06:00 hrs.  8  de Abril de 2006

 

 

Boletín UNAM-DGCS-261

Ciudad Universitaria 


Ella Vázquez

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COORDINAN INVESTIGADORES DE LA UNAM  ESTUDIO DE LA RIQUEZA NATURAL DE COZUMEL

 

·        Afirmó Ella Vázquez, del Instituto de Ecología de la UNAM

·        Un equipo interdisciplinario de expertos de diez instituciones nacionales e internacionales, dirigidos por universitarios, analizan las opciones de conservación, informó

·        Sufre una drástica disminución de poblaciones de algunas especies de mamíferos, aves y reptiles, muchas de ellas endémicas, dijo

 

La isla de Cozumel, en Quintana Roo, tiene problemas de conservación y para evitar continúe el daño al medio ambiente de su territorio un equipo interdisciplinario de especialistas de diez instituciones nacionales e internacionales, dirigidos por investigadores de la UNAM, analizan la riqueza natural y las opciones de preservación desde una perspectiva genética, ecológica, zoológica, botánica, veterinaria, socioambiental, educativa, y de economía y políticas públicas.

 

Informó Ella Vázquez, especialista del Instituto de Ecología (IE), quien reveló que a pesar del relativo buen estado de la vegetación en gran parte de la isla enfrenta varios problemas de conservación, especialmente la drástica disminución de poblaciones de algunas especies de mamíferos, aves y reptiles, muchas de ellas únicas en el mundo.

 

 

 

Las razones de esta afectación son: la introducción de variedades exóticas, como perros, gatos, ratas y ratones de ciudad, así como de la boa, fundamentales en la eliminación de las especies endémicas y nativas.

 

Dijo que tienen como una de las metas que con base en la información obtenida se justifique que Cozumel, más allá de su parte marina y de arrecifes coralinos, sea declarada también área natural protegida en su parte terrestre, para ello se colabora con el Municipio y la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas en ese proyecto.

 

Ella Vázquez explicó que "las islas se comportan de manera particular con relación al continente". Es un sistema ecológico interesante y en este caso se trata del mayor territorio insular habitado de México y alrededor del 90 por ciento de su vegetación está en un estado bien conservado, aunque ahora dañada por los efectos de los huracanes Emily y Wilma, que la golpearon fuertemente en 2005.

 

Es una ínsula oceánica, es decir, es una extensión que siempre ha estado separado del cuerpo continental, que registró una dinámica geológica peculiar durante el Pleistoceno, cuando una y otra vez estuvo cubierto por agua y volvió a emerger.

 

A partir del momento en que no volvió a quedar sumergida, la biota se originó por fenómenos de dispersión a través del canal de Yucatán. Es factible pensar que los animales que no pueden volar llegaron sobre troncos u otros medios, ya que entonces no existía la "corriente de Cozumel" que pasa entre ella y la costa de la península, e impide que algo pase a nado con facilidad, añadió.

 

Posee varios taxa (especies y subespecies) exclusivos, como dos mamíferos grandes, carnívoros: el mapache pigmeo y el coatí de Cozumel. Asimismo, ejemplificó, una zorra gris enana, aún no clasificada como endémica, pero se sospecha que con análisis genéticos “resultará ser una subespecie distinta a la del continente; eso lo haría única de ese sitio”. Se tienen documentada la presencia de tres taxa de roedores, un marsupial y un pecarí, todos propios. También 18 de aves y un reptil exclusivos. La mayoría en peligro de extinción.

 

Los investigadores han registrado las comunidades de vertebrados terrestres en distintos tipos de vegetación y regiones de la isla. Hay una importante disminución de poblaciones. En varios años se han visto pocos de ellos. De la zorra gris y del Cuitlacoche, un ave endémica, aunque hay observaciones no se ha podido “capturar un solo ejemplar, es decir, sí hay presencia, pero en tan bajos números que se vuelve difícil abordarlos”, agregó.

 

El trabajo de campo se ha efectuado en todo el territorio, con excepción de la zona de más difícil acceso, en el noreste. Se ha observado que de las tres especies de roedores, una, Peromyscus leucopus, no se ha vuelto a registrar a pesar de que se tienen evidencias de que en la década de los ochenta su número era alto.

 

"Ahí es donde se empieza a ver que hay problemas en la isla", advirtió. Los científicos tienen documentado y casi confirmado que la boa, posiblemente introducida en 1971, encontró un sitio ideal para reproducirse y ahora es abundante y está ampliamente distribuida en la isla. Al mismo tiempo, se convirtió en causa de la desaparición del mencionado roedor y de otras variedades, ya que también se alimenta de aves y reptiles.

 

Para confirmar la hipótesis, los expertos colocan radios para telemetría en los ofidios, para establecer dónde se mueven, atraparlos y hacer análisis de los contenidos estomacales. Con ello se ha comprobado que sí consumen dichos animales.

 

Con la información genética es posible rastrear si vinieron de poblaciones continentales y así confirmar las múltiples evidencias que indican que se trata de ejemplares introducidos, ya que antes de 1970 no se tienen registros de su presencia.

 

En términos de vegetación, de la que se ha caracterizado su estructura y composición, el alto nivel de conectividad es uno de los valores de conservación. Sin embargo, aclaró, la isla tiene problemas de fragmentación debido a que ha crecido la mancha urbana, se han construido y ampliado caminos, y abierto zonas agropecuarias. Ahora se evalúan sus consecuencias sobre la biota.

 

A la vez se cuenta con un proyecto que evalúa con exactitud el efecto de perros y gatos que eran domésticos, se sueltan y se vuelven semisilvestres o ferales, y en qué parte se ubican, dijo.

 

Su recuento “se inició hace cinco años de forma sistemática. Se distribuyen por toda la isla y son abundantes. En los contenidos estomacales y excretas se han encontrado huesos y plumas, es decir, sí están alimentándose de fauna silvestre”, aseguró. También son portadores de enfermedades y parásitos que pueden afectar a ejemplares nativos, por lo que también se estudia ese aspecto.

 

De igual forma, se ha determinado que la rata (Rattus rattus) y los ratones de ciudad (Mus musculus) se concentran en la parte urbana de la isla, pero han incursionado a otras zonas; sobre todo, siguen el establecimiento de los restaurantes y hoteles en la parte costera.

 

Con relación a la diversidad genética, Ella Vázquez detalló que en general ésta tiende a ser menor en comparación con lo que ocurre en el continente. Eso es natural en ese espacio, ya que a partir de pocos individuos se inician la reproducción.

 

Sin embargo, se presentan casos extraordinarios, como el de uno de los roedores (Oryzomys couesi), que en tres décadas es el menos escaso de las tres especies y, contrario a lo esperado, tiene altos niveles de variación. Se puede sugerir "que al disminuir las poblaciones de sus competidores –Peromyscus y Reithrodontomys spectabilis, que por el contrario hoy están en peligro al ser alimento de las boas– Oryzomys se ha visto beneficiado” y ha podido mantenerse, narró.

 

De hecho, con las investigaciones que se llevan a cabo, se espera comprobar si los altos niveles de diversificación genética de Oryzomys son iguales o superiores a los de ejemplares continentales.

 

A pesar de algunos aspectos positivos, las especies animales y vegetales siguen sometidas a presiones de depredación y fragmentación del hábitat. La población humana de Cozumel, unos 75 mil habitantes, produce basura, construye caminos y desmonta terrenos para la agricultura, además de que caza o captura a la fauna.

También mantiene animales silvestres como de compañía, algunos de los cuales están cercanamente emparentados a las especies endémicas, por lo que las ponen en riesgo de contaminación genética y transmisión de enfermedades.

 

Con base en los resultados obtenidos hasta ahora por el grupo de científicos, abundó Ella Vázquez, se recomienda el control y erradicación de gatos y perros ferales, y la eliminación total de ratas y ratones de ciudad, así como de la boa.

 

Se ha encontrado que ésta es una demanda social en Cozumel, donde los pobladores tienen percepciones ampliamente negativas sobre estas especies introducidas, y ya se ha iniciado un programa de control, expresó.

 

Además, enfatizó, se debe restringir el uso de animales silvestres como mascotas, además de evitar la caza y detener la fragmentación de la vegetación provocada por la creación y ampliación de caminos. "Cozumel no requiere de más carreteras; las que tiene llevan a los lugares donde hay que ir".

 

Para lograrlo, se han instrumentado programas de educación ambiental para niños y adultos, de modo que conozcan el valor de los recursos naturales. Además, los estudios incluyen la evaluación de los efectos de huracanes sobre la flora y fauna, así como sobre las percepciones y actitudes sociales. Particularmente, se ha iniciado la evaluación de los efectos de Emily y Wilma.

 

La protección de los hábitat nativos es primordial en Cozumel. El actual es el mejor momento para decretarla área natural protegida, y así asegurar que el crecimiento urbano no se extienda hacia las zonas mejor conservadas, y evitar un impacto más severo como el de Isla Mujeres, cuya vida silvestre se encuentra francamente depauperada, finalizó la experta.

 

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PIES DE FOTO

 

 

FOTO 01.

 

Ella Vázquez, especialista del Instituto de Ecología de la UNAM, reveló que la isla de Cozumel, en Quintana Roo, tiene problemas de conservación de flora y fauna.

 

 

FOTO 02

 

Cozumel posee varias especies y subespecies exclusivas, como dos mamíferos grandes, carnívoros: el mapache pigmeo y el coatí, dijo la investigadora de la UNAM, Ella Vázquez.