Boletín
UNAM-DGCS-301
Ciudad Universitaria
La literatura cubana de
finales del siglo XX ha insistido en representar la neurosis claustrofóbica a
través de la elipsis o el performance, afirmó en la UNAM Mabel Rodríguez
Cuesta, profesora de la Universidad de Matanzas, Cuba.
Al participar en el ciclo Mujeres
y fronteras en la literatura, efectuado en el auditorio del Centro de
Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades (CEIICH), aseveró
que las escritoras entregadas a la ficción no han olvidado ni por un momento
que pertenecen a esta isla.
“Han hecho gala de ese insano
discurso de la exclusividad, pero natural y descuidadamente han dejado abierta
cierta zona, por donde han colado a sus cabezas y de ahí al papel, el deseo
intenso de verse reflejadas en otras posibilidades de ser, de inscribirse más
allá del magnetismo siempre excusable desde donde su país natal les arrastra”,
expresó.
Borrándose de espacios físicos
inmediatos y encerrándose en sueños, cuartos y cuentos, han deslizado la
frontera, han sublimado a la parte olvidada; el candor y la ingenuidad han sido
sus mejores guías, precisó.
Pero, de cuál frontera se
habla al comentar la producción literaria de mujeres en Cuba: de aquellas que
forman parte del todo que encuentra ubicación, una y otra vez, en los espacios
reflejados en una tarjeta postal o tan lejanos como Madrid, Moscú, Berlín,
Praga, París, Buenos Aires, Nueva York, Miami y la Ciudad de México, pues
aunque estén lejos su referente inmediato, en términos de producción estética,
pueden estar localizados en cualquier rincón del planeta, puntualizó.
Dichas autoras, acotó, están
insertadas en una historiografía imaginaria, intelectual y popular de
superioridades y en una realidad social que las piensa.
Sus escrituras navegan en los
espacios físicos con la soltura de quien contiene un instinto inevitablemente
cosmopolita, donde la isla queda magnificada lo mismo desde la memoria y la
nostalgia, que desde el uso de un realismo crítico o sucio; pero asimismo, esa
obsesión de representación puede darse desde gestos tan oblicuos como el de
producir deseo, el de transgredir los mismos límites que ignoran más allá de
una latente posibilidad de hacerlo, refirió.
Encerrarse en habitaciones,
sueños y cuentos, propicia la salida a sitios magníficos donde la historia
nacional es remplazada por la creación de mundos absurdos, plurales, alejados
del referente inmediato, señaló.
Así, dijo, en las escritoras
denominadas “novísimas narradoras cubanas”, aquellas que empiezan a escribir y
divulgar sus obras en la segunda parte de los noventa, aparece como un tópico
recurrente el tema de la migración y las fronteras físicas.
Tratan, casi todas directa o
tangencialmente, de modo explícito o alusivo, el éxodo en sus diferentes
dimensiones; éste parece constituir el motivo dinámico que articula textos de
factura e intensiones variadas, explicó.
De qué modo consiguen
contrastar el presente con el pasado, interrogar un futuro que se presiente
incierto, indagar en los derrumbes morales y los desafíos emocionales e
identitarios que experimentan los personajes, cuestionó. “Un fenómeno que se
está dando en Cuba es contar la historia de la migración por autoras que no han
salido de la isla”.
En su oportunidad, Francesca
Gargallo, académica de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México,
consideró: “Las fronteras no son nuestras ni son de la literatura; ésta es un
campo de no prohibiciones, espacio de permisos”.
No hay división entre deseo y
saber, porque el conocimiento verdadero es deseo de saber, de llegar más allá
del límite de la escuela, verdadera línea construida desde paradigmas y una
mezcla confusa entre valores y prejuicios, argumentó.
El poder sabe que la
literatura ha descubierto que el sufrimiento sólo aporta un tipo de
comprensiones y que reír es una actitud corpointelectual más universal que el
llanto, por ello, recurre al miedo y lo construye como autocensura, concluyó.
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FOTO 1.
Mabel Rodríguez
Cuesta, profesora de la Universidad de Matanzas, Cuba, participó en el ciclo Mujeres
y fronteras en la literatura, efectuado en el auditorio del CEIICH de la
UNAM.
FOTO 2
Francesca Gargallo, académica de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México, consideró en la UNAM que la literatura es un campo de no prohibiciones.