06:00 hrs.  23 julio de 2006

 

 

Boletín UNAM-DGCS-549

Ciudad Universitaria

 


Jesús Alberro Aramburu

 

Pie de fotos al final del boletín  

CARECE MÉXICO DE ESPECIALISTAS PARA  MONITOREAR PRESAS

 

·        Indicó Jesús Alberro Aramburu, investigador del Instituto de Ingeniería de la UNAM

·        Ayudaría a la prevención de accidentes y a obtener mejores acciones de protección civil, resaltó

·        Hay cerca de cuatro mil en el país, de las cuales sólo 400 están vigiladas

 

México carece de expertos en el monitoreo de presas, lo que no ayuda a la prevención de accidentes ni a obtener mejores acciones de protección civil, aseguró Jesús Alberro Aramburu, investigador del Instituto de Ingeniería de la UNAM.

 

Salvo tres o cuatro, estas estructuras son esencialmente de tierra y enrocamiento y forman una barrera contra el agua, la cual se almacena formando un embalse. Sus funciones pueden ser diversas. Las hay hidroeléctricas cuyo objetivo es generar energía eléctrica; para almacenar el vital líquido y surtirlo a poblaciones o ciudades; las derivadoras, que tratan de cambiar el curso de un río, o con las que se pretenden monitorearlo, de tal suerte que se puedan evitar inundaciones.

 

Nuestro país, informó, cuenta con alrededor de cuatro mil presas, que incluye desde las más grandes, entre los 250 y 270 metros de altura, como la Presa Manuel Moreno Torres Chicoasén, hasta bordos, presas chicas, que no sobrepasan los cinco metros. Hay una población heterogénea en cuanto a altura.

 

De acuerdo con la Comisión Nacional del Agua (CNA), las llamadas presas grandes son las que tienen más de 15 metros de altura; de ellas hay en el país cerca de 400, y el resto son bordos. Se encuentran distribuidas en prácticamente todo el territorio, pero los grandes sistemas, que son los más modernos, se localizan en Chiapas y Tabasco. Si bien hasta la década de los 50 se trabajó en las de Sinaloa, Sonora y Nuevo León, actualmente, se pretende construirlas hacia el norte, por ejemplo.

 

La cuestión, recalcó, es que las grandes son vigiladas: hay toda una serie de instrumentos y de grupos de ingenieros que se encargan de monitorearlas y ver cómo se comportan. Pero son las menos. Los bordos presentan problemas en este sentido. Hace como medio siglo, recordó, había una figura importante, el llamado presero, la persona que todos los días la observaba y reportaba a las autoridades. Pero cada vez los hay menos.

 

Así, consideró, “hoy en día hay un gran hueco en el monitoreo de las obras chicas, que son la mayoría”; y con el desarrollo poblacional “pueden tener poca altura pero ser riesgosas, en cuanto al peligro en que podrían poner vidas humanas e infraestructura”.

 

Otra cuestión importante, la cual se presenta a nivel mundial, se relaciona con la ingeniería ambiental. Las presas, explicó, modifican el entorno, por lo que se debe ser cuidadoso en no dañarlo o, en su caso, restituir al máximo los perjuicios que generan. Esto no se toma en cuenta tanto como debiera.

 

“Sigue habiendo muchos problemas, en particular con las de residuos mineros, pues contienen productos químicos que en casos notorios se filtran hacia el suelo y crean contaminación de arsénico, por ejemplo”, consideró el investigador universitario.

 

Otro es precisamente que las poblaciones que viven en los embalses y se deben desplazar, a la hora de hacer una obra de esa magnitud son reacias al cambio y se oponen. Cada vez hay más resistencia social en el ámbito internacional relacionada con ese tipo de estructuras, porque la gente no está dispuesta a cambiar su forma de vida.

 

No obstante, reconoció que si bien en México la reubicación se había tratado en forma poco satisfactoria, actualmente “tratan de encontrar compromisos con las poblaciones afectadas, en cuanto al pago de las tierras o  la reconstrucción de los nuevos pueblos”.

 

El investigador agregó que hoy en día son suficientes las presas que hay en México, aunque todavía hay potencial. “A corto y largo plazos  deberá impulsarse su construcción, aunque nada más sea para proporcionar agua” a comunidades. De éstas son pocas en el país, mientras en el caso de la energía, 20 por ciento de ella es generada por hidroelectricidad.

 

Por último, Alberro Aramburu destacó que el futuro de las presas en el territorio dependerá de la situación económica: si hay energía más barata obtenida por otras fuentes, entonces probablemente se construirán pocas con este fin, pero seguirá habiendo cada vez más para dotar de líquido, porque es la única forma de almacenarla, concluyó.

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PIES DE FOTO

 

 

FOTO 01

 

No existen en México expertos en monitoreo de presas, reveló Jesús Alberro Aramburu, investigador del Instituto de Ingeniería de la UNAM.

 

 

FOTO 02.

 

El investigador de la UNAM Jesús Alberro Aramburu afirmó que un problema importante de las presas mexicanas es que modifican el entorno para su construcción.