VPC, en
colaboración con Vladimir Nekrassov, María Sitges realizó un análisis
sistemático en cobayos in vivo. Para
ello, a los animales se les midió el umbral auditivo antes y después de que se
les administrara el fármaco antiepiléptico de manera crónica, es decir,
diariamente durante aproximadamente un mes, a una dosis terapéuticamente
relevante.
Los únicos estudios en los
que se habían probado los efectos de los antiepilépticos sobre parámetros
relacionados con la audición en animales, se realizaron de manera aguda, esto
es al administrar el fármaco antiepiléptico una sola vez, y utilizando dosis extremadamente
altas, por lo que esos resultados no podían ser extrapolados a las condiciones
clínicas, comentó.
Nuestros estudios
crónicos, dijo la investigadora, demuestran que los fármacos antiepilépticos
clásicos a dosis terapéuticamente relevantes elevan el umbral auditivo,
opuestamente a la VPC, que mejora la audición. Ahora de hecho, con apoyo de la
compañía Psicofarma, y en colaboración con Saúl Garza, del Hospital Infantil de
México de la SSa, la VPC se está empezando a probar en pacientes epilépticos.
Cabe señalar que este
avance en investigación es motivo de una patente internacional, que fue
sometida a finales del 2003 y actualmente se encuentra en trámite. Esta patente
se relaciona con el uso de la VPC como antiepiléptico capaz de proteger de los
efectos secundarios adversos que se presentan en los pacientes epilépticos,
particularmente aquellos relacionados con la memoria y la audición.
La epilepsia, es importante
recordar, es una enfermedad que afecta a un alto porcentaje de la población mundial.
“Podríamos decir que alrededor del dos por ciento; aunque en los países
subdesarrollados, incluyendo a México, esa cifra incluso es mayor”, por las
epilepsias causadas por cisticercosis o por partos mal atendidos, por ejemplo
por traumatismos a la hora del nacimiento, concluyó María Sitges.
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PIES
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