06:00 hrs.  16 de Julio de 2006

 

 

Boletín UNAM-DGCS-528

Ciudad Universitaria

 


Graciela Casas Torres

 

Pie de fotos al final del boletín  

NO ESTÁ PREPARADA PARA LA MUERTE LA POBLACIÓN MEXICANA

 

·        Afirmó Graciela Casas Torres, profesora de la Escuela Nacional de Trabajo Social de la UNAM

·        Si bien los abuelos esperan apoyo por parte de sus parientes ante ese suceso, aún no es común sentarse a discutir qué clase de ayuda desean recibir o se les precisa dar, indicó

·        Se refirió a las conclusiones del estudio Expectativas de los adultos mayores ante la muerte, realizado en esta entidad

 

Aunque en el país “la festividad del Día de Muertos se asume con cierto folklore y aceptación”, la población mexicana no está preparada para este último trance, afirmó Graciela Casas Torres, profesora de la Escuela Nacional de Trabajo Social (ENTS) de la UNAM.

 

Dicha celebración se hace en recuerdo de quienes ya se fueron, pero nunca para ponerse en su lugar o preguntarse cuándo tocará el turno, aún cuando se sepa que este hecho es inevitable y universal, y por lo tanto algún día acaecerá, subrayó.

 

Al explicar las conclusiones del estudio Expectativas de los adultos mayores ante la muerte, realizado en esta entidad, la especialista en Gerontología aseveró que si bien los abuelos esperan apoyo por parte de sus parientes ante ese suceso, aún no es común sentarse a discutir qué clase de ayuda desean recibir o se les precisa dar. 

 

Explicó que en esta investigación se empleó la metodología de grupos focales. “Se trabajó en dinámicas con los ancianos, todos ellos sanos, pero unos vivían en asilos y otros con algunos miembros de su familia”.

 

Se partió del hecho contundente de saber que todos morirán algún día y a pesar de ser un evento cotidiano y universal, poco se habla de ello. Además, la forma de perecer ha cambiado en México, sobre todo en la población desprotegida que agoniza en hospitales y esto implica para los servicios de salud una demanda importante de atención, acotó.

 

En los nosocomios, abundó, en las áreas donde hay adultos mayores las camas son ocupadas por personas en fase terminal, lo cual requiere gasto y atención. Asimismo, este trance implica erogaciones que muchas veces la familia no sabe hasta dónde es necesario hacer, además de representar un fuerte desgaste emocional.

 

Bajo este contexto, indicó, se debe preguntar qué quieren los involucrados que se haga cuando ya se avecina la muerte, sobre todo en cuatro esferas: en servicios de salud, instituciones religiosas, cuestiones jurídicas y entorno familiar.

 

Así se percataron de que la mayoría admite este paso como algo natural, pero siempre vinculada a creencias, particularmente cuando se habla de conformidad con este suceso. Estos ancianos, destacó, sin estar en fase terminal, desean que no se les prolongue la agonía y sufrimiento con avances tecnológicos; en ese sentido, prefieren pasar en casa sus últimos días.

 

Asimismo, dijo, en ocasiones se mencionó a la eutanasia, la cual si bien no formó parte central de la discusión, es asumida como una posibilidad, es decir, no les causa horror ni rechazo; aunque ciertamente las opiniones fueron variadas debido a la cercanía que tenía cada uno de ellos con su fe.

 

En cuanto a cuestiones legales algunos expresaron que era importante dejar las cosas en orden y sin problemas para los hijos; en cambio, otros hablaron con desconfianza del tema porque lo ven como una acción premonitoria, pues suponen que hablar de testamento es como si algo les fuera a pasar, refirió la maestra en Salud Pública.

Las diferencias más importantes entre hombres y mujeres respecto a la muerte, es que mientras ellas tienen mayor apego a la religión, a los varones les preocupa la respuesta de la familia, pues no están seguros de que en esa etapa los apoyen, agregó.

 

El ámbito clásico donde se atiende esta problemática es en los servicios de salud, ahí es donde las personas se enfrentan a situaciones de crisis para decidir cómo ayudan al pariente, qué hacer y valorar si se le va a prolongar la vida o se va a dejar que los sucesos ocurran de manera natural, recordó.

 

Por ello, subrayó, en esa parte es importante el papel del trabajador social,  pues generalmente les toca la tarea más difícil: dar palabras de aliento tanto al paciente como a su familia.

 

En esas circunstancias, consideró, se debería aconsejar, asesorar sobre lo que pasa y las opciones que hay; darle a las personas, según sea el caso, la oportunidad de despedirse de la vida o de elaborar duelos. Aunque lo ideal sería tratar esta situación antes de que sobreviniese el deceso, porque cuando éste llega las decisiones se vuelven más difíciles.

 

Al final, este hecho siempre tomará por sorpresa, pero es mejor tener elementos que permitan planear y, así, no perjudicar social, económica y emotivamente a la población, concluyó.

 

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PIES DE FOTO

 

 

FOTO 01.

 

La población mexicana no está preparada para la muerte, afirmó Graciela Casas Torres, profesora de la Escuela Nacional de Trabajo Social de la UNAM.

 

 

FOTO 02

 

La mayoría de los adultos mayores aceptan la muerte como algo natural, pero siempre vinculada a sus creencias, indicó la docente de la ENTS de la UNAM, Graciela Casas Torres.