Boletín
UNAM-DGCS-453
Ciudad Universitaria
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AÚN SIN SOCIALIZAR
EL TEMA DE LOS HOMBRES MALTRATADOS
·
Afirmó Nelia Tello Peón, de la Escuela
Nacional de Trabajo Social de la UNAM, quien expuso que tal conflicto se
construye en lo cotidiano
·
Raquel Peisekovicius, psicóloga y pedagoga,
dijo que el maltrato refiere a la violencia, o sea, el uso de la fuerza que una
persona emplea contra otra para imponerle su voluntad,
·
Participaron en la mesa Hombres
Maltratados, junto con Davida Paredes,
Eddie Eynar Ruiz, María del Carmen Chavarría y Ernesto Chagoya
En la medida en que el paradigma de la masculinidad está en crisis, ese
hecho empieza a reflejarse en relaciones de dominio de la mujer sobre el hombre
como parte de la cotidianidad. Sin embargo, el tema de los hombres maltratados
aún no está socializado, afirmó Nelia Tello Peón, profesora de la Escuela
Nacional de Trabajo Social de la UNAM.
Al participar en la mesa redonda Hombres
Maltratados, organizada en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales
(FCPyS), expuso que tal conflicto se construye en lo habitual por lo que debe
reconocerse que se da en nuestras vidas, y que otro problema es que ni siquiera
se nombra y hacerlo se vuelve una osadía.
Abordar el tema desde lo social es aproximarse a la construcción de las
relaciones de género "y debemos entender que se trata de un hecho
complejo, porque se entreteje la realidad de un solo fenómeno desde muchas
interacciones, donde es difícil seguir una relación causa-efecto lineal y donde
es necesario asumir una perspectiva transdisciplinaria", aseveró.
En Estados Unidos, señaló la experta, se estima en ocho por ciento los
hombres maltratados en pareja, ya que son quienes reconocen tal dificultad y
buscan ayuda. En España, donde existen instituciones para atenderlos, se habla
de dos por ciento.
En México, en entidades como Veracruz y Sinaloa, también hay
organizaciones no gubernamentales que atienden a quienes han superado la
"barrera de la vergüenza" y reconocen que no saben qué hacer,
informó.
A nivel macro, recordó Tello Peón, se vive en un mundo de violencia,
donde ésta es sancionada positivamente como un comportamiento para la
supervivencia. Al hacerlo, la socializamos, la aceptamos para ambos sexos.
Los programas de más "raiting" son los de mayor violencia y
los noticieros se convierten en nota roja, abundó. Así se reproduce el
comportamiento cruel en las unidades básicas de la sociedad, la familia, la escuela, y dentro de ello en las
relaciones de pareja, que se convierten en dominio y sumisión.
Entre los adolescentes de secundaria, 68 por ciento acepta que son
violentos y se asumen responsables de eso; las chicas, en cambio, no aceptan
que viven relaciones de intimidación. Tales son los patrones y representaciones
sociales y culturales donde el paradigma señala que el violento es el hombre y
no la mujer, detalló.
Empero, precisó Nelia Tello, la crisis de ese paradigma provoca que
aumenten las relaciones de violencia en la pareja. Ese prototipo establecía que
el hombre es mejor que la mujer, que debe mantenerla, que él no llora, que sus
actividades sexuales no se basan en los sentimientos y que sólo en determinados
espacios se puede dar el lujo de la afectividad, por ejemplo, en los deportes.
Un hombre sin trabajo, por mencionar un caso, se siente humillado,
derrotado, y esos factores sociales lo afectan de manera personal. Ellos se
suicidan más que las mujeres, lo cual habla de insatisfacción, de impotencia,
de saberse maltratados y no saber darle salida al problema, indicó.
La violencia, aclaró la universitaria, se ejerce de acuerdo con las
posibilidades de cada uno. Si el hombre es más fuerte ejecuta la física; y la
mujer puede usar la emocional y psicológica, aunque eso "no le quita
impacto".
Por su parte, Raquel Peisekovicius, psicóloga y pedagoga, especialista
en temas de la pareja expuso que el maltrato nos refiere a la violencia, o sea,
el uso de la fuerza que una persona emplea contra otra para imponerle su
voluntad, para aminorarla, para quitarle sus derechos e imponer los propios.
Esta conducta tiene varias causas y es tan vieja como la humanidad;
entre los pueblos se da por ambición, deseo de expansión o de dominación. Puede
ser verbal y cuando el diálogo no alcanza se convierte en física.
En la pareja se forma. En un hogar violento, los niños aprenden a serlo
porque eso es lo que ven. Cuando son maltratados aprenden a ser impulsivos,
refirió Raquel Peisekovicius.
Una madre dominante con un padre sumiso es un patrón para el hijo,
quien puede aceptar una mujer dura y repetir el "guión". "Inconscientemente
buscará una pareja que lo maltrate. Por eso es importante antes de
comprometerse con alguien resolver los problemas personales, corregir aquello
que impide ser felices", dijo.
Puede ocurrir que en una pareja ella progrese más y él se quede
rezagado; es importante que crezcan a la par, porque cuando se rompe el
equilibrio comienzan las dificultades. Si se admiran mutuamente, crecen de la
mano, y si uno se queda atrás el otro lo impulsa, añadió.
Cuando la mujer es maltratada lo reconoce, se queja y hay instituciones
que la apoyan; pero para el hombre es difícil aceptarlo por la cultura del
machismo, donde no debe llorar o quejarse, a pesar de que sienten, refirió.
Ningún ser humano debe ser maltratado por otro; y los hombres, por
supuesto, no deben aguantar esa situación, sentenció.
En su oportunidad, David Paredes, del Colectivo de hombres por
relaciones igualitarias, señaló que en 95 por ciento de los casos registrados,
la violencia es cometida por los varones. El fenómeno se encuentra en todas las
profesiones y oficios, así como en todas las clases sociales.
No es una enfermedad sino una conducta aprendida, y para que se
reproduzca individualmente debe existir un marco social, económico y político
de violencia permanente, explicó.
En ocasiones, los hombres no pueden cumplir el paradigma de mandar, de ser competentes, los proveedores,
de dominar a la mujer, y eso agrava su estrés, subrayó.
En contraste, y para bien de todos, la mujer cada día está más
preparada, pero al estar imbuida en la cultura de la violencia, cuando llega a
tener cierto poder, lo aplica de la misma manera como se ha hecho
tradicionalmente: abusando de él, enfatizó.
A su vez, Eddie Eynar Ruiz Trejo, productor y creativo de televisión,
aseguró que vivimos un mundo lleno de violencia crónica, de ataques sin piedad
a nuestra psique, donde los valores de la convivencia familiar se han agotado.
El mito del hombre formal, fuerte, proveedor, cumplidor, padre de
familia, "entrón", respetado y figura de autoridad ha desaparecido,
entre otras causas, por las constantes variaciones sexuales que se destaparon
en los años 80 y 90.
Tras varios siglos de sistema patriarcal se intenta establecer el
equilibrio entre lo femenino y lo masculino, a través de iniciativas para
acabar con la discriminación que ha padecido la mujer en la sociedad; las leyes
contra la violencia de género son un ejemplo.
No obstante, finalizó, no hay legislación para hombres maltratados que los iguale en la misma situación, por
pocos que éstos sean.
En la mesa redonda, efectuada en el auditorio Ricardo Flores Magón, también participaron María del Carmen
Chavarría y Ernesto Chagoya Piñó.
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1.
Eddie Eynar
Ruiz, Ernesto Chagoya, Nelia Tello, Raquel Peisekovicius, David Paredes y María
del Carmen Chavarría en la mesa redonda Hombres Maltratados, en la FCPyS de la
UNAM.
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2
Nelia
Tello Peón, profesora de la Escuela Nacional de Trabajo Social de la UNAM, dijo
que el tema de los hombres maltratados aún no está socializado.