15:00 hrs.  29  de Mayo de 2006

 

 

Boletín UNAM-DGCS-401

Ciudad Universitaria

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INADMISIBLE, LA IMPORTACIÓN DE ALIMENTOS

 

·              Advirtió José Luis Calva, del Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM

·              Es factible lograr la autosuficiencia alimentaria en dos años, agregó el especialista

·             Intervino, junto con Juan de Dios Trujillo, Carlos Cortez, Cassio Luiselli y José Isabel Cortés Flores, en el Seminario Nacional Agenda del Desarrollo 2006-2020

 

Nuestro país cuenta con los recursos naturales y humanos para producir sus propios alimentos, por lo que es inadmisible que se importen 16 mil millones de dólares en alimentos, como sucedió el año pasado, aseguró José Luis Calva, del Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM.

 

De esta forma, recalcó, no sólo se envían al exterior divisas que podrían emplearse para otros fines, sino que se subutilizan recursos naturales, al reducir ingresos y aumentar la pobreza rural. Con ello se pierden los efectos multiplicadores que tiene la actividad agropecuaria sobre la economía nacional.

 

Durante su participación en el Seminario Nacional Agenda del Desarrollo 2006-2020, informó que en México la dependencia alimentaria ha alcanzado dimensiones inquietantes. Las importaciones de los granos básicos –maíz, frijol, arroz, trigo, entre otros– ascendieron el año pasado a 16 mil millones de dólares.

 

Se tiene una caída, en términos del Producto Interno Bruto per cápita del sector agropecuario, de 10.5 por ciento en el último trienio, respecto a los primeros tres meses de los años 80; la producción de carnes rojas es 30 por ciento menor, la de granos 40 y la de maderas 46, añadió.

 

Lo anterior, señaló, es resultado de la apertura comercial, combinada con el desmantelamiento de los instrumentos de fomento mexicanos, el achicamiento del crédito en el sector agropecuario y de la inversión de gasto público en estímulos rurales, a grado tal de que lo se invierte hoy es menos del cinco por ciento de lo destinado a principio de los 80.

 

Claro, precisó “que si en el futuro hay una estrategia económica que vaya en dirección contraria, el sector agropecuario puede cumplir una función crucial en el desarrollo de México”.

 

En ese sentido, propuso un sistema de precios de garantía y soporte, que otorgue certidumbre a dicho sector; reforzar la investigación, pues a largo plazo la batalla se ganará en el frente de la productividad; incremento sustancial de recursos para obras de infraestructura, y préstamos.

 

Como criterio general, dada la presencia de cuatro millones de familias campesinas, “es necesario que las políticas agrícolas tengan cierto sesgo no asistencial, sino de promoción de la producción”. Ciertamente, subrayó, “es perfectamente factible lograr la autosuficiencia alimentaria en dos años”.

 

A su vez, Juan de Dios Trujillo, de la Universidad Autónoma de Sinaloa, comentó que si se revisa lo que, en buena medida, se ha hecho en política agrícola en México “es ajustarse a un contexto global, más que buscar los instrumentos más adecuados para resolver los problemas nacionales”.

 

La lógica que se ha seguido es ser expulsor de mano de obra del campo, la cual es ya un “recurso de exportación”. Pero si se quiere cambiar la situación, afirmó, se requiere retener a la población rural, “porque estamos perdiendo la mano joven, que es la indispensable en términos de productividad”.

 

En el Módulo Noveno, Desarrollo agropecuario, forestal y pesquero, agregó que los problemas de equidad, de política agrícola en México se han vuelto más frecuentes. Por ello, consideró, se tiene que pensar en una revisión global hacia el campo.

 

Así, en el Antiguo Palacio de Minería, propuso empujar un cambio constitucional para establecer presupuestos multianuales al sector agropecuario y la emisión periódica de una legislación en la materia. Esto, precisó, es importante para discutir estos temas, defender la agricultura para construir una visión nueva respecto a esta actividad, lo que se reflejaría en nuevos programas y acciones.

 

Por su parte, Carlos Cortez, de la Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Xochimilco, coincidió en que la situación sólo se puede revertir con una reforma general de Estado, la cual sólo será posible con una participación amplia de la sociedad. La productividad del campo mexicano, precisó, tiene problemas, pero también posibilidades.

 

El país, dijo, requiere una política que ponga énfasis en sus prioridades, las cuales incluyen la alimentación de su población y la defensa de sus recursos naturales. Esto implica una forma diferente de insertarse en la globalización. O se enfrenta el problema o en 20 años se estará en una crisis, con el asentamiento de la pobreza  y de la dependencia alimentaria.

 

En su oportunidad, Cassio Luiselli, del Instituto Tecnológico de Estudios Superiores Monterrey, campus Ciudad de México, planteó impulsar una estrategia de fomento a la producción agropecuaria; por ejemplo, hay que rehacer instituciones; trabajar a favor de la pequeña y mediana agricultura, para promover unidades más grandes a través de permutas.

 

Asimismo, volver al ejido, una institución para la acción colectiva de los campesinos, la cual cumple funciones importantes: es lugar para la acción solidaria (no sólo política, sino la comercialización, la postcosecha, por ejemplo). Únicamente, tendría que democratizarse y modernizarse.

 

Cassio Luiselli comentó que debería haber un programa activo de fomento al maíz, planta que presenta muchas posibilidades: de ella, más de 200 productos comerciales pueden surgir, tales como azúcares y pegamentos, por ejemplo.

 

Por su parte, José Isabel Cortés Flores, del Colegio de Postgraduados,  ante la grave situación del campo mexicano, planteó una nueva alternativa tecnológica para las pequeñas unidades de producción: un Sistema de Milpa Intercalada con Árboles Frutales (MIAF), el cual “permite una mayor eficiencia respecto al agua, uso del suelo y la luz solar, al mismo tiempo que se protege el medio ambiente”.

 

El MIAF ya se ha aplicado. Entre los resultados obtenidos, cabe resaltar que en mediciones realizadas en los años 2002 a 2005 se observó que en un cultivo simple de maíz se vio un rendimiento promedio de 15.88 contra 9.6 del método convencional, con la misma cantidad de fertilizante y del vital líquido, puntualizó.

 

En zonas de temporal, las cifras fueron de 6.38 contra 3.52, respectivamente. En conclusión, “simplemente es mas competitivo”. Incluso, finalizó, los ingresos de los campesinos pueden incrementarse de uno a seis salarios mínimos.

 

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FOTO 01.

Cassio Luiselli, José Luis Calva y Juan de Dios Trujillo durante el módulo noveno del Seminario Nacional Agenda del Desarrollo 2006-2020, efectuado en el Palacio de Minería de la UNAM.

 

 

FOTO 02

El especialista José Isabel Cortés Flores sugirió en la UNAM una nueva alternativa tecnológica para las pequeñas unidades de producción: un Sistema de Milpa Intercalada con Árboles Frutales.

 

FOTO 03

Carlos Cortez, de la UAM Xochimilco, dijo que el país requiere una política que ponga énfasis en sus prioridades, las cuales incluyen la alimentación de su población y la defensa de sus recursos naturales.