06:00 hrs.  05 de Junio de 2006

 

 

Boletín UNAM-DGCS-419

Ciudad Universitaria

 


Gonzalo Hernández Licona

Pie de fotos al final del boletín

CONSTITUYE UN RETO REDUCIR LA POBREZA EN MÉXICO

 

 

Reducir la pobreza en México representa un reto que debe combatirse a través de un mayor crecimiento económico, así como de iguales oportunidades para todos y una efectiva estrategia de desarrollo social, afirmó en la UNAM Gonzalo Hernández Licona, secretario ejecutivo del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social.

 

Al dictar la conferencia Pobreza en México: evolución y retos en la Casa de las Humanidades, propuso cambios que fomenten el crecimiento y apoyen un mejor reparto de la riqueza. Ello traería consigo mejoras en la competitividad energética, fiscal, del Estado de derecho, laboral y de calidad educativa.

 

Pero deben ir, insistió, junto con disposiciones que apoyen los esquemas distributivos, pues “no es posible ‘vender’ hoy en día reformas sin apoyos”.

 

También, recalcó, se necesitan decisiones para contrarrestar las reglas del histórico juego de desigualdad y exclusión. Para ello, se requiere una acción afirmativa en la mayor cantidad de instituciones posibles, mejorar la diseminación y oferta de oportunidades gubernamentales y privadas, y fortalecer y ampliar las facultades del Consejo Nacional para Combatir la Discriminación, pues en la actualidad no tiene forma de penalizar estas conductas.

 

Si se sigue con la misma dinámica la nación continuará en la miseria. México, describió, es un país con poco crecimiento y alta pobreza. Si se observa la tendencia de 1984 al 2004, esa última condición ha estado estancada. Las más recientes cifras oficiales señalan que 47.9 por ciento de la población mexicana padece este flagelo, ya sea alimentario, de capacidades o patrimonial, expuso.

 

Ello significa marginación y vulnerabilidad, y es un problema complejo, multidimensional, el cual depende de muchos ámbitos, entre ellos la estabilidad macroeconómica, el crecimiento y distribución del ingreso y las políticas de progreso colectivo, añadió Hernández Licona.

 

Cuando una nación crece y crea riqueza se traduce en un mayor nivel de vida. En nuestro país el Producto Interno Bruto (PIB) per cápita de 1950 a 2004 no ha subido mucho. Si se le compara con el de Corea del Sur, Hong Kong, Japón y Singapur, que hace medio siglo tenían un nivel de vida menor que el mexicano, se advierte que la historia cambió y ahora ellos viven mejor.

 

Además, hace falta una efectiva política de desarrollo social. De hecho, recordó, nuestro país tiene una tradición enorme en programas sociales. Tan sólo de 1970 a 2000 ha gastado 9.4 billones de pesos en esa materia. No obstante, se desconoce su impacto real, y es difícil saber si contribuye o no a resolver los problemas.

 

Por ello, expresó, vale la pena intentar medir esta situación de la mejor manera posible. Hasta hace poco tiempo se inició este ejercicio para contestar si las decisiones han contribuido a disminuir la pobreza, mejorar la nutrición, empleo y aprendizaje. La idea es conocer la contribución de los planes de bienestar entre los habitantes, mejorar su diseño y operación, apoyar el uso eficiente de los recursos públicos, y tener transparencia y rendición de cuentas.

 

La ciudadanía debe exigir tal medición –con elementos objetivos– a los gobiernos de todos los niveles (federal, estatal y municipal) de manera permanente, y en dado caso ver cómo avanza, dijo. Hay que conocer los procesos para tener una mejor decisión en política social.

 

Una de estas herramientas es la Primera Encuesta sobre Discriminación en México, levantada hace un año por la Secretaría de Desarrollo Social, la cual reveló que 63 por ciento de los consultados no estaría dispuesto a compartir su hogar con homosexuales, extranjeros o personas con ideas políticas distintas, de otra religión, raza o con discapacidad. Además, si se analiza la diversidad racial o étnica de cada país, se observa que conforme ésta aumenta hay tendencias a la discriminación, detalló.

 

En este mismo ámbito, si se parte la población en deciles, es decir, ordenar a las familias por ingreso cada 10 por ciento, “el decil más pobre recibe 1.4 por ciento del PIB, y el más rico 36”, lo que significa que entre el primero y décimo hay una diferencia de ingresos mensuales de prácticamente dos mil 74 por ciento. Esto confirma que México es de los Estados que presenta una mayor desigualdad en el orbe; más que Zambia, Nigeria, Perú, Guatemala, Costa de Marfil y Estados Unidos, entre otros. 

 

En todo caso, tendría que haber una mejora del ingreso simplemente por justicia distributiva, pues si el bienestar aumenta y hay mayores oportunidades se reducen los conflictos sociales, se acelera la disminución de la pobreza, y mejora la competencia y crecimiento de largo plazo, concluyó el representante de ese organismo público descentralizado de la Administración Pública Federal, con personalidad jurídica y patrimonio propio, con autonomía técnica y de gestión para el cumplimiento de sus atribuciones, objetivos y fines, de conformidad con la Ley Federal de las Entidades Paraestatales, agrupado en el sector coordinado por la Secretaría de Desarrollo Social.

 

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FOTO 1

El especialista Gonzalo Hernández Licona dijo en la UNAM que hace falta una efectiva política de desarrollo social, aunque nuestro país tiene una tradición enorme en programas sociales.

 

FOTO 2.

Aspecto de la conferencia Pobreza en México: evolución y retos, dictada por el experto Gonzalo Hernández Licona en la Casa de las Humanidades de la UNAM.

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