06:00 hrs.  17 de Junio de 2006

 

 

Boletín UNAM-DGCS-455

Ciudad Universitaria


Héctor Díaz Polanco

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LOS INDÍGENAS, PRESENTES EN LAS DIVERSAS FASES DEL DESARROLLO DEL PAÍS

 

 

El indígena no está en el pasado, sino que acompaña las diversas fases del desarrollo del país; además, “es una categoría sociológica, cultural y política creada por el proceso histórico contemporáneo”, afirmó en la UNAM el especialista Héctor Díaz Polanco.

 

Al participar en la primera sesión del Seminario Arturo Warman y los Pueblos Indios, organizado por el Programa Universitario México Nación Multicultural (PUMC), el profesor e investigador del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social expuso que por ello, el indio es una creación de la modernidad, es su “primer hijo” y, en consecuencia, no hay nada más moderno.

 

Antes no existía; había pueblos diversos. Es una creación después del descubrimiento, de la invasión, del encuentro de dos mundos, concebido porque lo necesitaba el nuevo régimen, aclaró el especialista, quien fue presentado por José del Val, titular del PUMC.

Una vez identificado ocurre una segunda situación, señalada por Arturo Warman. Sobre todo al entrar a la etapa independiente adquiere otro rasgo: se habla de él como un problema que necesita solución, aunque no lo sea, detalló.

 

La cuestión está en el proyecto nacional y en lo que deriva de él, como el indigenismo. Es decir, insistió el experto, las complicaciones no están en las comunidades originarias sino en el país y en las acciones que se emprenden para abordarlos.

 

De ese modo, en la década de los 80 se planteó la teoría étnico-nacional. Se buscaba sacarlos de un molino autárquico donde eran torturados, y convertir este asunto en cuestión no de indígenas, sino del Estado mismo, apuntó.

 

La meta fue tratar de construir una comprensión de esta situación al vincular ambos aspectos, articulándolos de tal manera que lo mexicano no tuviera solución sin resolver lo particular y viceversa. Fue un salto teórico y político fundamental e implicó para Arturo Warman combatir la visión de pasado del indio, añadió.

 

Antes, el indigenismo se conformó con teorías, componentes ideológicos y prácticas estatales. Entonces se pedía que los especialistas fueran científicos y funcionarios que trabajaran para, dentro y con los objetivos del Estado. Tal monopolio de la antropología se perdió y hoy es posible desarrollar la disciplina fuera de esta vertiente, puntualizó Díaz Polanco.

 

Fue esa materia la que criticó Arturo Warman de manera despiadada, demoledora. “La antropología mexicana de ese talante, de esa vocación, no se levantó jamás de esta crítica”, abundó.

 

Este personaje hizo un análisis de los padres fundadores de esa materia en el país, y observó en sus trabajos cómo esa ciencia se articulaba con diversas formas históricas de dominación, que van desde el proceso mismo de la Colonia hasta llegar al revolucionario y al movimiento integracionista de los años 70, subrayó.

 

Hay una construcción teórica para justificar y darle carácter práctico, precisó. Sus principios básicos fueron que se puede analizar a estos pueblos colocándolos en un continuo histórico de carácter evolutivo, donde ocupan un punto que implica una situación de carácter social, cultural y económico definida por el atraso.

 

El binomio “arcaico y atraso” provoca que las mismas colectividades no puedan acceder a la unificación, donde se trata de caminar hacia el progreso, a la construcción de la nación. Entonces, había que eliminar un ingrediente, un eslabón de la cadena, señaló.

 

Hay dos maneras de lograrlo: por genocidio o por integración, es decir, que los pueblos se anexen a la corriente de la cual habían quedado excluidos, pero no con sus rasgos peculiares, agregó.

 

La política fue decirles “quiero que te deshagas de tus vestimentas, visión del mundo, lengua, de la forma de relacionarte con tus pares y que estés dispuesto a que esa comunidad que te sirve de sustento identitario se transforme”. Pero además se le advertía que no era voluntario, pues está obligado a hacerlo. Eso, aseguró Díaz Polanco, fue real, y hay registro etnográfico e histórico de tales hechos, aunque hubo atemperaciones.

 

El proyecto nacional, sostuvo, era capitalista, y el indígena chocaba con él. En el indigenismo, como lo advirtió Arturo Warman, había componentes evolucionistas que veían a los pueblos como colocados en un eslabón del cual no se habían movido, quedándose atrasados, refirió.

 

Esta concepción tuvo en la antropología una larga estadía y reinó hasta bien entrado el siglo XX; luego vino una concepción culturalista o de relativismo cultural, que planteó la necesidad de corregir la visión anterior, sumó la idea de que las civilizaciones podían tener valor en sí mismas y que, en consecuencia, no se podía usar la misma medida para evaluar a cada una de ellas.

 

Por último, Díaz Polanco dijo que Arturo Warman es uno de los antropólogos más importantes de la segunda mitad del siglo XX. Lo es porque supo combinar la acción en el campo de la investigación con la acción en el campo de las prácticas políticas, vinculadas a las instituciones. “Corresponde a uno de los pocos casos que combinaba el trabajo académico y político, como funcionario”, concluyó.

 

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FOTO 01

El especialista Héctor Díaz Polanco participó en la primera sesión del Seminario Arturo Warman y los Pueblos Indios, organizado por el Programa Universitario México Nación Multicultural de la UNAM.

 

FOTO 02.

El indigenismo se conformó con teorías, componentes ideológicos y prácticas estatales, afirmó en la UNAM el especialista Héctor Díaz Polanco, quien destacó la figura de Arturo Warman.