Boletín
UNAM-DGCS-283
Ciudad Universitaria
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Aída Valero |
EL MIEDO AL DELITO GENERA PROBLEMAS DE CARÁCTER SOCIAL
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Señaló la investigadora de la Escuela
Nacional de Trabajo Social de la UNAM, Aída Valero
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Hablar de inseguridad no es sólo comentar
sobre la delincuencia, sino del efecto que se produce en la colectividad a
partir de la misma, refirió
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Algunas de las medidas preventivas han
llevado a fracturar los lazos y tejidos sociales en las comunidades, dijo
La inseguridad pública no sólo lesiona el patrimonio e integridad
física de las personas, sino que genera problemas de carácter social, entre los
que se encuentra el fenómeno del miedo al delito, señaló la investigadora de la
Escuela Nacional de Trabajo Social (ENTS) de la UNAM, Aída Valero.
Si bien el temor es un sentimiento natural y necesario para los seres
humanos, la exposición prolongada a situaciones peligrosas provoca trastornos a
la psique de quien los padece; ello puede observarse porque en los últimos
años, paralelo al incremento de los índices delictivos, dicho malestar ha
cundido entre los habitantes, apuntó.
“Hablar de inseguridad no es sólo comentar sobre la delincuencia, sino
del efecto que se produce en la sociedad a partir de la misma”. La violencia
pública, afirmó la universitaria, preocupa y lacera ampliamente a todos sus
integrantes.
Esta
crisis, agregó Aída Valero, suscita recelo, incertidumbre y enojo entre los
ciudadanos. Estos sentimientos permiten que el individuo genere mecanismos de
defensa para superar los peligros percibidos en el ambiente; no obstante,
algunas de las medidas preventivas han llevado a fracturar los lazos y tejidos
sociales en las comunidades.
De la misma manera, abundó la catedrática de la ENTS, representan un
riesgo para la convivencia individual y colectiva, pues lleva a la portación de
armas de fuego o a cerrar las calles. El miedo al delito puede ser percibido en
cada espacio.
Este asunto, sin embargo, no es jurídico ni exclusivamente
psiquiátrico, sino que tiene una fuerte dimensión social. El temor ha alterado
la rutina de los ciudadanos, de las familias, y el concepto es traído y llevado
por la política, detalló.
“No hay agenda, pasada o presente, que no exprese como problema número
uno la inseguridad. Hoy día esto cobra mucho más relevancia dado lo sofisticado
de las organizaciones delincuenciales”, explicó.
Reveló que esta situación genera efectos “graves” en la salud mental y
física de los habitantes, quienes comienzan a presentar insomnio, problemas
gástricos, alteraciones de la piel y migraña.
Las secuelas psicológicas derivan en ansiedad y depresión; puede
desencadenar padecimientos de carácter sicótico cuando el individuo ha sido
terriblemente victimizado, como delirios de persecución y aislamiento, añadió.
Si bien esta dificultad es multifactorial –pues intervienen múltiples
elementos y escenarios–, cada quién debe asumir la responsabilidad que le
corresponda. Qué hacer, dijo por ejemplo, con un sistema de administración de
justicia donde hay diferentes cuerpos policíacos.
Esas instituciones no lograrán tampoco resolver el problema si no se
atienden las raíces, pues no hay un sistema de readaptación y el esquema
punitivo está agotado. El control de la criminalidad no es asunto de sanciones
ni de castigo, sino de buen gobierno. Ante la falta de legalidad no queda más
que el aspecto preventivo, concluyó.
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PIES DE FOTO
Aída Valero, profesora de la Escuela
Nacional de Trabajo Social de la UNAM, aseguró que la crisis de seguridad
pública genera miedo y enojo entre los habitantes.
La inseguridad
genera efectos “graves” en la salud mental y física de la población,
dependiendo del grado de afectación vivido, afirmó la investigadora de la UNAM
Aída Valero.