06:00 hrs.  9  de Abril de 2006

 

 

Boletín UNAM-DGCS-264

Ciudad Universitaria 


Alfonso Torre Blanco

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DETERMINAN EL SEXO DE RESTOS ANTIGUOS CON MÉTODO MOLECULAR, DISEÑADO EN LA UNAM

 

·        Académicos de la Facultad de Ciencias lograron, mediante el uso de DNA, emplearlo en huesos de menores en un entierro de Tlatelolco

·        Gracias a ello se esclareció que la totalidad eran varones, expuso Alfonso Torre Blanco, del Laboratorio de Bioquímica de la FC

·        Esta ofrenda, de 35 niños, probablemente fue realizada durante una gran sequía para solicitar lluvia a los dioses, entre 1454 y 1457

 

Académicos de la Facultad de Ciencias (FC) de la UNAM diseñaron un método molecular para identificar el sexo de restos antiguos, mediante el uso de ácido desoxirribonucleico (DNA), el cual ya fue empleado en huesos de menores que formaron parte de un entierro de Tlatelolco, en el templo dedicado a Ehécatl Quetzalcóatl.

 

Gracias a ello, expuso Alfonso Torre Blanco, del Laboratorio de Bioquímica de la FC, se determinó que en su totalidad eran varones y, por estudios paleopatológicos, que un alto porcentaje padecía enfermedades de los huesos.

 

Este resultado es un ejemplo de la contribución de los análisis moleculares para el mejor entendimiento del devenir de nuestros ancestros, de sus costumbres y rituales, señaló.

 

 

El científico recordó que las fuentes históricas, escritas por frailes del siglo XVI en la primera etapa de la Conquista, describen muchas costumbres de los nativos americanos, entre ellas las ceremonias donde había sacrificios humanos.

 

Hay textos de esa época que narran que los aztecas inmolaban niños para el dios de la lluvia. Esa información se demostró a finales de los 80, con el descubrimiento en el Templo Mayor de una caja de piedra con restos óseos de alrededor de 40 menores. Habían sido enterrados juntos en dicho espacio con ofrendas y en una sola ceremonia dedicada a Tláloc, refirió.

 

El otro hallazgo se realizó en Tlatelolco, en el templo de Ehécatl, dios del viento y una de las personalidades más importantes de Quetzalcóatl, cuya función era limpiar el camino para que las nubes llegaran; era el anunciador de la lluvia, explicó.

 

Esta deidad formaba parte del grupo de los Tlaloque, ayudantes de Tláloc, cuyos rituales se hacían en los montes; se caracterizaban por ser divinidades de cuerpo pequeño, añadió Torre Blanco.

 

En la parte frontal del adoratorio se encontraron ocho adultos, de los cuales se hallaron torsos, pues eran desmembrados y sólo se enterraba esa parte del cuerpo; el resto era consumido en una fiesta ritual. Además, 35 infantes, 17 de los cuales se depositaron dentro de ollas; estaban completos, en buen estado de conservación, acomodados con gran orden y obsequios, con una disposición cuidadosa, a diferencia de lo encontrado en el Templo Mayor. “En este caso, cada persona estaba enterrada individualmente”, dijo.

 

El arqueólogo que hizo la excavación, Salvador Guilliem, propuso que esta gran donación, hecha en una sola ceremonia, probablemente fue realizada para solicitar lluvia a los dioses durante la gran sequía, entre 1454 y 1457, documentada en algunos códices, que provocó hambruna y la muerte de mucha gente, detalló.

 

 

 

 

“Cuando se hicieron los hallazgos –indicó–  quedó claro para los antropólogos que los sacrificios masivos de pequeños eran una práctica efectivamente recurrida por los aztecas. Hubo interés de estudiar los huesos; fueron analizados, se hicieron listas de la edad, si estaban sanos o enfermos al momento de morir”, pero nunca se pudo averiguar su sexo.

 

Ello se debe a que los restos de un niño son iguales a los de una niña. En pláticas con el entonces director del Museo del Templo Mayor, Eduardo Matos, y el antropólogo Juan Román, se planteó la posibilidad de que el científico universitario tratara de averiguar el género de los menores a través del estudio del DNA, relató.

 

Los restos de Tlatelolco, con una antigüedad de alrededor de 550   años, están excepcionalmente bien conservados, por lo que fue posible su estudio con base en una recuperación razonable de material génico, resaltó.

 

El método desarrollado por los científicos de la FC, modificación de otros que ya existían para el análisis genético en individuos vivos o con fines forenses, consiste en amplificar un pequeño segmento de DNA de un gen presente en una proteína llamada amelogenina, que tiene que ver con el crecimiento de los dientes, apuntó.

 

Con ello se identifican los cromosomas X (que proviene de la madre) y los Y (del padre). La presencia de este último en un individuo identifica de manera clara al sexo masculino, abundó el experto universitario. Así se constató que los pequeños sacrificados eran todos hombres.

 

De esa forma se confirma la propuesta de la antropóloga Johanna Broda, relativa a que el sujeto ofrendado debía ser una personificación del dios al cual iba a ser sacrificado, agregó.

 

Es probable que a los Tlaloque, cuyas estatuillas conservadas los muestran como de cuerpo pequeño y cabezones, como niños, les fueran ofrecidos infantes. “Proponemos que esto era así porque no sólo escogían pequeños para sacrificar, sino que Ehécatl era una divinidad masculina y los restos identificados, 60 por ciento del total, corresponden a varones”, reiteró.

 

Además, estaban relacionados con algunas enfermedades y los análisis paleopatológicos realizados por  antropólogos muestran que un alto porcentaje de los menores tenía enfermedades en los huesos, apuntó.

 

Algunos antropólogos, como Juan Alberto Román, actual director del Museo del Templo Mayor, coinciden en que los aztecas pensaban que los dioses marcaban a los niños con ciertos padecimientos y que así los elegían para ser sacrificados. Los resultados de los estudios moleculares parecen confirmar esa idea, aclaró.

 

Alfonso Torre, uno de los autores del único artículo que se ha publicado sobre investigaciones antropológicas con técnicas moleculares en restos antiguos de México (en el American Journal of Physical Anthropology), concluyó que estos resultados serán enviados para su publicación a una revista científica en fecha próxima.

 

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PIES DE FOTO

 

 

FOTO 01

 

Alfonso Torre Blanco, de la FC de la UNAM, expuso que los estudios moleculares pueden contribuir al mejor entendimiento de la historia de nuestros ancestros, de sus costumbres y rituales.

 

 

FOTO 02.

 

Académicos de la FC de la UNAM diseñaron un método molecular, mediante el uso de DNA, para identificar el sexo de restos antiguos, expuso el investigador Alfonso Torre Blanco.