06:00 hrs.  26 julio de 2006

 

 

Boletín UNAM-DGCS-558

Ciudad Universitaria

 


Enrique Contreras

 

Pie de fotos al final del boletín  

 

ACUMULA MÉXICO SEVERO DÉFICIT DE TALLA EN MENORES DE EDAD

 

·        Reveló Enrique Contreras, del CEIICH de la UNAM, quien agregó que ello se asocia a discriminaciones raciales, bajo nivel de urbanización y dispersión de comunidades

·        También influye el rezago en sistemas de salud y falta de educación, dijo

·        Señaló que nuestro país padece niveles de desnutrición y mortalidad superiores a otros países latinoamericanos con similar producto per cápita

 

En las zonas indígenas de México productoras de café, los niños de 6 a 8 años presentan un severo déficit de talla, asociado a discriminaciones raciales, bajo nivel de urbanización, dispersión de comunidades, rezago en los sistemas de salud, falta de educación y volatilidad en los precios del aromático, afirmó Enrique Contreras Suárez, del Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades (CEIICH) de la UNAM.

 

Añadió que en nuestro país una persona de esas áreas, pobre, habitante del medio rural, sobre todo en localidades pequeñas, y que cultiva ese grano, está propensa a tener hijos con deficiencias considerables.

 

Subrayó que incluso, cuando hay malas ventas internacionales de café, la población que depende de ese producto resiente mayormente esa situación, pero los menores de edad son quienes padecen aún más las consecuencias. Es un problema cíclico.

 

El especialista universitario, quien junto con Leandro Román García, del mismo Centro, realizó un estudio sobre subnutrición infantil de escolares indígenas, explicó que el Sistema Nacional para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF) los invitó para procesar la información de dos censos en niños de primaria de todo el país.

 

Afirmó que dicho indicador se asocia a la desnutrición crónica: son infantes de estatura reducida, cuyas calibraciones corresponden a estandarizaciones de tablas internacionales. Es decir, tienen un retraso severo en su altura respecto a la edad.

 

Agregó que en el trabajo se hace una distinción por tipo de lenguas, gracias a lo cual se determinó que las más afectadas son las zonas del sur. Los municipios que más padecen este problema se ubican en Guerrero, Oaxaca y Chiapas.

 

El especialista destacó que desde hace años nuestro país tiene niveles de desnutrición y mortalidad superiores a otras naciones latinoamericanas, que registran un producto per cápita similar. Se mantiene una distribución del ingreso desigual, sin mejoras socioeconómicas en los principales índices de desnutrición infantil, que si bien descienden ligeramente en sus promedios nacionales o se mantienen, conservan antiguas brechas entre los diferentes espacios geográfico-administrativos.

 

Enrique Contreras informó que en 1988 en México la baja talla de los menores de 5 años de edad ascendía a 23 por ciento, pero se redujo al 18 en 1999, de acuerdo con la Encuesta Nacional de Nutrición. Según los censos escolares del DIF, en 1994 la baja talla en niños que ingresan a la escuela ascendía a 19 por ciento de la población censada, pero descendió a 14 en 1999.

 

Sin embargo, apuntó, estas reducciones son insuficientes si se comparan con el descenso registrado entre 1990 y 2000 en países en desarrollo, donde las tasas fueron, en promedio, de siete puntos porcentuales, de acuerdo con un comité internacional de las Naciones Unidas.

 

Los datos de la realidad mexicana se ven opacados por la prevalencia de la situación deficitaria imperante de los niños inscritos en el primer grado de primaria, en escuelas indígenas y en hogares con una madre que habla una lengua étnica, dijo.

 

Detalló que el porcentaje “estandarizado” del déficit de talla entre los infantes inscritos en colegios para población originaria es mayor que el de los que acuden a escuelas privadas y oficiales.

 

Entre los niños inscritos en escuelas indígenas, oficiales y privadas en 1994, el déficit de talla para la edad fue de 59.5, 16.8 y 2.9 por ciento, respectivamente. Mientras que para 1999 dicho porcentaje se redujo a 50.5, 11.4 y 2.1, en el mismo orden, resaltó.

 

“Se trata de diferencias que se vuelven abismales cuando se agrega el factor geográfico”. Así, por ejemplo, la merma promedio para los menores de cinco años residentes en hogares cuya madre habla una lengua indígena, es el doble del correspondiente a hogares cuya progenitora no lo es, argumentó.

 

Contreras Suárez reveló que el riesgo de esos pequeños de padecer tal déficit, por su condición étnica, se incrementa con el de habitar una vivienda extremadamente pobre, de que la mamá no tenga escolaridad y de residir en espacios rurales.

 

De acuerdo con sus estudios, relató que el rezago mayor en la talla para la edad de los niños se localiza en municipios predominantemente indígenas, en los inscritos en ese mismo tipo de escuelas, en espacios rurales y semiurbanos, y en etnias con una diversificación geográfica media.

 

En las ciudades medias indígenas disminuye el rezago, salvo algunas e importantes excepciones de las entidades federativas del sur de la República, donde se asienta la migración del campo de grupos tzeltales, tzotziles, náhuas, zapotecas y mayas, reiteró.

 

Comentó que si bien se aprecia una leve mejoría en el tiempo en la estatura para la edad de los menores, el avance de sus pares no indígenas, localizados en centros urbanos, es más notorio y veloz. “Esto apunta a la fragilidad de las acciones sociales emprendidas y hacia la persistencia de mecanismos de exclusión y discriminación difíciles de erradicar”, alertó.

 

Expuso que en la actualidad se vive una etapa de riesgos y vulnerabilidades sociales para las mayorías del país. “Ante este entorno tan cambiante, los indicadores estadísticos de la pobreza de ingreso, dejan de reflejar lo que debieran”.

 

Por ello, propuso Enrique Contreras, es necesario pulir los indicadores para que respondan a los nuevos retos, o pensar en otro tipo para medir el riesgo social, de fácil manejo y obtención, y de amplia cobertura.

 

Arguyó que tanto para la teoría del bienestar biológico infantil como para las acciones públicas es importante disponer de mediciones alternativas a la tradicional del ingreso, sobre todo para microrregiones socialmente más vulnerables o de importante autoconsumo.

 

Admitió que el déficit estandarizado de la talla para la edad, ligado a la subnutrición y a eventos catastróficos de la infancia, puede sugerirse como indicador alternativo y aparentemente cumple con las expectativas.

 

Tras los estudios, dijo que aspiran a “construir, junto con otros equipos médicos y otras universidades, una tabla de referencia mexicana. Para ello se trabaja con la Organización Panamericana de la Salud, con el fin de asesorar en las formas internacionales más usuales”, concluyó.

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PIES DE FOTO

 

FOTO 01

 

Enrique Contreras, del CEIICH de la UNAM, dijo que México arrastra un severo déficit de talla en niños de 6 a 8 años.

 

 

FOTO 02.

 

En nuestro país, una persona indígena, que vive en el campo y cultiva café está destinada a tener hijos con una importante falta de talla, señaló el investigador de la UNAM Enrique Contreras.