Boletín
UNAM-DGCS-281
Ciudad Universitaria
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Afirmó Santiago Hurtado Martín |
PROVOCA CONDUCTAS PERVERSAS LA BÚSQUEDA DEL PODER
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Afirmó Santiago Hurtado Martín,
profesor de la Escuela Nacional de Trabajo Social de la UNAM
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En la vida cotidiana no son los mejores
seres humanos ni los más capaces quienes se hacen del mando, aseveró
· Su ejercicio tiene fundamento en la relación existente entre gobernante y gobernados; si ese nexo no se mantiene, desaparece, acotó
El
asesinato, la traición, la intriga son conductas a las que los seres humanos
recurren para conseguir o conservar el poder; incluso pueden llegar a cometer
perversidades, como pasar por encima de su propio origen, afirmó Santiago
Hurtado Martín, profesor de la Escuela Nacional de Trabajo Social (ENTS) de la
UNAM.
Así mismo hay muchas evidencias en la vida cotidiana que no son los
mejores seres humanos ni los más capaces quienes logran hacerse del mando y de
estas circunstancias no se escapa ninguna instancia educativa, laboral o
régimen de gobierno, aseveró.
Ello a pesar de que es bien sabido que respetar los derechos de los
demás, de manera justa, sin intermediar el terror, chantaje o manipulación,
hace que las personas y las instituciones obtengan mejores resultados, destacó.
En términos políticos, acotó, el poder tiene fundamento en la relación
entre gobernante y gobernados. Si ese nexo no se mantiene el dominio
desaparece; si se ve sometido a la utilización de fuerza de forma
indiscriminada y sin justificación alguna, entonces el pueblo tenderá a odiar
al representante y a retirarse del compromiso de mantener un vínculo con él,
porque lo verán más como un enemigo que como la persona en quien se depositó la
potestad para definir la orientación del Estado.
La historia de la humanidad tiene dos formas de hacer política: la del
poder y la de la autoridad, que son diferentes. No obstante, este quehacer está
por encima de estas maneras de entendimiento, recordó el especialista en
Ciencia Política.
Lo que diferencia a una de otra es que la segunda siempre parte del
reconocimiento de los encargados, lo que hoy se conoce como legitimidad,
precisó.
En los procesos de la vida, indicó, siempre se tiene la relación
dialéctica o básica de ordenar y acatar, “pero para saber mandar hay que
aprender a obedecer”; por ello, se debe tener una preparación previa, para
saber hacerlo correctamente.
Entonces, señaló, la correspondencia que establece la autoridad, en el
ejercicio real del mando, es de superior-inferior, y la del poder es de
amo-esclavo. Se identifica porque tiene como objetivo la persecución del
beneficio de los gobernados y sólo por accidente sale favorecido el encargado,
mencionó.
Dijo que en el caso de la política practicada por uno, pocos o muchos,
tiene el sentido contrario, es decir, la persecución del bienestar propio del
mandatario en contra del de todos.
Un punto que también caracteriza esta forma de ejercitar el dominio es
que trabaja en beneficio de la pérdida, sea personal o nacional, y es
justificada por un sin fin de medios: el desarrollo del país o el progreso, por
ejemplo, refirió.
En este caso, la conducta de la autoridad siempre tendrá como eje y
motor la justicia política y, por extensión, la social; en cambio, la del poder
no reconoce ni le interesa este último asunto, porque más bien le parece un
estorbo, agregó.
Si algo le estorba, sostuvo, es el establecimiento de límites, aunque
enarbole el respeto a la ley; si ésta es la razón sin pasión que la intermedie,
entonces asume la defensa de esta supuesta normatividad pero para entronizar la
corrupción, aclaró el académico.
Quienes así ejercen esta responsabilidad, aseveró, no tienen
interiorizado a través de la educación una limitación personal que le diga a él
mismo: no puedo realizar esto éticamente; entonces necesita de una referencia
exterior que se lo prohíba.
Así, puntualizó, la deshonestidad viene en cascada, pero siempre de la
cabeza hacia abajo y no al contrario, como se ha querido hacer creer,
porque si se tiene en un momento dado
una posición de poder o autoridad se barre con las reglas y con todo aquello
que ponga un coto a las aspiraciones particulares.
Todo ser humano se puede pervertir, consideró, aunque la gente que
tiene bien educado el carácter y ha corrido con buena suerte familiar y
escolar, puede tener mejores defensas de esa catarata. Pero quienes no, son
arrasados por ella; ni siquiera se cuestionan, lo llevan a cabo y lo realizan
como algo normal.
Entonces, recalcó, una persona puede viciarse a sí misma por múltiples
formas. “No hay forma de corromper de manera más simple y rápida a alguien,
sobre todo en un país subdesarrollado, que con dinero”.
Sin embargo, si un hombre está hecho de “buena madera”, lo que se
entiende como una buena formación, así sea la autoridad en ese momento, tratará
siempre con decoro y respeto a los otros, y sabrá diferenciar el trato que le
da a cada uno, consideró.
Esta empieza por la familia, porque ahí se encuentran los preceptos
políticos básicos que posteriormente se reproducirán en la colectividad: la
prudencia, honor, razón y lealtad o todo lo contrario, enfatizó.
En segunda instancia, abundó, la instrucción correrá bajo la
responsabilidad del Estado, y es ahí donde generalmente empiezan las prácticas
y actitudes corruptas en los valores y en la lucha por el poder.
En ese sentido, mencionó, la política del poder no tolera el discurso
ético en su más profundo sentido, sino que establece uno de falsos principios,
orientados a situaciones filantrópicas, pero no por convencimiento propio, sino
de imagen.
Hacer las cosas por apariencia genera que los derechos sociales o
laborales que puedan tener las personas, se transformen en actos de terrorismo,
chantaje o manipulación, concluyó.
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PIES DE FOTO
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El ser humano puede recurrir a actos
que van desde la traición, intriga o asesinato por el poder, señaló Santiago
Hurtado, académico de la Escuela Nacional de Trabajo Social de la UNAM.
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La correspondencia que establece la autoridad en el ejercicio real del mando, es de superior-inferior, y la del poder es de amo-esclavo, aseveró el académico de la UNAM Santiago Hurtado.