06:00 hrs.  6  de Abril de 2006

 

 

Boletín UNAM-DGCS-251

Ciudad Universitaria 


William Brune

Pie de fotos al final del boletín

 

 

NECESARIO, APLICAR TECNOLOGÍA PARA MINIMIZAR CONTAMINACIÓN ATMOSFÉRICA

 

·        Señaló en la UNAM William Brune, del Departamento de Meteorología de la Universidad Estatal de Pennsylvania, EU

·        Habló en Universum de la importancia de determinar la dispersión de tóxicos

·        Dictó la conferencia “Persiguiendo la contaminación del aire con aviones”, como parte del Proyecto Milagro

 

Es necesario aplicar tecnología para minimizar las múltiples fuentes de contaminación atmosférica en el mundo, o de lo contrario el problema empeorará, afirmó en la UNAM William Brune, del Departamento de Meteorología de la Universidad Estatal de Pennsylvania, Estados Unidos.

 

Al dictar la conferencia “Persiguiendo la contaminación del aire con aviones”, en el Teatro del Museo de las Ciencias Universum, señaló que hay zonas urbanas como las de México, Nueva York, Los Ángeles, Manila, Bangkok, Calcuta y muchas otras, que son propagadoras de tóxicos y seguirán con su crecimiento. “Esta es una gran preocupación, porque concentran gente, demasiada actividad y autos en un solo lugar”.

 

Otro importante origen de polución a escala mundial es la quema de biomasa, al cual se le debe poner atención; además de la industria y las plantas de energía. “Todas ellas contribuyen al problema, al cual hay que ver no sólo a escala global, sino en cierto tiempo y determinado lugar”, indicó.

 

Su dispersión requiere establecer los patrones de vientos, dónde existe un sistema de tormenta o nubes cumulosas, entre otras cuestiones, añadió. Para eso se demandan modelos con suficiente resolución, que permitan ver cómo viajan los tóxicos, que al bajar se pierden en la superficie y al subir pueden llegar a todo el planeta.

 

Hasta ahora, abundó el científico estadounidense, los sistemas son sofisticados, pero aún no tan buenos para hacer el trabajo que se espera.

 

En la charla, parte del ciclo del Proyecto Milagro, reiteró que no sólo resulta de interés la contaminación del aire de la actualidad, sino la que se registrará en el futuro, porque cada vez se incrementa más.

 

Esto tiene claros efectos en la salud humana y en la ecología; pero también se presentan daños en otros sentidos, en la infraestructura y en aspectos como la lluvia ácida. Todo ello tiene impacto en el clima, que cambia y nos afecta a todos, subrayó.

 

La pregunta es de dónde vienen estas sustancias. Las emisiones de partículas y gases, por ejemplo, salen de la superficie de las grandes ciudades y luego se transportan y distribuyen en áreas más amplias, argumentó.

 

A la polución generada por los autos y la industria se agrega la producida por la quema de los campos o bosques para nuevos espacios agrícolas. El problema empeora cuando los relámpagos interactúan con la suciedad antropogénica, agregó.

 

William Brune expuso que los compuestos orgánicos volátiles, como los óxidos y bióxidos de nitrógeno, son dañinos sin importar su origen. Además se tiene monóxido de carbono, por lo general derivado de combustión incompleta. Tales mezclas se acumulan en la atmósfera.

 

De ahí la relevancia de determinar cuántos elementos permanecen y cuántos se van y hacia dónde. En el caso de la Ciudad de México, en 50 por ciento de las ocasiones se dirigen hacia el Golfo de México y se combinan con otros de origen industrial; ello depende del sitio hacia el cual soplan los vientos, aclaró.

 

Los científicos cuentan con mediciones satelitales que muestran la cantidad de monóxido de carbono a escala global. Es posible ver, por ejemplo, cómo esa mixtura, al este de los Estados Unidos, se va hacia Europa, y los de Asia avanzan hacia el viejo continente y pueden terminar en Alaska, detalló.

 

Ante ese panorama se debe saber qué tan extensa es la expansión de los contaminantes, y tener mucha más información sobre la meteorología. Con la ayuda de instrumentos se pueden medir algunos elementos críticos, y también se usan las redes de monitoreo, apuntó.

 

La Ciudad de México cuenta con un sistema. Las mediciones de las emisiones críticas son útiles; sin embargo, reconoció, no son suficientes, hace falta conocer la situación de otros elementos en la atmósfera.

 

De ahí la utilidad de los aviones, capaces de llevar consigo verdaderos laboratorios y perseguir cada uno a diferentes impurezas, a diversas altitudes y en distintos sitios. Aunque resulta imposible medir todo el tiempo, porque es caro, presentan muchas ventajas. Por ejemplo, dijo, detectan con rayos láser y muestras de aire analizadas en pleno vuelo, la composición de la polución.

 

El DC-8, de la NASA, cuya base está en la ciudad de Houston, intenta ver estas manchas a mayor escala, al tiempo que permite mejorar la observación satelital. Aunque, mencionó William Brune, a las mediciones de esa aeronave, parte del Proyecto Milagro, se suman las de otros aparatos, como el Jet Streem 31, también de esa Agencia.

 

Un avión como el DC-8 es equipado con instrumentos y aditamentos en su interior y en la parte exterior, los cuales miden partículas y gases. Se trata de herramientas que no son comerciales, sino hechos a la medida de las necesidades científicas del Proyecto, explicó.

 

Luego de describir la forma cotidiana en que se trabaja con los aviones y cómo son sus recorridos, así como las mediciones que se realizan, refirió que en la Ciudad de México se pudo observar bien la contaminación y su dispersión.

 

La información obtenida por las diferentes aeronaves se relaciona, relató el científico. Se precisa la cantidad de flujo de tóxicos de la urbe y los niveles de altitud para las plumas de esos elementos.

 

No obstante, se requiere saber de la contaminación global en el futuro. El uso de redes, satélites y naves contribuyen en conjunto a alcanzar esa meta y tener una mejor idea de lo que ocurre en cada región y lo que pasará en el futuro, concluyó.

 

 

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FOTO 01

Con la ayuda de instrumentos en aeronaves del Proyecto Milagro se miden contaminantes en las grandes urbes, apuntó en la UNAM William Brune, de la Universidad Estatal de Pennsylvania, EU.

 

FOTO 02.

Las emisiones de partículas y gases salen de la superficie de las grandes ciudades y luego se transportan y distribuyen en áreas más amplias, se informó en el Museo Universum de la UNAM.

 

FOTO 03

El especialista William Brune dictó en la UNAM la conferencia “Persiguiendo la contaminación del aire con aviones”, en el Teatro del Museo de las Ciencias Universum.