Boletín
UNAM-DGCS-351
Ciudad Universitaria
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En el México del siglo XXI ya
no existe un prototipo de “madre mexicana”, al haber diversos modelos de
familia. Ahora un creciente número de mujeres se incorpora al mercado laboral y
ha asumido la jefatura familiar, cifra que alcanza hoy el 35 por ciento de los
hogares nacionales, coincidieron académicas de la UNAM.
Las expertas en temas de
género, Julia Chávez, Gina Zabludovsky y Olga Bustos, advirtieron que ni los
empleadores ni los padres de familia o parejas han asumido su responsabilidad
compartida frente a las labores domésticas que realizan las madres
trabajadoras, por lo que efectúan dobles y hasta triples jornadas, en perjuicio
de su salud.
Asimismo, agregaron, buscan
auxilio para el cuidado de los hijos en redes conformadas por otras mujeres,
principalmente de la familia, como la abuela, hermana, tía o comadre, así como
en servidoras domésticas.
La profesora de la Facultad de Ciencias Políticas y
Sociales de la UNAM, Gina Zabludovsky, expuso que las empresas deben incorporar
políticas de apoyo a las familias, ya que en la actualidad esperan una “lealtad
incondicional” y continúan con los modelos laborales tradicionales y
masculinizados, donde se prefiere contratar a un hombre casado, con hijos, para
asegurar mayor estabilidad, ante el riesgo de que una mujer decida ser madre.
Explicó que el número de
mujeres en los altos cargos ejecutivos apenas alcanza el diez por ciento,
mientras que es reducido el de quienes incursionan en política o en las
empresas que cotizan en la bolsa de valores, y cuando pretenden procrear, se
sienten en la disyuntiva de escoger entre el ámbito laboral o el doméstico.
La doctora en sociología se
refirió a la necesidad de contar con mayores servicios de guardería para hijos
de trabajadores, hombres y mujeres, porque es necesario buscar la equidad en
todos los ámbitos.
La coordinadora del Centro de
Estudios sobre la Mujer de la Escuela Nacional de Trabajo Social (ENTS), Julia
Chávez Carapia, indicó por su parte que no se puede hablar de un solo tipo de
madre mexicana en el siglo XXI, al haber todavía sectores de la población
femenina que no se agregan al empleo y
donde juegan un papel de amas de casa y esposas tradicionales, inmersas en el
ámbito privado.
Indicó que la madre que
trabaja vive una situación de doble eje familiar, al ser sostén económico e
influir en los ámbitos de la educación, transmisión de valores, costumbres,
moral, reproducción ideológica y
cultural.
La académica consideró que
estamos ante una transición, donde el papel de la mujer y de las madres ha
cambiado, a la par de las composiciones familiares.
Advirtió que las jefas de
familia pueden sufrir sentimientos de culpa, problemas de carácter psicológico,
de gran angustia y estrés, al creer que no cumplen con el papel que la sociedad
les dio como progenitoras.
Añadió que ya no es posible
hablar sólo de la madre tradicional, la abnegada, que toda la vida la da por
los hijos. “Posiblemente haya rasgos en las actuales, pero también otros que
les permiten incidir de manera diferente en las relaciones de la familia y con
sus hijos”.
La profesora de la Facultad de
Psicología de la UNAM, Olga Bustos, refirió que se ha hecho creer que las
mujeres y en particular las madres son “aguantadoras”, pero “ese es un rol
tramposo porque tiene un costo alto en términos de salud física y psicológica
para ellas”.
Creo, dijo, que el papel de
“supermujeres” no debe enorgullecernos ni es posible fomentarlo. “Hay estudios
que revelan que la mujer, además de tener un trabajo de tiempo completo, puede
invertir otras 20 horas a la semana al cuidado del hogar y de los hijos, pero
en las zonas rurales esta cantidad de tiempo es mayor, aunque se trata de una
labor invisible”.
Así, explicó se sigue dando la doble jornada, a pesar de
que muchas aportan el 50 por ciento del gasto familiar. Además, todavía hay
muchos hogares donde la madre lleva “la carga”, pero el que toma las decisiones
importantes es el padre de familia, apuntó.
En este sentido, coincidió en
que el Estado debe apoyar a las jefas de familia con estancias infantiles y
comedores públicos, para evitar que caigan en dobles y triples jornadas de
trabajo.
Por otro lado, señaló que en el escenario optimista que
plantea el siglo XXI se puede hablar ya de una minoría de mujer-madre que logra
llegar a acuerdos con su pareja, y comparte el cuidado del hogar y de los hijos.
Sin embargo, existe otro panorama, donde hay mujeres con actividad remunerada y
no por ello tienen descarga del cuidado
de los vástagos y de las labores domésticas.
Ello significa que se han registrado cambios, aunque no
al ritmo deseable ni en todos los grupos femeninos, por lo que falta un largo
camino por recorrer. Así, en el siglo XXI continúan los despidos contra las
mujeres embarazadas, o se les aplican pruebas para comprobar si hay estado de
gestación al ingresar a un empleo, finalizó.
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FOTO 01
Gina Zabludovsky,
profesora de la FCPyS de la UNAM, dijo que las empresas deben incorporar
políticas de apoyo a las familias, ya que continúan con los modelos laborales
tradicionales y masculinizados.
FOTO 02.
Julia Chávez Carapia,
de la ENTS de la UNAM, indicó que no se puede hablar de un solo tipo de madre
mexicana en el siglo XXI, pues aún hay sectores femeninos que no se agregan
al empleo.
FOTO 03
Olga Bustos, de la FP de la UNAM, refirió que hacer creer que las mujeres y las madres son “aguantadoras”, es un rol tramposo y tiene un costo alto en términos de salud física y psicológica.