06:00 hrs.  12  de Abril de 2006

 

 

Boletín UNAM-DGCS-274

Ciudad Universitaria 

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LA VIVIENDA EN MÉXICO, PROBLEMA DE CARÁCTER SOCIAL ANTES QUE TÉCNICO O FINANCIERO

 

·        Afirmó Leticia Cano, profesora de la Escuela Nacional de Trabajo Social  de la UNAM

·        Las moradas deben cumplir con determinadas características en confort, privacidad, higiene y protección, señaló

·        Una tarea prioritaria será redefinir el papel de los organismos nacionales en materia de vivienda, y así hacer frente al déficit habitacional prevaleciente, dijo

 

El problema de la vivienda en México no debe observarse exclusivamente como una cuestión técnica o financiera. Antes deben cubrirse satisfactores de carácter social para que las familias vivan con dignidad, afirmó Leticia Cano, secretaria de Apoyo y Desarrollo Escolar de la Escuela Nacional de Trabajo Social (ENTS) de la UNAM.

 

En este sentido, aseguró, las moradas deben cumplir con características específicas para hablar de hogares decorosos, entre las que se cuentan la existencia de un proceso arquitectónico definido, confort, privacidad, higiene y protección.

 

Por ello, abundó la maestra en Trabajo Social por la Universidad de Toronto, Canadá, una tarea prioritaria para los próximos años será redefinir el papel de los organismos nacionales en materia de vivienda, y así hacer frente al déficit habitacional prevaleciente.

 

 

“Lo anterior nos remite a la realización de investigaciones sociales de campo serias y rigurosas, que nos aproximen a lo real” y no solamente que los organismos encargados consideren a estas áreas como aquellas que integran los expedientes, apuntó.

 

La también coordinadora de la revista de la ENTS emplazó a efectuar estudios de campo y diagnósticos, para observar las necesidades de la gente y, en ese sentido, diseñar y establecer programas de morada.

 

En ese sentido, señaló que los pisos y techos financieros manejados son poco creíbles. La gente, sin ninguna norma urbana, proyecto arquitectónico y seguridad estructural, resuelve su problema de espacio con la autoconstrucción. Ciertamente, cada edificación debe cumplir con funciones básicas de protección, higiene y comodidad, pero se recurrirá a prácticas riesgosas si no se atiende el derecho social que demanda la sociedad.

 

Leticia Cano recordó que aunque el artículo cuarto constitucional establece que toda persona tiene derecho a una habitación digna y decorosa, en México se abordó este tema hasta los cuarenta y cincuenta, justo cuando se fundaron los organismos de vivienda.

 

Empero, dijo, los programas priorizan la parte financiera, técnica y jurídica por encima de las necesidades reales de las familias. Es decir, los grupos sociales deberían participar de manera más directa y activa en dichos esquemas.

 

De acuerdo con cifras oficiales manejadas por la investigadora, el promedio de ocupación hasta los años cincuenta era de cinco personas por vivienda; cifra que hasta el año 2000 no se había modificado. Este indicador y las características que una casa debería cubrir se han dejado de lado. Por ello, subrayó, es fundamental que los organismos responsables tomen en cuenta la opinión de los futuros residentes.

 

Los programas de interés social, inclusive los de vivienda popular, añadió Leticia Cano, no toman en cuenta estos factores, lo que redunda negativamente en la convivencia familiar y con el entorno.

 

Si no se logra consolidar y fortalecer este núcleo dentro de ese espacio físico, sus integrantes tendrán problemas al exterior, como jóvenes sin espacios adecuados para estudiar o para practicar algún deporte, lo que se reflejará en fenómenos disfuncionales, alertó.

 

La especialista, quien en la década de los ochenta trabajó en programas relativos, llamó a entender este asunto como una cuestión social por encima de los demás rubros. “En la medida como entendamos que esto se constituye como una necesidad básica, un satisfactor y derecho social, tendremos otra visión de lo que la vivienda debe ser en este país”.

 

Si bien ha habido avances, la gente coexiste en hacinamiento permanente. No hay calidad en los materiales de construcción ni mucho menos un proyecto arquitectónico que respalde el satisfactor social de la vivienda, detalló.

 

El que en un departamento de 48 ó 50 metros cuadrados –parámetro que en los años 80 y 90 se tomó para una vivienda popular– intenten convivir todo tipo de relaciones (familiares, afectivas y hasta sexuales), es poco conveniente, indicó la universitaria.

 

Hacinado, concluyó Leticia Cano, es estar encima uno de otro, sin una distribución adecuada; significa que la gente no puede tener, ni familiar ni socialmente, una convivencia adecuada. Los efectos de la invasión de espacios personales son acumulativos y modifican el comportamiento de las personas.

 

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PIES DE FOTO

 

FOTO 01

 

Leticia Cano, profesora de la ENTS de la UNAM, propuso realizar estudios sociales de campo y diagnósticos para observar las necesidades de la gente y establecer programas de vivienda.

 

 

FOTO 02.

 

La vivienda debe cumplir con funciones básicas de protección, higiene, comodidad y seguridad, afirmó la secretaria de Apoyo y Desarrollo Escolar de la ENTS de la UNAM, Leticia Cano.