06:00 hrs.  17 de Julio de 2006

 

 

Boletín UNAM-DGCS-532

Ciudad Universitaria

 


Feggy Ostrosky

 

Pie de fotos al final del boletín  

 

EXISTEN FACTORES ESPECÍFICOS QUE DETERMINAN A LA GENTE VIOLENTA

 

·        Aseguró  Feggy Ostrosky, de la Facultad de Psicología de la UNAM

·        Ellos son personalidad hostil, antecedentes de haber tenido alguna alteración en el cerebro e historias de abuso físico en la infancia

·        Se han evaluado a alrededor de 40 criminales, hombres y mujeres, multihomicidas confesos, entre ellos a La Mataviejitas

 

La personalidad hostil, antecedentes de haber tenido alguna alteración en el cerebro e historias de abuso físico en la infancia son tres factores que están presentes en las personas violentas, aseguró Feggy Ostrosky, directora del Laboratorio de Neuropsicología y Psicofisiología de la Facultad de Psicología (FP) de la UNAM.

 

Lo anterior se desprende del trabajo que realiza con un grupo de colaboradores, a fin de estudiar qué distingue biológicamente a ese tipo de gente. Su muestra es de alrededor de 40 personas de alta peligrosidad.

 

Han caracterizado a individuos que se encuentran en cárceles de alta seguridad, para saber si existe un perfil neuropsicológico, electrofisiológico y de personalidad diferente. “Hemos evaluado criminales, hombres y mujeres violentos, multihomicidas confesos, entre ellos, a Juana Barraza Samperio, La Mataviejitas”, detalló.

 

Al abundar sobre los factores que los hacen violentos, resaltó que todos los entrevistados tienen una personalidad hostil con rasgos paranoides, es decir, continuamente sospechan que hay una intención maligna en contra de ellos; pero aclaró que no todos los que presentan esta característica son asesinos.

 

Todos tienen antecedentes de haber tenido alguna alteración en el cerebro, ya sea porque son hijos de madres alcohólicas o gente que se golpeó la cabeza, por ejemplo. Otro más, dijo, son las historias de abuso físico-sexual en la infancia, generalmente por parte de los cuidadores.

 

Si están presentes los tres elementos, indicó, la posibilidad de que se gesten individuos con personalidad violenta es alta, de alrededor del 80 por ciento. Pero con uno o dos no basta, deben estar presentes todos. Saber lo anterior es importante, porque si como sociedad se puede influir en uno de esos factores se puede limitar que no se produzcan éstos.

 

El problema, explicó, es que en esas personas “las zonas del cerebro donde uno inhibe sus impulsos básicos –las frontales– no están bien, se encuentran alteradas”. Parte de madurar implica aprender a controlar las emociones, pero estos individuos no pueden, biológicamente están imposibilitados para hacerlo.

 

La investigación aún sigue en proceso, todavía falta hacer más análisis a los sujetos. No obstante, destacó, han observado que muchos de ellos también son hiperquinéticos, esto es, poseen un elevado nivel de actividad, energía y dinamismo, por lo que en su infancia los corrieron del salón y todo el tiempo los regañaban. Otro aspecto frecuente, y que se manifiesta desde pequeños, es crueldad hacia los animales.

 

El enfoque biológico por sí mismo no es suficiente para entender el fenómeno de la violencia, añadió la experta, pues tiene también componentes sociales y psicológicos. Pero si estos multihomicidas hubieran sido detectados a tiempo, como ahora se hace en la FP, y como sociedad se les hubiera dado atención, a lo mejor no habrían llegado a donde están.

 

Feggy Ostrosky se ha centrado fundamentalmente en entender cuáles son las causas primarias y secundarias que provocan la violencia. Estas últimas, comentó, son producto de cuestiones como la depresión. Las personas quienes padecen esta enfermedad, en general, son irritables: 60 por ciento reportan atacar a otros física o verbalmente y 30 por ciento, destruir o aventar objetos; se ha encontrado que tienen alterados ciertos neurotransmisores, particularmente el procesamiento de la serotonina.

 

Otra causa secundaria es el abuso de sustancias tóxicas, como la cocaína. Una más, haber sufrido traumatismos craneoencefálicos, fundamentalmente en las zonas frontales del cerebro. Ambas situaciones provocan secuelas, informó. 

 

La violencia primaria se da en aquellas personas para quienes no existe ninguna de las causas mencionadas y aún así son agresivas en extremo. Dentro de ellas, de acuerdo con los psiquiatras, estarían quienes padecen trastorno antisocial de la personalidad, apuntó.

 

En general, expuso Feggy Ostrosky, presentan esa conducta desde antes de los 15 años, que se caracteriza por un patrón general de desprecio y violación de los derechos de los demás, incapacidad para planear el futuro, falta de remordimiento, deshonestidad crónica y repetida, así como impulsividad; fracasan para adaptarse a las normas sociales, utilizan alias y estafan a otros.

 

Existe otra clasificación de estos individuos, dada por biólogos y neurocientíficos, que habla de psicopatía, la cual incluye lo mismo que el antisocial, pero, además, tiene componentes interpersonales: presenta un deterioro de la afectividad y las relaciones interpersonales, al mismo tiempo que es impulsiva, antisocial e inestable, abundó.

 

Es gente que miente frecuentemente, tiene afectos superficiales y poco profundos, falta de remordimiento y culpa, tendencia patológica a mentir y manipula a los demás para que cumpla sus objetivos, precisó.

 

La psicopatía, subrayó, es frecuente en México: se presenta en hasta tres por ciento de la población general; en la que se encuentra en las cárceles, esa cifra llega a 25 por ciento.

 

Acerca de los perfiles neuropsicológico, electrofisiológico y de personalidad que realizan, argumentó que el primer campo aborda la relación entre el cerebro y la conducta. A través de una serie de pruebas comportamentales se obtiene cómo es su atención, memoria y lenguaje, cómo funciona su capacidad para planear, secuenciar y organizar información.

 

El segundo perfil, prosiguió, se obtiene a través de colocar electrodos en el cuero cabelludo y registrar las respuestas biológicas asociadas con estímulos específicos. En este caso utilizan agradables (bebés, el mar), desagradables (tumores, cuerpos mutilados), neutros (como sillas) y emociones morales (niños abandonados en la calle). La idea, recalcó, es ver cómo las procesa el cerebro. “Es una especie de detector de mentiras, no puede una fingir las reacciones”.

 

Mediante el de personalidad, resaltó la investigadora, se estudian características como si son gente impulsiva, premeditada u hostil, por ejemplo.

 

El asunto es que la agresión extrema es un problema importante para la sociedad, porque determina, por ejemplo, cómo nos vestimos; dónde, a qué hora y en qué trabajamos. Por eso, advirtió, debemos tratar de entenderla.

 

En nuestro caso, concluyó, en la medida que podamos aportar elementos que comprueben si existen componentes biológicos en los que podamos interferir, se podrá evitar mucho sufrimiento.

 

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PIES DE FOTO

 

 

FOTO 01.

 

Feggy Ostrosky, de la FP de la UNAM, señaló que la personalidad hostil, antecedentes de alguna alteración en el cerebro e historias de abuso físico en la infancia, son factores que generan violencia.

 

FOTO 02

 

Feggy Ostrosky, de la Facultad de Psicología de la UNAM, ha evaluado alrededor de 40 personas de alta peligrosidad, multihomicidas confesos.