Boletín
UNAM-DGCS-261
Ciudad Universitaria
Pie de fotos al final del boletín
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Afirmó Ella Vázquez, del Instituto de
Ecología de la UNAM
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Un equipo interdisciplinario de expertos de
diez instituciones nacionales e internacionales, dirigidos por universitarios,
analizan las opciones de conservación, informó
·
Sufre una drástica disminución de
poblaciones de algunas especies de mamíferos, aves y reptiles, muchas de ellas
endémicas, dijo
La
isla de Cozumel, en Quintana Roo, tiene problemas de conservación y para evitar
continúe el daño al medio ambiente de su territorio un equipo
interdisciplinario de especialistas de diez instituciones nacionales e
internacionales, dirigidos por investigadores de la UNAM, analizan la riqueza
natural y las opciones de preservación desde una perspectiva genética,
ecológica, zoológica, botánica, veterinaria, socioambiental, educativa, y de
economía y políticas públicas.
Informó
Ella Vázquez, especialista del Instituto de Ecología (IE), quien reveló que a
pesar del relativo buen estado de la vegetación en gran parte de la isla
enfrenta varios problemas de conservación, especialmente la drástica
disminución de poblaciones de algunas especies de mamíferos, aves y reptiles,
muchas de ellas únicas en el mundo.
Las
razones de esta afectación son: la introducción de variedades exóticas, como
perros, gatos, ratas y ratones de ciudad, así como de la boa, fundamentales en
la eliminación de las especies endémicas y nativas.
Dijo
que tienen como una de las metas que con base en la información obtenida se
justifique que Cozumel, más allá de su parte marina y de arrecifes coralinos,
sea declarada también área natural protegida en su parte terrestre, para ello
se colabora con el Municipio y la Comisión Nacional de Áreas Naturales
Protegidas en ese proyecto.
Ella
Vázquez explicó que "las islas se comportan de manera particular con
relación al continente". Es un sistema ecológico interesante y en este
caso se trata del mayor territorio insular habitado de México y alrededor del
90 por ciento de su vegetación está en un estado bien conservado, aunque ahora
dañada por los efectos de los huracanes Emily y Wilma, que la golpearon
fuertemente en 2005.
Es
una ínsula oceánica, es decir, es una extensión que siempre ha estado separado
del cuerpo continental, que registró una dinámica geológica peculiar durante el
Pleistoceno, cuando una y otra vez estuvo cubierto por agua y volvió a emerger.
A
partir del momento en que no volvió a quedar sumergida, la biota se originó por
fenómenos de dispersión a través del canal de Yucatán. Es factible pensar que
los animales que no pueden volar llegaron sobre troncos u otros medios, ya que
entonces no existía la "corriente de Cozumel" que pasa entre ella y
la costa de la península, e impide que algo pase a nado con facilidad, añadió.
Posee
varios taxa (especies y subespecies) exclusivos, como dos mamíferos grandes,
carnívoros: el mapache pigmeo y el coatí de Cozumel. Asimismo, ejemplificó, una
zorra gris enana, aún no clasificada como endémica, pero se sospecha que con
análisis genéticos “resultará ser una subespecie distinta a la del continente;
eso lo haría única de ese sitio”. Se tienen documentada la presencia de tres
taxa de roedores, un marsupial y un pecarí, todos propios. También 18 de aves y
un reptil exclusivos. La mayoría en peligro de extinción.
Los
investigadores han registrado las comunidades de vertebrados terrestres en
distintos tipos de vegetación y regiones de la isla. Hay una importante
disminución de poblaciones. En varios años se han visto pocos de ellos. De la
zorra gris y del Cuitlacoche, un ave endémica, aunque hay observaciones no se
ha podido “capturar un solo ejemplar, es decir, sí hay presencia, pero en tan
bajos números que se vuelve difícil abordarlos”, agregó.
El
trabajo de campo se ha efectuado en todo el territorio, con excepción de la
zona de más difícil acceso, en el noreste. Se ha observado que de las tres
especies de roedores, una, Peromyscus leucopus, no se ha vuelto a registrar a
pesar de que se tienen evidencias de que en la década de los ochenta su número
era alto.
"Ahí
es donde se empieza a ver que hay problemas en la isla", advirtió. Los
científicos tienen documentado y casi confirmado que la boa, posiblemente
introducida en 1971, encontró un sitio ideal para reproducirse y ahora es
abundante y está ampliamente distribuida en la isla. Al mismo tiempo, se
convirtió en causa de la desaparición del mencionado roedor y de otras
variedades, ya que también se alimenta de aves y reptiles.
Para
confirmar la hipótesis, los expertos colocan radios para telemetría en los
ofidios, para establecer dónde se mueven, atraparlos y hacer análisis de los
contenidos estomacales. Con ello se ha comprobado que sí consumen dichos
animales.
Con
la información genética es posible rastrear si vinieron de poblaciones
continentales y así confirmar las múltiples evidencias que indican que se trata
de ejemplares introducidos, ya que antes de 1970 no se tienen registros de su
presencia.
En
términos de vegetación, de la que se ha caracterizado su estructura y
composición, el alto nivel de conectividad es uno de los valores de
conservación. Sin embargo, aclaró, la isla tiene problemas de fragmentación
debido a que ha crecido la mancha urbana, se han construido y ampliado caminos,
y abierto zonas agropecuarias. Ahora se evalúan sus consecuencias sobre la
biota.
A
la vez se cuenta con un proyecto que evalúa con exactitud el efecto de perros y
gatos que eran domésticos, se sueltan y se vuelven semisilvestres o ferales, y
en qué parte se ubican, dijo.
Su
recuento “se inició hace cinco años de forma sistemática. Se distribuyen por
toda la isla y son abundantes. En los contenidos estomacales y excretas se han
encontrado huesos y plumas, es decir, sí están alimentándose de fauna
silvestre”, aseguró. También son portadores de enfermedades y parásitos que
pueden afectar a ejemplares nativos, por lo que también se estudia ese aspecto.
De
igual forma, se ha determinado que la rata (Rattus rattus) y los ratones de
ciudad (Mus musculus) se concentran en la parte urbana de la isla, pero han
incursionado a otras zonas; sobre todo, siguen el establecimiento de los
restaurantes y hoteles en la parte costera.
Con
relación a la diversidad genética, Ella Vázquez detalló que en general ésta
tiende a ser menor en comparación con lo que ocurre en el continente. Eso es
natural en ese espacio, ya que a partir de pocos individuos se inician la
reproducción.
Sin
embargo, se presentan casos extraordinarios, como el de uno de los roedores (Oryzomys
couesi), que en tres décadas es el menos escaso de las tres especies y,
contrario a lo esperado, tiene altos niveles de variación. Se puede sugerir
"que al disminuir las poblaciones de sus competidores –Peromyscus y
Reithrodontomys spectabilis, que por el contrario hoy están en peligro al ser
alimento de las boas– Oryzomys se ha visto beneficiado” y ha podido mantenerse,
narró.
De
hecho, con las investigaciones que se llevan a cabo, se espera comprobar si los
altos niveles de diversificación genética de Oryzomys son iguales o superiores
a los de ejemplares continentales.
A
pesar de algunos aspectos positivos, las especies animales y vegetales siguen
sometidas a presiones de depredación y fragmentación del hábitat. La población
humana de Cozumel, unos 75 mil habitantes, produce basura, construye caminos y
desmonta terrenos para la agricultura, además de que caza o captura a la fauna.
También
mantiene animales silvestres como de compañía, algunos de los cuales están
cercanamente emparentados a las especies endémicas, por lo que las ponen en
riesgo de contaminación genética y transmisión de enfermedades.
Con
base en los resultados obtenidos hasta ahora por el grupo de científicos,
abundó Ella Vázquez, se recomienda el control y erradicación de gatos y perros
ferales, y la eliminación total de ratas y ratones de ciudad, así como de la
boa.
Se
ha encontrado que ésta es una demanda social en Cozumel, donde los pobladores
tienen percepciones ampliamente negativas sobre estas especies introducidas, y
ya se ha iniciado un programa de control, expresó.
Además,
enfatizó, se debe restringir el uso de animales silvestres como mascotas,
además de evitar la caza y detener la fragmentación de la vegetación provocada
por la creación y ampliación de caminos. "Cozumel no requiere de más
carreteras; las que tiene llevan a los lugares donde hay que ir".
Para
lograrlo, se han instrumentado programas de educación ambiental para niños y
adultos, de modo que conozcan el valor de los recursos naturales. Además, los
estudios incluyen la evaluación de los efectos de huracanes sobre la flora y
fauna, así como sobre las percepciones y actitudes sociales. Particularmente,
se ha iniciado la evaluación de los efectos de Emily y Wilma.
La protección de los hábitat nativos es primordial en Cozumel. El actual es el mejor momento para decretarla área natural protegida, y así asegurar que el crecimiento urbano no se extienda hacia las zonas mejor conservadas, y evitar un impacto más severo como el de Isla Mujeres, cuya vida silvestre se encuentra francamente depauperada, finalizó la experta.
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PIES DE FOTO
FOTO 01.
Ella Vázquez,
especialista del Instituto de Ecología de la UNAM, reveló que la isla de
Cozumel, en Quintana Roo, tiene problemas de conservación de flora y fauna.
FOTO 02
Cozumel posee
varias especies y subespecies exclusivas, como dos mamíferos grandes,
carnívoros: el mapache pigmeo y el coatí, dijo la investigadora de la UNAM,
Ella Vázquez.