06:00 hrs.  19 de Julio de 2006

 

 

Boletín UNAM-DGCS-538

Ciudad Universitaria

 


Rosario Iturbe Argüelles

 

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MINIMIZAR FUGAS Y DERRAMES, PARA EVITAR  CONTAMINACIÓN DE SUELOS POR HIDROCARBUROS

 

·        Aseguró Rosario Iturbe Argüelles, investigadora del Instituto de Ingeniería de la UNAM

·        Necesario, encontrar los métodos más económicos para la limpieza de los sitios afectados, añadió

·        Cuatro por ciento del territorio nacional podría considerarse como posiblemente dañado, dijo

 

Los principales retos de la contaminación de suelos por hidrocarburos en México serían minimizar las fugas y derrames; y en relación con la limpieza de los sitios, encontrar los métodos más económicos, señaló Rosario Iturbe Argüelles, investigadora del Instituto de Ingeniería de la UNAM.

 

De hecho, indicó, los planes contemplan que todo el terreno contaminado se atienda. Desde los últimos 10 ó 12 años se ha realizado un esfuerzo por sanearlos, pero el alto costo es lo que ha detenido cualquier avance.

 

La especialista añadió que cuatro por ciento del territorio nacional podría considerarse como posiblemente dañado, y hay estados donde la situación es más grave. “Pueden ser zonas de no gran extensión, pero sí afectan a poblaciones importantes por sus características económicas y sociales”, pues llegan a alcanzar estuarios, ríos y lagos.

 

Las causas son diversas. La más relevante es provocada por tomas clandestinas, con cientos de millones de pesos en pérdidas anuales. Gente especializada hace dichas instalaciones, pero en muchas ocasiones dejan mal sellados los ductos y ocurren fugas. Esto sucede en todo el país, puntualizó.

 

Una más acontece en las áreas petroleras de producción o extracción en pozos, como es la zona de Tabasco y Veracruz, debido a infraestructura vieja que, por falta de mantenimiento adecuado, tiene problemas, agregó.

 

También está su operación inadecuada, pues esta industria se instaló desde principios del siglo pasado. Había malas prácticas, cuando enterraban tanques de almacenamiento, ductos que ya no servían, tambos llenos o se vertía directamente a los terrenos aledaños grandes cantidades de crudo, gasolina, diesel, turbosina y combustóleo, entre otros, refirió.

 

Si la contaminación es antigua el hidrocarburo queda fijo y se hace resistente, y es difícil caracterizar el tipo que lo provocó. En fecha reciente –antes de un año– sí es fácil decir qué es y la cantidad, lo que facilita atacar el problema, dijo.

 

Otro tipo de afectación se debe a accidentes en las operaciones, al abrir válvulas o al hacer la limpieza de tanques de almacenamiento. Actualmente esta situación ya está mucho más controlada. También ocurren con los carros-tanque, pero sus volúmenes son pequeños, en comparación con lo demás, afirmó.

 

Lo ideal, consideró, “sería tener control de todo para que ya no se intoxicara más, en lugar de remediar”, y hacia ello se enfoca la normatividad en el país. Se han tomado medidas, sobre todo en equipos adecuados, como alarmas; sin embargo, como hay tanto volumen de suelo vulnerado todavía se trabaja en su limpieza.

 

Los suelos son de diferentes tipos, expuso: “No es lo mismo que se contamine uno arcilloso, de baja permeabilidad, por lo que es difícil que llegue a un acuífero, pero por lo mismo es arduo limpiarlo, que uno arenoso, de alta permeabilidad”.

 

Existen diferentes técnicas para calcular el área y volumen alcanzado –“entre más aproximados se tengan esos datos lo será también la inversión requerida”– y opciones de mejora, cuyos métodos se pueden clasificar en físico-químicos, térmicos y biológicos. Los últimos son los menos agresivos al ambiente, por eso se prefieren. Consisten en dejar que organismos degraden los hidrocarburos y conviertan sus compuestos en bióxido de carbono y agua, y materia orgánica, detalló.

 

No obstante, aseguró la especialista, en ocasiones no se puede llevar a cabo, porque las concentraciones son demasiado elevadas y le son tóxicas a dichos seres, quienes por ello no hacen su tarea.

 

En todo caso, prosiguió, no se habla de restauración, pues no se dejan idénticos. “Pueden quedar sin concentración tóxica, pero cambian sus características después de un tratamiento, o alguna de sus propiedades físicas, químicas o biológicas”. Puede mejorar, pero es costoso, de ahí que se clasifique el suelo en agrícola, residencial o industrial y para cada uno existan indicadores permisibles diferentes.

 

Sobre la normatividad, Iturbe Argüelles destacó que es completa en limpieza, muestreo y evaluación. Hace falta en cuanto a control, si bien considera límites para los principales hidrocarburos, cómo se debe muestrear el suelo y el número de puntos según el área afectada, así como las técnicas analíticas a aplicarse.

 

Las actuales especificaciones –que quedaron como Norma 138 de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales– son recientes, tienen un año de publicadas, pero cinco de aplicarse  porque ya existían como disposición emergente, concluyó.

 

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PIES DE FOTO

 

 

FOTO 01

 

Para sanear los suelos contaminados hay que hacer una evaluación: conocer su composición, características físicas, químicas y biológicas; dijo Rosario Iturbe, del Instituto de Ingeniería de la UNAM.

 

 

FOTO 02.

 

La especialista de la UNAM Rosario Iturbe Argüelles destacó que cuatro por ciento del territorio nacional podría considerarse como posiblemente contaminado por hidrocarburos.