Boletín
UNAM-DGCS-271
Ciudad Universitaria
Pie de fotos al final del boletín
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Afirmó Selma González Serratos, profesora de la Facultad de Psicología
de la UNAM
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A los varones se les educa para ser trabajadores, proveedores y
fuertes; a las niñas a ser delicadas y se les prepara para la maternidad, dijo
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La cultura y la sociedad marcan las pautas
del comportamiento sexual que se espera, estila, requiere y exige, refirió
Más que un asunto biológico, la sexualidad individual en la sociedad
occidental contemporánea es un proceso sociocultural. Si bien cuando los niños
nacen tienen una anatomía definida, con anterioridad surgen cuestiones sobre lo
que se espera de ellos, afirmó Selma González Serratos, profesora de la
Facultad de Psicología (FP) de la UNAM.
La especialista indicó que a partir de ese momento, a los varones se
les educa para ser trabajadores, proveedores y fuertes; en cambio a las niñas
se les enseña a ser delicadas y se les prepara para la maternidad.
Explicó que la cultura y la sociedad marcan las pautas del
comportamiento sexual que se espera, estila, requiere y exige. De ahí surgen
las cuestiones de género, y se les pedirá actuar de acuerdo con lo establecido.
Así, aseveró, empieza un proceso social que consiste en la instalación
de la sexualidad –que afianza cuestiones de tipo genético, de desarrollo
gonadal y cerebral–, como elemento vital de la maduración psicológica,
emocional y social de cualquier persona.
En los menores este fenómeno representa la adquisición de su propia
identidad, es decir, “ser María o Pedro, usar cierto tipo de ropa o
ejercer determinados juegos dependiendo
de si es niño o niña. Así es como se vive desde el género”, subrayó.
La cultura espera que esas figuras se adopten con comportamientos
específicos y, en ese sentido, los patrones van encaminados hacia la
heterosexualidad y la búsqueda de la reproducción. Si bien, aclaró, los niños
no piensan en esta cuestión, sí tienen una parte erótica placentera, la cual
está vetada por ideologías morales y religiosas.
En nuestra sociedad, dicha satisfacción es sólo para los adultos, pues
los infantes no pueden vivir o sentir goces corporales; no obstante, son
altamente sensuales y cuando se habla de ello no sólo se refiere a los
genitales, sino a disfrutar la comida y batirse, correr, sentir el aire, gritar
con gozo, “dormir bien rico, estirarse sabroso, reírse a carcajadas”; es decir,
complacerse con todo lo que pueden hacer con los sentidos, detalló.
Para la mayor parte de los pequeños, el terreno de la erotización
consiste en sentir grato al frotarse los peluches en la cara, acariciarse,
chuparse el dedo, abrazarse; es decir, tocarse como una experiencia
sensorial-motriz, la cual es parte de su sexualidad, enfatizó.
Ahora bien, acotó, los menores llegan a sus órganos reproductores, al
descubrir que hay una sensación gustosa, y pueden incluso tener orgasmos; no
obstante, lo hacen de manera espontánea y no porque sean precoces; aún así, es
un comportamiento todavía más vetado.
Ciertamente hay chicos sobresexualizados, enfocados a manosear
genitales, a hurgarse y explorar a otros. En este caso se puede pensar en
alguna cuestión de abuso o exposición a materiales sexualmente explícitos o
pornográficos, aclaró.
En un desarrollo considerado normal en esta etapa, los niños descubren
diferentes aspectos, los repiten, viven y pasan a otra experiencia, no se
aferran a ese asunto, puntualizó. En ese sentido, llegar a la genitalidad no es
malo si no es una conducta obsesiva, porque la masturbación es parte del
reconocimiento del cuerpo, es saber que por este medio pueden producirse
sensaciones sexuales agradables.
De hecho, detalló, esa parte del comportamiento hace que el infante
conforme su esquema corporal de manera más integrada y así, también se va a
cimentar la identidad.
Sin embargo, en nuestra cultura esto se ha eliminado, se le ha visto
desde el pecado y se les prohíbe, aunque a veces a los hombres se les tolera un
poco más porque es parte de su ser varón, concluyó.
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PIES DE FOTO
FOTO 01
Al momento de
nacer los niños ya tienen presencia anatómica, entonces aparecen cuestiones
sociales y culturales, indicó Selma González Serratos, de la Facultad de
Psicología de la UNAM.
FOTO 02
La cultura y la
sociedad marcan las pautas del comportamiento sexual que se espera, estila,
requiere y exige en las personas, recalcó la académica de la UNAM, Selma
González Serratos.