06:00 hrs.  14 de Julio de 2006

 

 

Boletín UNAM-DGCS-525

Ciudad Universitaria

 


Rodolfo Silva Casarín

 

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INEXISTENTE EN MÉXICO UNA CULTURA  RELACIONADA CON LAS OBRAS MARÍTIMAS

 

·        Afirmó Rodolfo Silva Casarín, investigador del Instituto de Ingeniería de la UNAM

·        Por tanto, dijo, las estructuras respectivas tienen un alto grado de incertidumbre en cuanto a su diseño y construcción

·        Edgar Mendoza Baldwin, técnico académico del mismo Instituto,  señaló que analizan la evolución y la transformación del oleaje

 

México no tiene una cultura para conocer los agentes asociados a las obras marítimas, como el oleaje, marea y vientos, afirmó Rodolfo Silva Casarín, investigador del Instituto de Ingeniería (II) de la UNAM.

 

Por tanto, agregó, “si la información base con la que se debe diseñar posee incertidumbre, las estructuras también la tendrán en su construcción”; de hecho, señaló, las que hay se han proyectado con criterios obsoletos, “los cuales, aunque se supieran las condiciones ambientales, no se sabe cuál es su límite de fallo”, indicó.

 

Por tanto, consideró, debe trabajarse en dos niveles: comprender mejor el medio físico, y mejorar los criterios con los cuales se diseñan las estructuras. En el caso del tema de protección de playas, una de las defensas más socorridas en el mundo son las hechas de enrocamiento y sumergidas, ya que no tienen impacto visual y presentan diversos beneficios ecológicos.

 

Otro tema es el de los rompeolas, los cuales hay que diseñarlos en condiciones estables. En el ámbito de aguas más profundas, están claramente los retos más importantes, que son las estructuras de explotación de hidrocarburos, a mil o dos mil metros de profundidad, en las que México no tiene ni una sola experiencia al respecto, advirtió.

 

Desafortunadamente, señaló, no se tiene todavía la capacidad suficiente para desarrollar ese trabajo, por la poca gente formada en ese campo. Hay menos de cinco doctores en Ingeniería de Costas y Puertos; muchos de quienes han hecho acciones en ese sentido están formados en Oceanografía Física o Ingeniería Hidráulica, por ejemplo.

 

La variedad de obras marítimas es grande, destacó el investigador. Las hay cuyo uso es para la protección de infraestructura, como los rompeolas; para disminuir o canalizar la energía del mar, a fin de proteger parte de la zona litoral; también las que sirven para la explotación, como las plataformas marinas o ductos. Otras se utilizan como complemento para mejorar la calidad ambiental de alguna zona.

 

Acerca del número de puertos, dijo que México está en una situación razonable, están medianamente bien distribuidos a lo largo de todo el país. Pero existen desequilibrios en la infraestructura que se ha desarrollado; en algunos casos es obsoleta. Sólo son cuatro o cinco los que manejan casi todo el tránsito de mercancías.

 

Los puertos que operan a nivel competitivo del lado del Golfo de México son Veracruz y Altamira, Tampico; del Océano Pacífico, Lázaro Cárdenas, Michoacán, y Manzanillo, Colima. Entre los medianos están los de Mazatlán, Ensenada y Coatzacoalcos; de los más pequeños resalta el de Tuxpan, y finalmente, hay algunos cuyas capacidades son menores, como Puerto Ángel, aseveró.

 

El también jefe de la Unidad de Formación de Recursos Humanos y Docencia del II, hizo mención del futuro de las obras marítimas en México. La primera, tiene que ver con los suministros a poblaciones costeras, donde una alternativa viable es la desalinización de las aguas.

 

La segunda, con la disposición de aguas residuales que, si no llevan sustancias tóxicas y se hace un tratamiento primario, se puede realizar a través de unos ductos conocidos como emisarios submarinos.

 

En tercer lugar, una de las áreas más trascendentes para la economía mexicana, se relaciona con el crecimiento de la industria turística, sobre todo la enfocada a zonas costeras. Aquí, subrayó, hay dos desafíos importantes: un rezago en los criterios de cómo se diseña la infraestructura y los aspectos climáticos, que no se conocen bien.

 

El también responsable del Grupo de Ingeniería de Costas y Puertos, insistió que si México sigue con el mismo modelo económico necesitará modernizar los puertos que no son competitivos o tienen poca importancia, para ligarlos al sistema productivo nacional.

 

Silva Casarín apuntó que los próximos 20 ó 30 años también es relevante trabajar el aspecto que tiene que ver con los energéticos fósiles. Los grandes yacimientos están en aguas profundas. A la par de su explotación, aseguró, hay que abrir la utilización de energías renovables, y una de ellas son las corrientes marinas.

 

Para ello, comentó, se deben hacer crecer equilibradamente los grupos de investigación a nivel nacional; empezar a monitorear y la información que se obtenga hacerla universal, y desarrollar o adaptar tecnología para zonas tropicales. Afortunadamente, sostuvo, casi todas las áreas relacionadas con zonas costeras son rentables.

 

Del trabajo que desarrolla en el II, Silva Casarín indicó que monitorean utilizando equipos que miden oleaje y corrientes, así como para ver cambios morfológicos en la costa. Además, realizan modelado numérico para estudiar hidrodinámica, estabilidad y afectación de estructuras; así como experimental, con la idea de mejorar las herramientas para el diseño.

 

Al detallar más el trabajo, Edgar Mendoza Baldwin, técnico académico del mismo Instituto,  recalcó que en cuanto a sus estudios aplicados, parte de la idea de este grupo es encontrar métodos de diseño nuevos de rompeolas, que generen estructuras estables y además, se pueda reducir el costo de construcción y reconstrucción después de una tormenta.

Respecto a sus trabajos de investigación básica, concluyó que analizan la evolución y la transformación del oleaje, “el cual sufre con una estructura de ese tipo dos procesos básicos: reflexión (cuando las olas rebotan y se regresan hacia el mar) y transmisión (parte del oleaje que alcanza a pasar a través de la estructura)”.

 

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PIES DE FOTO

 

FOTO 01

 

En México no se tiene la cultura por tratar de conocer las obras marítimas, indicó Rodolfo Silva Casarín, investigador del Instituto de Ingeniería de la UNAM.

 

FOTO 02.

 

Rodolfo Silva Casarín, investigador del Instituto de Ingeniería de la UNAM, experimenta con rompeolas en el laboratorio del Grupo de Ingeniería de Costas y Puertos.