06:00 hrs.  11 de Julio de 2006

 

 

Boletín UNAM-DGCS-514

Ciudad Universitaria

 


Cristina Oehmichen

 

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EXCLUIDOS LOS INDÍGENAS, DEL PROYECTO DE CONSTRUCCIÓN CULTURAL DE MÉXICO

 

 

Tanto en México como en Canadá los pueblos indígenas han sido excluidos del proyecto de construcción cultural de la nación; sin embargo, en los últimos diez años se han registrado avances importantes, afirmó Cristina Oehmichen Bazán, del Instituto de Investigaciones Antropológicas (IIA) de la UNAM.

 

Subrayó que los grupos étnicos eran invisibles, pues siempre se vivía en un Estado imaginario, en donde se pensaba en una sociedad de elites y clases medias, y se daba la espalda a los excluidos, a por lo menos diez millones de personas de esas comunidades que en su mayoría viven en pobreza extrema.

 

Recordó que en 1992 se reconoció por primera vez, y de manera declarativa, la existencia de esos grupos en nuestro país. Así, con la reforma al artículo cuarto constitucional, por primera vez en la historia independiente se aceptó el concepto pluricultural.

 

 

La antropóloga universitaria, quien trabaja en el proyecto Relaciones interétnicas y derechos de las minorías en México y Canadá: un estudio comparativo, destacó que en 2001 se modificó la Constitución a partir de las demandas generadas por el movimiento autóctono. Sin embargo, esas adecuaciones aún resultan insuficientes.

 

La Ciudad de México, argumentó, al igual que muchas otras urbes del mundo, siempre ha sido crisol de culturas. Amplios sectores poblacionales procedentes de diferentes regiones del país se incorporan a ella, lo cual no es un fenómeno único de esta metrópoli, pues a lo largo del tiempo ha sido centro de convergencia de la pluralidad.

 

No obstante, añadió, estos procesos se han intensificado debido a las constantes migraciones registradas en el último medio siglo. Por ejemplo, en la capital cohabitan alrededor de 46 lenguas originarias diferentes, a lo que se deben agregar las comunidades de chinos, alemanes y de otras nacionalidades.

 

Oehmichen Bazán aseguró que esta presencia las enriquece, y ello impide pensar de forma unívoca, al creer que se tiene la verdad absoluta en todo, y obliga a vivir con personas que tienen otras creencias, tradiciones y una visión del mundo distinta. Aunado a ello, se debe desarrollar el sentido del respeto a los otros; “es una lucha que se da día con día en las grandes ciudades”.

 

Refirió que en algunas naciones se ha registrado un gran movimiento que defiende los valores fundamentales del hombre y la mujer, uno de los cuales es el derecho a su cultura, identidad, y dignidad.

 

En México sucede lo mismo con las organizaciones indígenas, pero a veces los diferentes sectores de la sociedad no lo perciben porque son invisibilizadas, no tienen voz y no llegan a los medios de comunicación para dialogar, porque no son “importantes” para ellos, pero están ahí y demandan garantías, aseveró.

 

Por ejemplo, dijo, piden que ya no sigan siendo objeto de racismo; no sólo defienden la preservación de su cultura sino también de su territorio y en los próximos años esa lucha será más intensa.

 

 

Por ello, apuntó Cristina Oehmichen, el trabajo que se ha gestado en los últimos diez años “nos ha vuelto conscientes de que México es una nación plural, que no somos un país imaginario, sino uno profundo que desde hace años se ha manifestado”.

 

En el país persiste el racismo, y el hecho de que haya un movimiento reivindicativo es fundamental para contrarrestar dicho problema,  advirtió.

 

También ha mostrado que nuestra nación no es monolítica, sino múltiple, y que los indígenas requieren y demandan un trato digno y justo. Han tocado una de las fibras más sensibles por la manera como la sociedad mexicana aún tiene mentalidad colonialista. Eso se debe combatir si se quiere arribar a la democracia, pero no electoral o partidaria, sino en un plano de igualdad de oportunidades para todos, aclaró.

 

Resaltó que mediante su proyecto de investigación pretende conocer los puntos en la relación entre Estados y pueblos indígenas, en un contexto en donde la globalización es una fuerza que busca homogenizar al mundo tanto económica como culturalmente.

 

Explicó que tanto en México como en Canadá es factible observar la tensión entre los derechos colectivos e individuales que demandan los grupos étnicos. Ello se expresa, en particular, en el derecho de cada sujeto a definir sus preferencias políticas y religiosas.

 

Reveló que una de las tensiones es referente a la situación de las mujeres. En ambas naciones se ha encontrado que si bien las indígenas laboran al igual que sus compañeros, persisten costumbres, tradiciones o usos que ellas no avalan. En México no quieren ser objeto de violencia, por eso luchan en contra de que se les agreda por pertenecer a ese género, que se abuse de ellas de forma sexual, o se les violente en el seno familiar.

 

Las mujeres indígenas de ambos países reclaman el acceso a igualdad de oportunidades en el trabajo, educación y participación política, pero también a decidir sobre sus propios cuerpos, acerca del número y espaciamiento de sus hijos, y en general a determinar sus vidas, concluyó.

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PIES DE FOTO

 

 

FOTO 01

 

Cristina Oehmichen, del Instituto de Investigaciones Antropológicas de la UNAM, destacó la diversidad cultural de la Ciudad de México donde cohabitan unas 46 lenguas indígenas.

 

 

FOTO 02.

 

La presencia multicultural en las ciudades las enriquece, y ello impide pensar de una forma unívoca, reconoció la antropóloga de la UNAM Cristina Oehmichen Bazán.